CONTRACORRIENTE: Modelo económico y resultados

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17 de febrero de 2023
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12:41 am
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CONTRACORRIENTE: Modelo económico y resultados

Por: Juan Ramón Martínez

Mucho antes de la independencia (1821), Honduras era junto a Nicaragua, la provincia más pobre. Costa Rica tenía una situación precaria; pero la distancia, le permitía cierta autarquía, sobre la cual la clase cafetalera apuntaló el desarrollo posterior de aquella nación. Desde el inicio de la república, Honduras no ha podido desarrollar su musculo económico, de modo que antes de la Reforma Liberal, con una población menor y con un modelo organizativo más celular que el centralismo incompetente de ahora, apenas tenía capacidad para autosostenerse. El gobierno, con poca intervención en el área económica, dejaba que fueran las municipalidades que, manejaran los mecanismos burocráticos que permitía más espacios de acción para la iniciativa privada. De modo que el agua potable, la luz eléctrica, la dirección de la oferta educativa, la policía, el fomento económico y el mantenimiento de las carreteras, eran responsabilidades de las alcaldías. Aun, viendo más hacia atrás, es en el siglo XIX, en que, por dos años, nada más, Honduras tuvo un presupuesto equilibrado, sin préstamos que no se conseguían entonces; y en solo en dos años -cosa que no ha vuelto a repetirse- tuvimos presupuesto con superávit.

La administración de Castro, igual que la de Villeda Morales (1957-63) ha planteado la urgencia del cambio, cosa por lo demás natural; e incluso, si somos sinceros, necesaria para evitar que el país siga mostrando endémicas señales de debilidad y lenta muerte. El crecimiento poblacional que, pasó de menos de tres millones de habitantes a cerca de 9 millones -es decir que se ha triplicado- no ha producido siquiera una duplicación de la capacidad productiva nacional; y, más bien, se constata una productividad que, en vez de subir, más bien ha decrecido. De allí que, sea razonable admitir que algo ha fallado entre nosotros: bien el modelo centralizado, la burocratización desmedida, la inseguridad jurídica o las políticas de estímulo y animación para que la iniciativa privada le dé al país, los bienes y servicios necesarios para las necesidades locales (mercado interno) y las de la exportación hacia los mercados exteriores. Las cifras que manejan la UNAH, el Banco Central, Cohep y los organismos internacionales, lo confirman. Tiene sentido, una revisión total de lo que el país ha hecho, no desde 2009, fecha “útil” para el lamento político; pero inútil para una reflexión económica seria y fundamentada. Es necesario, hacer una revisión del “modelo” económico centralizado que hemos aplicado desde 1963 hasta ahora, de cara a los resultados que observamos: falta de capacidad para alimentar a la población, bienes para la exportación y formación de ahorro, para formar capitales necesarios para las inversiones que absorban, además, la creciente mano de obra que, aporta una población joven que provoca las delicias de los empresarios; pero que, compromete el futuro del país.

Una revisión del “modelo”, solo tiene sentido dentro de la democracia. Es decir, con la participación de todos los actores. Y en los que, el gobierno es un facilitador, un instrumento para permitir el ejercicio del diálogo y garantizar vía impuestos, la igualdad mediante una distribución justa del producto social en el “modelo” autoritario que insinúan algunos intoxicados de ideologías políticas y “económicas” poco masticadas; y en las que el gobierno nos impone la voluntad porque él se considera el dueño del país, no hay seguridad que se obtengan mejores resultados que hasta ahora. Profundizar la descalificación de actores, crear inseguridad jurídica y convertir al gobierno en un “leviatán” iracundo que, no obedece a jueces y magistrados, nos producirá más pobreza. La diferencia es que será más generalizada; pero al final, llevará al país al fracaso como ha ocurrido en Cuba y Venezuela.

El socialismo, -igual que el liberalismo clásico en su tiempo-, es un fracaso. Carmelo Mesa-Lago, ha estudiado tres países: China, Cuba y Vietnam. Leer sus conclusiones, ayuda a entender que es lo que hay que hacer. Podemos constatar los éxitos del capitalismo estatal de China y Vietnam y el fracaso del centralismo cubano. De modo que necesitamos otras referencias, para encontrar las respuestas a un “modelo” que, desde la democracia, nos dé un liberalismo político y un capitalismo social de mercado, como el de Alemania y España. Evitando que las ideologías, turben el sentido común. Porque ello, nos hundirá más, en el fracaso en que hemos vivido.

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