Lucem et Sensu: Canción urgente para Nicaragua

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20 de febrero de 2023
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12:03 am
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Lucem et Sensu: Canción urgente para Nicaragua

Por: Julio Raudales*

“Nicaragua me duele por aquí, donde balas y amor suelen vivir” cantaba Pablito enfiestado y feliz por el milagro de la liberación de una sociedad valiente, amigable y sabia, plagada de mujeres y hombres encantadores, dicharacheros, divertidos y jocundos.

Y trovaba Milanés por la alegría de haber salido de la torva esclavitud de una familia de monstruos asesinos que asumían aquella hermosa tierra como suya, asolándola con muerte y destierro, pero que finalmente huyeron ante la valentía y el arrojo de gente siempre dispuesta a luchar y soñar.

Aquella revolución fue el candil de mi generación. Mis compañeros del colegio y yo, tiernos soñadores en el despuntar de la vida en aquel 79, sentíamos que todo estaba por hacer. ¡Que pronto nos arrollaría la terrible realidad!

¿Quién habría podido decir a aquella gente, entonces dichosa y exultante, que ese 19 de julio de 1979 sería el principio de una desgracia más profunda y tétrica? Fue precisamente después de la llegada de la caricatura estulta de los barbudos cubanos, cuando esa límpida tierra de poetas y cantores comenzó a contarse entre los más pobres y faltos de libertad en las Américas.

Hoy las cosas son terribles como nunca en la historia nicaragüense. La tierra de Darío vive su peor momento. Secuestrados por un alacrán y una tarántula, los intelectuales, obreros y empresarios pinoleros huyen a Costa Rica, México, Estados Unidos o España; sin esperanza ni pasaporte, pero, sobre todo, desprovistos de certidumbre, cultivando cada día su añoranza por volver, mientras el sátrapa de la Casa Naranja y su arpía amenazan cercenar hasta sus volcanes y lagos para ponerlos a su nombre.

Lo más terrible, lo rocambolesco, lo divertido, es que siempre aparece algún candelejón defendiendo a los Ortega-Murillo y justificando sus chapuzas en nombre de la revolución y la lucha antiimperialista. Bonita excusa para tener sumido a un pueblo cuyo único anhelo ha sido siempre la libertad.

Nicaragua sufre, sangra y clama por ayuda internacional. Sigue siendo un país misérrimo e injustamente menesteroso. Pocas veces se es testigo de un drama como el que vive ahora su ciudadanía ante el descaro de sus autoridades. Quienes vindicamos la libertad y los valores democráticos debemos alzar nuestra voz sin demora para exigir su pronta liberación.

Aunque su repugnante dictador accediera, no se sabe a cuenta de qué, a liberar 222 políticos que yacían prisioneros por el simple hecho de pensar distinto, debemos entender que las cosas no han cambiado ni cambiarán en el país mientras la abyecta pareja persista en adueñarse de él. Nicaragua clama al mundo por ayuda y no se les puede dejar de lado.

Sigue siendo alarmante que los hondureños persistamos en ser malos vecinos, no con los Ortega, sino con su sufrida ciudadanía. Es indispensable que los grupos sociales: iglesias, empresarios, trabajadores, académicos, y cooperantes alcemos nuestra voz y acompañemos a los hermanos nicaragüenses en su lucha por la liberación de la satrapía. Ya sabemos que, como siempre, no hay nada que esperar del gobierno, pero las voces y las manos unidas seguro contribuirán a sacarles de este paso largo y difícil de más de 40 años.

“Andará Nicaragua su camino en la gloria, porque fue sangre sabia la que hizo su historia” cantó con urgencia alguna vez Silvio y hace poco le oí aceptar que esa letra no se prestaba ya a la realidad actual. ¡Debemos acompañarle! Si hay algo que podemos hacer como centroamericanos es unirnos, más que integrarnos, en la lucha por la vida justa y digna, esa que los nicaragüenses no tendrán mientras las cosas sigan ahí como están ahora.

*Rector de la Universidad José Cecilio del Valle.

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