Documentos: ÁLVAREZ MARTÍNEZ SOLICITA LE RESTITUYAN HONORES, MÉRITOS Y POSICIONES, ASÍ COMO VEHÍCULOS BLINDADOS

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18 de febrero de 2023
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Documentos: ÁLVAREZ MARTÍNEZ SOLICITA LE RESTITUYAN HONORES, MÉRITOS Y POSICIONES, ASÍ COMO VEHÍCULOS BLINDADOS

Gustavo Álvarez Martínez.

Tegucigalpa, D.C., 17 de junio de 1988

De mi consideración:

Les deseo que la protección y guía de DIOS sea sobre ustedes, para que en todas sus responsabilidades actúen con sabiduría y conforme a la voluntad de nuestro señor JESUCRISTO.

Quiero hacerles patente mi reconocimiento y agradecimiento, pon el espíritu de justicia demostrado al ordenar las acciones pertinentes para que se aclararan y resolvieran todos los asuntos legales referentes a las acusaciones injuriosas de que fuera objeto, las que por cuatro largos años han traído humillación a mi honra de soldado, así como a la dignidad de mi familia; gracias a DIOS, esta situación está en proceso de solución.

A continuación, quiero informar a ese honorable Consejo de cuál es la situación actual, así como presentarles a ustedes ciertas peticiones que complementan dicho proceso, pero que son indispensables para su completamiento en justicia. Les formulo en todo aquello de lo que en base a justicia y derecho corresponde se me restituya.

1. Adjunto a la presente fotocopias de los documentos siguientes:

a. Acta de recibo por la cantidad de (L300,000.00) TRESCIENTOS MIL LEMPIRAS EXACTOS pertenecientes a las Fuerzas Armadas de Honduras; dicha cantidad se mantuvo depositada en una caja de seguridad de un banco durante el período de mi ausencia obligada del país (4 años, 9 días y 6 horas), hasta que se presentó la oportunidad de devolverla a la institución ante testigos. Cuando me expulsaron para COSTA RICA, le pedí al coronel Carlos Aguirre que retirara esos fondos de la caja fuerte que estaba en mi oficina, pues tenía el temor que los sediciosos y traidores extrajeran ese dinero y dijeran que yo lo había robado. Los hechos posteriores demostraron que eran capaces de todo, ahora pues señores oficiales, ese asunto ha quedado esclarecido a satisfacción de ambas partes.

b. Certificaciones de:

1.) Fallo de sobreseimiento definitivo por falta de méritos, del Juzgado de Primera Instancia Militar.
2.) Confirmación de la Corte Primera de Apelaciones sobre el fallo emitido por el Juzgado de Primera Instancia Militar.
3.) Fallo de sobreseimiento definitivo por falta de méritos, del Juzgado Primero de Letras de lo Criminal.
4.) Confirmación de la Corte Primera de Apelaciones sobre el fallo emitido por el Juzgado Primero de Letras de lo Criminal.

2. Los documentos arriba mencionados y que adjunto a la presente exposición, demuestran mi inocencia en cuanto a todo lo que el grupo de sediciosos y otros fuera de la institución me acusaron hace cuatro años.

Por lo tanto, deseo que en su conciencia la realidad de que fui víctima de una conspiración traidora, cobarde y aberrante. En mi defenestración y expulsión del país, se cometieron delitos contra la Constitución de la República, delitos de sedición y delitos contra la seguridad de las Fuerzas Armadas, insubordinación en alto grado, secuestro, violencia y vías de hecho contra el superior (mi persona), calumnia y detracción en contra de mi honor, usurpación, etc.

