China, Vietnam y el modelo cubano

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22 de febrero de 2023
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China, Vietnam y el modelo cubano

Óscar Lanza Rosales

El país de España ha reproducido recientemente, una entrevista al profesor y exilado cubano en Estados Unidos (EU), Carmelo Mesa-Lago, en la que este reconoce una serie de factores -entre ellos el embargo- que influyen en el pobre desempeño de la economía cubana, pero agrega que “por encima de todo está el ineficiente modelo fracasado”.

Mesa-Lago es un distinguido emérito de Economía y Estudios Latinoamericanos de las Universidades de Pittsburgh y Oxford, entre otras. Autor de más de setenta libros sobre economía de la seguridad social y la salud en América Latina, la economía de Cuba y sistemas económicos comparados. En 2007, la Organización Internacional del Trabajo le otorgó el Premio Internacional al Trabajo Decente, compartido con Nelson Mandela, expresidente de Sudáfrica y Premio Nóbel de la Paz.

Mesa-Lago es respetado por su rigor científico. Se exilió en 1961, pero desde que llegó a EU se pronunció por la moderación y contra la política de embargo estadounidense.

Considera que Cuba está viviendo una de sus peores crisis y que las tímidas reformas económicas implementadas hasta ahora han fracasado y son insuficientes para sacar al país del caos y sentar las bases del desarrollo. Acaba de terminar una investigación en la que compara dos modelos de economías socialistas: Cuba, todavía con su plan central ineficiente, y el exitoso modelo de socialismo de mercado de China y Vietnam, y concluye que “los dos países asiáticos han superado ampliamente a Cuba en su desempeño económico y social, a pesar de que, cuando ocurrieron sus revoluciones, China y Vietnam estaban muy por debajo de Cuba en indicadores sociales”.

Según sus investigaciones, estas son las diferencias de los tres países: El modelo cubano se distingue por el plan central y grandes empresas estatales dominantes sobre el mercado y la propiedad privada. Por el contrario, el modelo chino-vietnamita, las pequeñas, medianas y algunas grandes empresas privadas y el mercado predominan bajo un plan descentralizado, donde el Estado regula la economía y controla las empresas más grandes. Por ejemplo, la participación del sector estatal en el Producto Interno Bruto (PIB) se ha reducido substancialmente en las dos economías asiáticas: en 2019, 27% en Vietnam y 31% en China, versus 91% en Cuba.

A la par, la participación del sector privado en el PIB ha crecido rápidamente en China y Vietnam y es hoy el factor más dinámico en la economía. En Cuba, la pequeña expansión del sector privado ha tenido muchos obstáculos. En China-Vietnam, un agricultor decide libremente a quién vender y fijar el precio por la oferta y la demanda. En Cuba, los productores están obligados a vender una parte de su cosecha al Estado a precios fijados por el gobierno por debajo del precio de mercado. China, hoy es autosuficiente en alimentos y Vietnam genera un amplio excedente agrícola que exporta. Si Cuba siguiese una política agraria similar, en pocos años terminaría la enorme escasez de alimentos y la necesidad de importar cerca del 80% de lo que consume.

Mesa-Lago acepta que ha estado públicamente en contra del embargo desde 1970 y apoyó la política de normalización de relaciones del presidente Obama con Cuba, y acepta que Trump endureció el embargo. Biden ha flexibilizado algo esta política, pero mantiene la mayoría de las sanciones. Venezuela ha reducido la ayuda económica y el suministro de petróleo. La pandemia afectó gravemente al turismo y las remesas. Y además están los efectos de la guerra de Ucrania. Pero por encima de todo -concluye- está el ineficiente modelo económico cubano que, con variantes, lleva 62 años y ha fracasado en todo el mundo.

Él sostiene que el modelo chino-vietnamita tiene la capacidad de salvar a Cuba del caos actual y enrumbarla en la senda del desarrollo económico-social sostenible, pero cree que es difícil que Cuba lo adopte. Al parecer, La Habana apuesta al modelo ruso. Recién acaba de firmar un acuerdo con ese país, para lograr un mayor apoyo en suministro de petróleo, inversiones y expansión del comercio. De aplicarse el modelo ruso, Cuba copiaría por segunda vez a su exbenefactor, con resultados dudosos. Las razones de rechazar el modelo chino-vietnamita no son económicas sino políticas. Fidel Castro siempre objetó el modelo chino. Raúl reconoció públicamente su progreso, pero no lo aplicó en su gobierno. Y Díaz-Canel ha declarado que “el cambio generacional, no debe ilusionar a los adversarios de la revolución. Que él es la continuidad y no la ruptura”.

¡Sin embargo, este es el modelo, que algunos gobiernos de Latinoamérica quisieran imitar, incluyendo el de Honduras!

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