¿SUEÑAN LO QUE SON?

ZV
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23 de febrero de 2023
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12:19 am
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¿SUEÑAN LO QUE SON?

TAL parece que la sacudida del jarro de las hormigas es lo que ha cautivado al colectivo. “¿Quién sacudió el jarro? –escribe una afiliada– lo divertido es que unas salieron mareadas, otras bolas y otras turulatas; algunas con su interesada versión de los hechos, otras ni cuenta se dieron de lo que paso…. muy buena reflexión”. Me recuerda fragmentos de “La Vida es Sueño” de Pedro Calderón de la Barca: Sueña el rey que es rey, y vive/ con este engaño mandando,/ disponiendo y gobernando;/ y este aplauso, que recibe/ prestado, en el viento escribe,/ y en cenizas le convierte/ la muerte, ¡desdicha fuerte!/ ¿Que hay quien intente reinar,/ viendo que ha de despertar/ en el sueño de la muerte?/ Sueña el rico en su riqueza,/ que más cuidados le ofrece;/ sueña el pobre que padece/ su miseria y su pobreza;/ sueña el que a medrar empieza,/ sueña el que afana y pretende,/ sueña el que agravia y ofende,/ y en el mundo, en conclusión,/ todos sueñan lo que son,/ aunque ninguno lo entiende./ Yo sueño que estoy aquí/ destas prisiones cargado,/ y soñé que en otro estado/ más lisonjero me vi./ ¿Qué es la vida? Un frenesí./ ¿Qué es la vida? Una ilusión,/ una sombra, una ficción,/ y el mayor bien es pequeño:/ que toda la vida es sueño,/ y los sueños, sueños son”.

Algunos afiliados al colectivo inquietos ¿qué es eso de “monitos cilindreros”? Para mayor ilustración, tomamos de otra columna las referencias a este tema. “Entre los 222 presos políticos expulsados por “traidores a la patria”, están siete que intentaron disputarle la presidencia y cinco sacerdotes”. En reciente editorial que recoge unos bellísimos versos de la poeta nicaragüense recién despojada de su nacionalidad, junto a tantos otros, decíamos: “Qué placer siente toda mentalidad autocrática meter a ese feo costal lo que contradice su arbitrario capricho. Traición es –para mentes constreñidas–todo proceder contrario al mezquino interés de un capataz. Traiciona quien –en actitud decente y con criterio propio–defienda la libertad. Traidor sería, entonces, aquel o aquella que –aliado al superior interés de la patria– no se someta a esos antojos de intolerancia –e inmutable ante la murmuración insidiosa de monos cilindreros– no transa con sus principios”. Dado que ese párrafo motivó la curiosidad de varios lectores en los cilindreros, estos volvieron a aparecer, ya sin tanta parábola: “Para el sátrapa y su aparato de propaganda de monitos cilindreros que dan vuelta a la manivela del organillo totalitario, traición es la negativa a enajenar el alma. Lo traicionan quienes llevan los intereses del pueblo y de la patria dentro de sus corazones, como cosa opuesta a la dictadura. ¿Escucharon, alguna vez, “la fábula del mono y el organillero”?:

“Érase una vez un organillero muy ingenioso que había entrenado a un mono para darle vuelta a la manivela del órgano”. “Cada semana el organillero colocaba una nueva canción para que el órgano sonara diferente, aunque el mono lo único que sabía era que solo con darle vuelta, el órgano reproducía música y por ello se creía muy poderoso, teniendo la idea de que el organillero dependía de su habilidad de darle vuelta a la manivela y bailar, para acaparar la atención de los sorprendidos espectadores y al final recibir unas monedas en una vieja taza de latón”. “Sin embargo, el mono nunca se dio cuenta de que estaba encadenado y que dependía absolutamente del organillero”. “No obstante, un buen día el organillero recibió una fuerte suma de monedas de un hombre ambicioso, para comprar el mono. El animal fue reemplazado por otro que aprendió rápido las mismas habilidades, pero también sujeto a una cadena”. “El viejo mono nunca comprendió por qué por más que le daba vuelta a la manivela de otros órganos, no reproducía música; y que lo único que conservó fue la cadena alrededor de su cuello. El comprador se quedó con un instrumento que ni él, ni el mono comprendían”. “Porque la música, la hace un músico, ni el órgano, ni el mono”. (Qué monos –comenta el Sisimite– esos sueños de Calderón de la Barca. Y eso que no habla de los dormidos que –suspirando por lo que no tienen habilidad de conseguir– sueñan despiertos. Para no apartarnos de lo mono –interrumpe Winston– lo que no entendieron ni el organillero, ni el monito de la fábula, es que para que haya música se ocupa de músicos y compositores; de mente inteligente y talentosa. Lo otro, lo accesorio, es quien la presenta, el instrumento que la toca y el monito –en su caja de percusión– que mueve la manivela).

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