No deseo ni pretendo seguir la secuela de los hechos en contra de mis victimarios, que la institución considere lo que sea conveniente hacer para preservar limpio el honor, la disciplina y la cohesión de las Fuerzas Armadas. En lo personal, me doy por satisfecho que las Fuerzas Amadas reconozcan mi inocencia y que por lo tanto fui víctima de un grupo de oficiales que, olvidando el código de honor de la institución y sus deberes, llenaron de lodo y vergüenza a nuestra querida institución. Asimismo, que se restaure mi honor de soldado y se me restituya en todo aquello que fui dañado. En este sentido, solicito de ustedes lo siguiente:

a. Al no haber mérito en todo de lo que se me acusó y estando limpio de cargos, de inmediato que sea anulada la resolución por cierto arbitraria, de baja deshonrosa; por cuanto no fui oído ni vencido en juicio, ya que tal sanción es una pena accesoria, y hubiera sido aplicada únicamente después (no antes) confirmado en la Corte Suprema de Justicia un fallo condenatorio (de culpable). Como consecuencia de esa decisión apresurada, injusta y arbitraria y por lo tanto nula, legalmente y en base a derecho sigo siendo miembro activo de las Fuerzas Armadas.

b. Por lo tanto, reclamo con todo derecho, que la institución proceda a restituirme en mi estatus legal de miembro activo de las Fuerzas Armadas y se me paguen los sueldos que se me adeudan (no pensión de retiro) desde el mes de octubre de 1985 hasta esta fecha.

Como un acto adicional de justicia, pido que la institución me desagravie formulando una declaración pública a través de los medios de prensa tanto nacionales como internacionales, pues en igual manera se me desprestigió cuando fui expulsado del cargo y del país. Tal declaración debe desvanecer todas las falsas acusaciones de que fui objeto, y debe también reafirmar que sigo siendo miembro activo de la institución con todos los honores y fuero que me corresponden.

Que se me devuelvan todos los documentos, equipos domésticos y armas de mi colección, todos de mi legítima propiedad, los que fueron abusivamente incautados cuando mi casa fuera asaltada por elementos militares en el mes de agosto de 1984. Un teniente de Justicia Militar apellidado Boquín dirigía la operación mencionada.

También fueron remolcados prepotentemente dos carros de mi propiedad, los que se suponía eran “embargados” (como igualmente lo fueron todas mis propiedades), pero fueron saqueados y robados de todo el equipo adicional que tenían; después de cuatro años dichos vehículos son una chatarra y no acepto su devolución en tales condiciones, pues cuando fueron arrebatados de mi legítima propiedad eran nuevos y estaban en perfectas condiciones y equipados con todas las extras. Los vehículos tomados de mi propiedad son los siguientes:

Chevrolet Suburban, blindado (nivel 3) completamente equipado y con un valor de US$70,000.00 (L 140,000.00). Este carro fue un regalo personal de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), los papeles de propiedad estaban tramitándose con dicha agencia cuando fui sacado del cargo como consecuencia de la sedición de que fuera víctima.

2.) Camioneta Toyota Land-Crusier blindada, completamente equipada y con un valor de L120,000.00 en aquel entonces.

Yo no quiero en dinero el valor de los carros que me fueron arrebatados. Deseo que se me restituyan por carros nuevos equipados en igual forma que los anteriores, pero sin blindaje, lo que sería menos costo para la institución. Una vez que esta petición sea aprobada, coordinaría con la persona que ustedes designen para especificar qué carros quiero.

Ahora que el fallo de sobreseimiento definitivo es firme, me ha informado el Juez de Primera Instancia Militar, que la Auditoría General de las Fuerzas Armadas no tiene carro ni presupuesto para viajar a distintas partes del país en compañía de mi abogado defensor y proceder al desembargo de mis propiedades. Compañeros oficiales, no tengo ni carro (me dejaron a pie) ni dinero para sufragar tales gastos, además, no es justo que saque de mi bolsa para realizar esas diligencias cuanto que yo no provoqué este problema y soy inocente de todo ello. En derecho no me corresponde hacer tal desembolso. Comprendo perfectamente que un grupo de oficiales sediciosos, ilegalmente y abrogándose actuar en nombre de las Fuerzas Armadas provocaron todas estas consecuencias. Por tal motivo, lo justo sería que con los sueldos de ellos o pensión de retiro según el caso, suplan los medios que necesita la Auditoría General para cumplir con este paso legal.

