LUIS ENRIQUE AGUILUZ Y LA PRIMERA EMISORA DE RADIO DE OLANCHITO

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25 de febrero de 2023
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12:06 am
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LUIS ENRIQUE AGUILUZ Y LA PRIMERA EMISORA DE RADIO DE OLANCHITO

En la celebración del primer aniversario de Radio Mercurio, de izquierda a derecha Ramón Durán Soto, Juan Fernando Ávila Posas, Luis Enrique Aguiluz, Max Gil Santos, Juan Ramón Martínez. Agachados Mario Murillo y Edgardo Rivera. (C.1962)

Juan Ramón Martínez

En 1961, Luis Enrique Aguiluz Arias (Choluteca, 1 de enero de 1935), hijo de Federico Aguiluz Meza, originario de Comayagua y María Ester Arias Cubero, nacida en Choluteca. Estudio la primaria en Choluteca y la secundaria en el San Miguel de Tegucigalpa. Egreso de la Escuela Agrícola Panamericana de El Zamorano como agrónomo y se especializó en agricultura tropical en la Universidad de Loyola en Nueva Orleans, y en 1961 fundó la primera emisora radial de Olanchito, Radio Mercurio “la Voz del Comercio”, HROL, 46 kilociclos en onda larga.

Antes Aguiluz, había participado en la creación de la primera emisora en Comayagua, Radio Valladolid. “Gracias a la iniciativa del empresario y farmacéutico don Manuel Pereira Cálix se inaugura en Comayagua “Radio Valladolid” que fue la primera radio comercial cuyas ondas surcaron el espacio de la antañona ciudad. Fue una emisora modesta, de poca cobertura, pero le dio un giro a la vida de la localidad para cuya población fue algo novedoso, pues fuera del contacto que se mantenía con HRN en Tegucigalpa a través de sus noticiarios, radionovelas y programas cómicos, nunca se pensó que un día se tendría la oportunidad de contar con un medio de comunicación electrónico. (Mirna Orellana). Según la historiadora citada, participaron junto a Luis Enrique Aguiluz, como locutores operadores y técnicos: Roberto Velásquez Núñez, Cruz Alonso Díaz, Ángel Fernández, Manuel Benigno Medel, Carlos Edgardo Aguiluz y Carlos Quesada Aguilar, después capitán de las Fuerzas Armadas.

En 1961, Aguiluz compró Radio Valladolid y la traslado a Olanchito. Aguiluz Arias, popularmente conocido como “Colocho”, se había desempeñado, años antes como agente agrícola en la desaparecida STICA (Servicio Técnico Inter Americano de Asistencia Agrícola) en Olanchito y contraído matrimonio con Ruth Bendeck Aguiriano, hija de Serapio Bendeck, nacido en Belén, Palestina y de Amparo Aguiriano, originaria de Olancho. Con ella procreo tres hijas: María Ester, Marlen y María de los Ángeles. (Además, fue padre de Ina Aguiluz Ruiz, de Olanchito y de Maryorie Aguiluz, de Comayagua)

En Olanchito, Aguiluz, había hecho amistad con varios miembros de su generación: Carlos Urcina, Juan Aquilino Díaz y José Abel Melara Vega. El equipo de radio que llevó a Olanchito, era muy elemental. Lo básico; pero útil para el propósito que buscaba Aguiluz Arias. La nueva emisora fue instalada en una residencia particular, ubicada en el lado oeste del complejo que ahora alberga las escuelas principales de Olanchito: la de Varones “Modesto Chacón” y de Niñas, “José Cecilio del Valle”. La casa era propiedad de Tomás Miranda Oseguera. Era la última de una calle que atravesaba de norte a sur la ciudad. Olanchito era entonces una ciudad pequeña, cabecera del municipio del mismo nombre de unos 10,000 habitantes y que limitaba por el norte con la quebrada Andaluza, por el sur con camino a las Jaguas y El Ocote, por el este con potreros cercanos al río Uchapa y por el oeste con el Cementerio General. Solo se podía ingresar a ella por medio de la vía férrea, y por un aeropuerto situado en El Arrayan, situado entre Agalteca y Sabanetas. Durante la gestión edilicia de Dionicio Romero, se había producido la primera extensión ordenada de la ciudad, con la creación –en los potreros del oeste de la ciudad–, de la colonia La Libertad.

