Clave de SOL: Una gota puede ser una tormenta

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26 de febrero de 2023
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Clave de SOL: Una gota puede ser una tormenta

Por: Segisfredo Infante

He leído con detenimiento el último poemario de Julio César Pineda. No es nada fácil opinar sobre su estilo y contenido. Ello a pesar que desde nuestra juventud he conocido casi toda su obra, tanto poética como prosaica. Es más, recuerdo haberle publicado su primer poema impreso en las páginas de “El Cronista Dominical”, hace más de cuatro décadas, allá por 1980 ó 1981. Más tarde pusimos en circulación, en la Editorial Universitaria de la UNAH, su libro de artículos y ensayos “Color del tiempo”.

Pero su primer libro de poesía fue nombrado con el paradójico título de “Nuevas narraciones”, adoptando quizás la idea altamente poética de “Prosas profanas” de Rubén Darío, aunque con orientaciones diferentes. Aquel primer libro de poemas de Julio César Pineda está construido mediante una especie de técnica silogística “sui generis”, con lenguaje apretado y tono sentencioso, tal como lo esbozamos en la presentación oficial realizada, hace tantos años, en la ciudad de San Pedro Sula.

Desde entonces el autor ha invertido enormes esfuerzos mentales con el propósito, consciente o inconsciente, de alejarse de la técnica de su primer libro, incursionando incluso en las esferas brevísimas del “Haiku” japonés. Los tiempos venideros hablarán sobre la pertinencia de tales incursiones. En último caso es difícil que este autor se desprenda totalmente de su estilo originario, a pesar del trabajo desplegado en su más reciente libro “Conversaciones en el alba del patio” (“Editorial GS”, abril de 2022).

Intentaré aproximarme a ciertas características de este nuevo poemario. Pero ante todo debo confesar que me religa una antigua amistad con el poeta Pineda, desde la segunda mitad de la década del setenta, con quien hemos aprendido que la delicia de los amigos auténticos es aquella de disfrutar las coincidencias y respetar las diferencias en el ámbito de las cosmovisiones literarias, incluyendo pimientos ideológicos. Esto lo sabe muy bien el narrador Abel Herrero (Carlos López Osorio hijo), mi primo materno, amigo de la misma época y de aquel pequeño círculo de lectores “iniciáticos”.

Julio César Pineda es afortunado al momento de titular los poemas incluidos en “Conversaciones en el alba del Patio”. Reparemos en unos ejemplos: “La muerte otro instante de la vida”; “Novedades del pánico”; “Negación de mi yo”; “La vida bajo cero”; “El amor también no es un lugar para mí”; “Una gota puede ser una tormenta”; “Cada cuerpo gira alrededor de otro”; y “El pudor tiene miedo al sexo”.

Del lenguaje apretado y sentencioso de “Nuevas narraciones” nuestro autor salta, en su nuevo libro y sin ningún rubor, al empleo de versos largos en los cuales pareciera encantarle el uso abundante de formas pronominales localistas y extrañas conjunciones, lo mismo que cambios ortográficos deliberados, bajo la consideración que utiliza un lenguaje conversacional. Pero hay que llevar cuidado, pues aquí detectamos un truco, esto es, que el aparente facilismo de los textos esconde paradojas, versos autónomos unos respecto de otros, y giros temáticos inesperados dentro de un mismo poema. La idea es que el lector haga un esfuerzo de interpretación, en tanto que Julio César no quiere, en ningún momento, lectores fáciles de satisfacer, sino cierta complejidad cerebral. Incluso retorna, de cuando en cuando, a la técnica del verso tajante o lapidario.

En “Novedades del pánico” declara su cansancio frente a la vida, amén de que “Aún brilla el astro en la órbita del sueño”. (…) “Aquí las cosas se aburren de tedio.// Nadie sostiene diálogo con su sombra// si no puede hablar con los demás.// A diario me asaltan espectáculos de afligido,// vivo recluido en las amenazas del bullicio”. (…) “la policía -a lo lejos- vigila la sucesión de los hechos” (…) “La angustia me asedia demacrada en los gestos de mi rostro”.

Una de las técnicas retóricas de la poesía de Julio César Pineda, aparte de los obvios encabalgamientos sintácticos, es la utilización reiterada del “hipálage” impersonal, que rompe la estructura lógica de la prosa común, pero también del verso, con lo que se enriquece la ambigüedad del poema. Veamos un poco: “sangran las calles.// Soy la noche// desalojada sin astros.” (…) “Festeja el ocio en los acordes del repudio” y “Un filo de cuchillos afrenta al dolor cansado de su herida”. (…) “El mar no sabe nadar, sólo bracea” y “acierta la herida del relámpago”. Etc.

Pienso que los poemas que más me gustan son los siguientes: “La vida bajo cero”, dedicado a los indigentes y desempleados. “El amor también no es un lugar para mí”, por la paradoja y la fractura sintáctica desde el título mismo. “Me apasionan los aviones”. Y “Una gota puede ser una tormenta”. Hay un poema (“Imágenes en movimiento”) en donde el autor hace una mixtura de materialismo crudo con existencialismo. ¡Éxitos Julio César Pineda, con su poemario “Conversaciones en el alba del patio”!

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