Como lo he expresado anteriormente, todos los actos perpetrados en mi contra y en mi perjuicio, desde el 31 de marzo de 1984 y que culminaron con la decisión arbitraria, apresurada e injusta de darme la baja deshonrosa, son ilegales y opuestos a todo principio de derecho y por lo tanto son nulos.

Ahora bien, todo puede ser restaurado a su estatus legal, con excepción de mi cargo que no terminé, tal caso es irreversible ya que finalizó el 27 de enero de 1987. A partir de esa fecha, el actual Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas es legítimo en todo sentido, lo reconozco como tal y acepto su autoridad.

Repito, todo puede ser restaurado si hay espíritu de justicia y buena voluntad para hacerla, de ello estoy seguro hay consenso en ustedes.

Partiendo de esta premisa, legalmente y en estricta justicia, desde abril de 1958 hasta la fecha soy miembro activo de las Fuerzas Armadas y desde febrero de 1962 como oficial. Por lo tanto, en mi condición de ex-Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y de acuerdo a la Ley Constitutiva de las mismas, me corresponde el cargo de Asesor del actual Comandante en Jefe hasta que se cumpla mi tiempo para el retiro en 1992 cuando llegue a la edad de 55 años, si Dios lo permite.

En tal condición no afecto vacantes, ni rivalizo con nadie, y, por el contrario, creo que puedo aportar mis conocimientos y experiencia para beneficio de la institución. En lo personal me conviene pues me permitiría retirarme con el máximo de pensión permitido. Esto queda a su consideración, que DIOS les guíe para que hagan prevalecer lo que es ecuánime y justo.

Compañeros miembros del Consejo Superior de las Fuerzas Armadas, les anticipo mi profundo agradecimiento por vuestra paciencia, atención y deferencia que hayan concedido a esta larga misiva, pero me era necesario hacerles conocer a ustedes todas estas cosas, pues son la máxima autoridad colegiada de nuestras Fuerzas Armadas.

No deseo venganzas contra nadie, desquite, perjuicio, querella o cosa semejante. Apelo a sus valores ético-profesionales, a vuestro espíritu de justicia, a su responsabilidad de ciudadanos-soldados empeñados en que prevalezcan el orden y la justicia en nuestra Nación y particularmente dentro de la institución.

Ahora necesito de ustedes, no estoy pidiendo favores -si los necesitara también lo haría- pido de ustedes compañeros solamente justicia; que se me restaure en mi honor de soldado, en la dignidad de mi familia, en mi estatus legal dentro de la institución y que se me restituyan los bienes de que fui despojado. ¡Háganlo en el nombre de DIOS!

Ruego al Dios Padre, para que en el nombre de nuestro Señor Jesucristo guarde vuestras vidas y bendiga sus familias, y les guíe en el conocimiento y obediencia de su palabra y su voluntad. Amén.

Lealtad, honor, sacrificio.

GENERAL DE DIVISIÓN
GUSTAVO A. ÁLVAREZ M.
EHO-0460

Fuente- El original de esta carta está en poder de un familiar de la esposa de Álvarez Martínez y copia en PDF de la misma, en los archivos del Coordinador de esta sección. No sabemos si esta carta fue contestada por el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas. No hay archivo militar organizado. El año siguiente, el 25 de enero de 1989, — menos de seis meses después– el general Gustavo Álvarez Martínez, fue emboscado y asesinado en el boulevard Suyapa, muriendo junto a su chofer. No tenía guarda espaldas ni seguridad alguna; ni viajaba en vehículo blindado. A la fecha no se conocen culpables del hecho; ni castigo alguno o señalamiento para nadie. Solo rumores que circularon en aquel entonces, en forma profusa de boca en boca. (JRM)

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