Luis Enrique Aguiluz bailando con su novia Ruth Bendeck Aguiriano.

Para buscar recursos humanos que permitieran la operación de la emisora, cuya potencia era de un kilovatio, en onda larga, cubriendo la ciudad y los campos bananeros en un círculo de unos treinta kilómetros, Aguiluz, echó mano de Urcina que ánimo para que participaran, como generosos voluntarios, a Felipe López (sastre, corresponsal de HRN), Juan Ramón Martínez ( Profesor de educación primaria), Juan Fernando Ávila (estudiante) Ramón Durán (estudiante), Max Gil Santos (estudiante), Alberto Urcina (estudiante), Mario Soto Murillo (estudiante), José Rascoff (estudiante), Aurelio Orellana (estudiante), y Edgardo Rivera como técnico especializado en el equipo radial. Los locutores eran Luis Enrique Aguiluz, Carlos Urcina, Felipe López H, Juan Ramón Martínez, Juan Fernando Ávila y Max Gil Santos. Martínez, también cumplía turnos como operador de los programas de rancheras. Le apodaban “Cuartillo de nervios”. El resto solo eran operadores de consola. Todo el equipo era liderado por Urcina que, para entonces tenía una oficina contable, ubicada en la casa de las Agurcia, –calle del Cementerio, al sur, calle de por medio, con el Cabildo–. Carlos Urcina, egresó con el título de Perito Mercantil y Contador Público, en la primera promoción del “Francisco J. Mejía”, fundado, en abril de 1943. Después de las trasmisiones radiales que trascurrían entre 5 de la mañana y concluían a las 9 de la noche, la mayoría de los miembros del equipo de locutores y operadores, se reunían en la oficina de Urcina, para hablar y comentar, en una tertulia singular en la que se hablaba de todo: política, sociedad, literatura; y se escuchaban noticias y música en onda corta, en las emisoras de Costa Rica, Nicaragua, Cuba y México. Algunas veces se agregaba Max Sorto Batres y Juan Ramón Cálix, abogado. La tertulia terminaba hasta después de las doce de la noche. Todos los días de la semana.

La programación de la radio era fundamentalmente musical. El primer noticiero radial fue creado y dirigido por Urcina. Ofrecía, noticias internacionales, de la capital y descripciones minuciosas, de hechos de sangre ocurridos en la ciudad o en el Valle del Aguán, especialmente en el Valle Arriba. En la primera fase, los programas musicales más escuchados eran dirigidos por Aguiluz, López Hernández -rancheras, que eran las más gustadas por los campeños de la bananera- Juan Fernando Ávila, música moderna y juvenil y Martínez, merengues, dominicanos y colombianos, bajo el título de “Rico Caliente y Sabroso”. Y Aguiluz escribía y dirigía un programa cómico en el cual hacia crítica social. Unos meses después, JRM y Juan Fernando Ávila Posas, fundaron el radio periódico “Aquí, El Pueblo”, con una duración diaria de treinta minutos y que ofrecía noticias locales y un editorial diario que atendía temas locales y nacionales, tanto de carácter socio económico, como también socio político. Desde su fundación, este noticiero se volvió el más popular de la Radio Mercurio. Y cuando, en 1962 se iniciaron las campañas políticas para elegir alcalde de la ciudad y sucesor de Villeda Morales, en la titularidad del Ejecutivo, Lisandro Quesada y Roger Orellana, dirigían un espacio político liberal, muy agresivo y que normalmente se enfrentaba en cuanto a su línea de pensamiento con el grupo de Urcina, Martínez y Ávila. El alcalde de Olanchito era “Puno” Herrera, un hombre popular, liberal formado en las calles; y sin ninguna formación educativa, más allá de la escuela primaria La ciudad era liberal; pero la mayoría de los alcaldes, de nombramiento, eran nacionalistas. Recuperada la libertad de elección, los liberales se impusieron. Además, en la ciudad circulaba el semanario Patria, dirigido por Carlos Urcina y figuraba en su indicador Juan Ramón Martínez como administrador. En 1962, este seminario fue clausurado, porque la dueña de la Imprenta Gardel atendiendo presiones de los nacionalistas, la cerró impidiendo la impresión del último seminario que tuvo Olanchito.

