Guillermo Fiallos A.
El protagonista de este escrito no es una estrella de cine, ni miembro famoso de un equipo deportivo y mucho menos, uno de esos políticos que tienen sepultado al país en la anarquía y la desesperanza.
Se trata de un muchacho graduado de Doctor en Medicina y Cirugía de la UNAH. Su nombre es Jorge Arturo Ruíz Castillo y vive en la costa norte de Honduras. Su caso ha llamado poderosamente la atención, pues es un profesional a quien le ha tocado luchar con resiliencia ante la adversidad.
Al graduarse, trabajó en algunas clínicas privadas y luego, estuvo al frente de la batalla pandémica, en un triaje de la ciudad de Villanueva. Expuesto -como muchos de sus colegas- a posibles contagios todos los días, atendió con humanidad y apego a su juramento hipocrático, a los enfermos de COVID y otros padecimientos.
Al cerrar el triaje, quedó sin empleo no importándole a nadie y en particular, al gobierno que luego de arriesgar este joven su vida, tenía como flamante recompensa un sobre de despido. Al igual que a él, a cientos de médicos les pasó la misma situación: cuando se les ocupaba se corría a contratarlos, pero una vez superada la crisis, los dejaban en la calle no tomando en cuenta toda su labor y sacrificio ofrendado para salvar vidas. Tanto el gobierno anterior como el presente han sido negligentes, irresponsables e inhumanos en el trato brindado a tanto profesional de la salud.
El doctor Jorge Arturo, quedó sin trabajo y buscó incansablemente una plaza donde colocarse, ya fuese en el ámbito público o en el privado; sin embargo, ninguna ventana se abrió y, entonces, tomó la determinación de ejercer un oficio que le llevaría a forjar más su carácter luchador y perseverante. Decidió convertirse en ayudante de albañil.
¿Qué lecciones podemos obtener de la actitud de este joven profesional? Sin duda alguna, muchas enseñanzas han surgido de este caballero, quien laboró por siete meses en medio de la mezcla, ladrillos y varillas de hierro.
Primera lección: no se dejó vencer por la incertidumbre y al no encontrar trabajo como médico, tuvo que buscar avenidas para ganarse el sustento y es así, como llega a convertirse en albañil. Desde luego, le costó muchísimo al principio aceptar esa realidad, pero debía ayudar al sostén familiar.
Segunda lección: todo trabajo lícito bien ejercido, honra a quien lo lleva a cabo; ya sea que se encuentre la persona en una oficina alfombrada o a la intemperie bajo el sol y la lluvia.
Tercera lección: ante la desesperación de no encontrar fuentes de ingreso, el galeno no optó por los caminos inciertos de la migración hacia el norte; ni tampoco pretendió obtener dinero a través de medios reñidos con la moral y la ley. Prefirió el trabajo duro de la albañilería, antes que perder su vida en un trayecto peligroso o en actividades que le llevarían a un final, seguramente, trágico.
Cuarta lección: por medio su caso y testón por no dejarse vencer, podemos ver el reflejo de miles de profesionales que no encuentran trabajo o que están ocupados en otros menesteres, pues no hay espacios para las carreras que estudiaron. Algo está fallando en el sistema educativo y laboral en el país y el mundo entero. ¿Qué se puede hacer ante esta difícil situación? Para cada persona que está bajo esta circunstancia, puede haber muchas y diferentes respuestas.
La historia del doctor Jorge Arturo trascendió y es así, como ha tenido un desenlace halagüeño, pues el alcalde de San Pedro Sula, lo contrató como médico para trabajar en el proyecto municipal macro distrito Las Palmas.
Hay que tomar medidas para ayudar a solventar la situación de tanto joven capacitado, que no halla salida al estancamiento de sus sanas ambiciones.
Ya dejemos de ver para atrás y llorar sobre la leche derramada. La juventud actual necesita respuestas y no escuchar lamentos. No atenderlos tanto por la empresa privada como por la ineficiente burocracia estatal, es una desidia que puede convertirse en una desgracia explosiva en el presente cercano.
