Por: Carlos Medrano*
“Quiere huevos…” es una expresión muy hondureña, es una queja, un reclamo, un lamento o una imputación que se manifiesta después de una desavenencia, diferencia de criterios de una decisión equivocada o en una discusión innecesaria.
El huevo, además de ser un alimento de primera necesidad, forma parte de nuestro lenguaje, de nuestra jerga, es un hondureñismo, es una muestra de virilidad al tomar una decisión (tiene huevos), es un acto de valentía (es huevón) o es una aprobación pueblerina (a huevos).
El huevo forma parte de nuestra cocina, se hace con jamón, con tomate, con chile, con tocino, con frijoles, es fácil de cocinar y práctico para alimentar a una gran cantidad de personas, pero hoy su precio está altísimo afectando a los más pobres y a la imagen de un gobierno que no ha incentivado a la producción.
De acuerdo con los productores avícolas, dicha alza es producto del aumento de los costos en los insumos en un 80%, desde el encarecimiento de los fletes para la importación principalmente de fertilizantes, se ha incrementado el valor del maíz, la soya y el reemplazo de la genética de las gallinas ponedoras por la gripe aviar en los Estados Unidos.
Increíble pero cierto, hoy el cartón de huevos de 30 unidades ya cuesta más de 150 lempiras, pero en el peor de los casos, hay escasez del producto registrándose largas filas en los mercados y ferias de agricultores en la capital de la República.
Mientras el gobierno acusa a los productores de especuladores, los industriales avícolas aseguran que existen condiciones externas e internas que ha hecho que aumenten los precios de su virtuoso producto, pero lastimosamente quien paga las consecuencias somos todos los consumidores finales, quien debemos de pagar más dinero por nuestro alimento diario.
La canasta básica sigue en ascenso, no solo por los huevos, sino por la carne, los derivados de la leche y de la harina, entre otros productos de la maltrecha cesta común.
El gobierno de la Presidente Xiomara Castro congeló el precio de 40 productos de la canasta básica, desincentivando a los productores nativos porque en muchas ocasiones su costo de producción está por arriba de los precios al consumidor.
De acuerdo con la Encuesta Permanente de Hogares Múltiples del Instituto Nacional de Estadística (INE), para julio de 2021 el 73.6% de los hogares hondureños se encontraban en condiciones de pobreza y el 53.7% viven bajo la línea de la pobreza extrema, ya que sus ingresos estaban por debajo del costo de la canasta básica, de modo que estos altos precios de los huevos ha sido un aldabonazo para su descalabrado bolsillo.
Estos procesos inflacionarios están incrementando la pobreza en Honduras y los pronósticos no son nada halagüeños, pues se espera que el 2023 será un año crítico para el mundo, debido a la desaceleración económica del principal mercado del globo terráqueo, Estados Unidos.
Lo que debe de hacer el gobierno de la Presidente Castro Sarmiento en vez de estar imponiendo medidas populistas y contraproducentes a la economía es incentivar la producción nacional, subsidiar el precio de los fertilizantes y combustible y lograr precios de garantía para productos esenciales en la vida nacional.
Tomen medidas inteligentes por Dios Santo, disposiciones prácticas y dejen de “chingar” a los productores nacionales que lo que conseguirán es que nos quedaremos sin alimentos y no tendremos que hartarnos en este pobre país.
*Periodista
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