El agrónomo Aguiluz en New Orleans.

El primer anuncio de la radio era el único grabado de la emisora: cura mula, una medicina para atender las enfermedades de equinos. Olanchito era entonces una ciudad ganadera y agrícola. De modo que el producto anunciado era muy popular. Además, localmente tenían anuncios en la radio, Salón Lux, Salón Astoria de Domingo Urbina, Farmacias Honduras de Mauricio Ramírez y La Nueva de Alirio Ponce, Tienda La Muñeca de Carlos Hotch, Clínica Dental de Constantino Martínez, Centro Mercantil de Nicolás Marzuca, La Palestina de Serapio Bendeck, La Violeta de Felipe Ponce, La Flor de Belén de Víctor Gabrie y posiblemente el mejor anunciante: Confites CHC de Juan Agurcia, hermano de Dorila Agurcia. El mayor apoyo fue de inmigrantes árabes, conocidos como turcos. La calle que, desde el mercado, conducía a la Estación del Ferrocarril, era conocida como la “Calle de los Turcos”. La excepción era, la última tienda, de un señor de apellido Paz, originario de Olancho. El jefe de la Tienda de Standard, establecida en la Estación, a la vera de la línea férrea, era Rafael Melara, de Catacamas, Olancho. Aunque la empresa privada más importante de la región norte era la Standard Fruit Company, nunca tuvo interés en apoyar las actividades culturales de Olanchito, por lo que no hizo uso del medio de comunicación para acercarse a la ciudad cívica, donde sus habitantes –pese a su dependencia económica- tenían pocos afectos y consideración por la actividad bananera. Los trabajadores bananeros, en cambio, se hicieron oyentes permanentes de Radio Mercurio, la que aprovechaban para escuchar las rancheras mexicanas, sus favoritas y hacer dedicatorias, enviando en sus cartas, dirigidas a Felipe López, aportaciones voluntarias que iban desde veinte centavos hasta cinco lempiras, de modo que estos fondos eran la retribución al que era entonces, el más popular locutor de música mexicana. En cambio, los políticos locales, sí valoraron la posibilidad de uso del medio para promover candidaturas y para preservar el liderazgo sobre la ciudad y sus habitantes. Y procedieron a crear una sociedad mercantil para instalar su propia emisora.

“Radio Mercurio”, operó con dificultades económicas y nunca pudo desarrollarse. En 1963, cerró operaciones, tanto por sus dificultades como porque una sociedad de empresarios liberales –Lino E. Santos, Sixto Quesada Soto y otros– fundaron Radio Lux, con equipo moderno e instalaciones funcionales. Aguiluz cerró su empresa y aceptó dirigir a Radio Lux. También se trasladaron a la nueva emisora, la mayoría de los primeros locutores que se habían empezado a formar en Radio Mercurio. Menos Juan Ramón Martínez que para entonces estudiaba en Tegucigalpa. Unos años después, Aguiluz dejó Olanchito. En 1989 residía en San Pedro Sula, donde trabajó en el INA; y después en 1993 se estableció en Choluteca. Aquí, trabajo en televisión, “en un programa jocoso, en el que hacia el personaje de don “Cholu”, con buena aceptación entre los televidentes” (Marlen Aguiluz Bendeck).

En Choluteca falleció Aguiluz el 18 de octubre del 2010. Carlos Urcina había muerto el 22 de enero del 2009. Aurelio Orellana el 17 de agosto del 2018. Ramón Durán Soto, en agosto 1 del 2020. Max Gil Santos el 5 de marzo del 2019 De aquella generación, sobreviven, Juan Ramón Martínez, Juan Fernando Ávila, Mario Murillo, José Rascoff y Alberto Urcina. En Olanchito residen Mario Murillo y Juan Fernando Ávila. El primero retirado después de una exitosa carrera docente y el último, como médico dentista. En Tegucigalpa JRM y José Rascoff. Y en La Ceiba, Alberto Urcina, que se hiciera piloto aviador de combate y fuera jefe de dos bases aéreas. Encabezados por Luis Enrique Aguiluz y Carlos Urcina, formaron una generación importante en la vida cultural de Olanchito. Posiblemente, la cuarta generación más productiva de la ciudad cívica en el siglo XX.

Tegucigalpa, febrero 19 del 2023.

 

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