¿EL SENTIDO COMÚN?

MA
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8 de marzo de 2023
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12:41 am
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AHORA que en el Congreso Nacional discuten el tipo de consultas que pudiesen trasladarle al soberano, en un ejercicio plebiscitario, o en referéndum –si lo relativo a la segunda vuelta o al espinoso asunto aquel de la reelección– nada se perdería, más bien podrían hacer el interrogatorio más entretenido, si incluyesen las preguntas formuladas en el editorial “CONSULTAS”, publicado ayer en esta columna de opinión. “Amanecimos –reacciona un buen amigo– produciendo dopamina, también conocida como la droga del amor”. “Leer la produce, pero tiene contraindicaciones, puede inducir la imperante necesidad de enamorarse; y eso sería bueno, siempre y cuando, sopesen bien de qué se están enamorando”. “Las preguntas no solo presumen que en el colectivo haya buenos lectores sino además conocedores del idioma”. “Sabroso juego de palabras –de sinónimos y antónimos– la riqueza del español nos lo permite; no tienen respuestas pero se pueden disfrutar”.

Aunque una amiga intentó responder algunas de ellas. ¿Por qué las mujeres abren la boca cuando se maquillan los ojos? Respuesta: “Los músculos faciales entran en estado de relajación haciendo que la mandíbula también se relaje y se abra por sí sola”. Se dice que solo 10 personas en el mundo entendían a Einstein. Si nadie me entiende a mí ¿soy un genio? Respuesta: “Creo que soy un genio, ja, ja, ja…”. (En la mayoría de ellas puso “paso”, y otras las respondió mal, sin embargo, finaliza admitiendo: “me aplazó”). La curiosidad de otro lector: “Sería ese el test con que los examinadores de la Junta Nominadora eliminaron a varios notarios en la prueba de conocimiento?”. Una lectora inquisitiva: “Ja, ja, ja… me ha despertado la imaginación y me ha sacado sonrisas a buena mañana. Buena forma de estimular la mente y el buen humor. Le comparto una que seguro la tiene en su amplio repertorio: Si hablamos de un ‘más allá’, ¿por qué no hablamos de un ‘más aquí’?”. Otro buen amigo: “Ja, ja, ja… es que imagino al Sisimite y a Winston con semblante grave, en tertulia, lanzando preguntas al estilo Newton”. Otra lectora: “Pegunta mi hija de 6 años y medio, ¿por qué mi dedo meñique se llama meñique, si mi pulgar es más pequeño que el meñique?”. Otra contribución: “¡Buenísimo! ¿A las cuántas vueltas se echa un perro? Pues a la última, dirán…”. Otra reacción: “Si la caja negra de los aviones es lo único que sobrevive en un accidente, ¿por qué no fabrican los aviones con el mismo material de la caja negra?”. “¿Si al teflón nada se le pega, como pegan el teflón a las frideras?”. Otros acertijos: “¿Por qué llamamos al planeta tierra si más del 90% del mismo es agua?”. ¿Si, Tribilín y Pluto son perros, por qué Pluto anda en cuatro patas y Tribilín en dos? ¿Por qué es imposible estornudar con los ojos abiertos? ¿Hasta dónde se lava la cara, un calvo? ¿Cómo hacen para saber cuándo la comida de los perros es más rica; quién la prueba?

Otro lector: “Me encantó el buen humor de las preguntas, aunque si nos ponemos a pensar, tienen bastante lógica; es bueno relajarse y este tipo de lecturas lo hacen, se sale de lo cotidiano y por otro lado rompe esquemas y eso es lo bonito y agradable”. Otro lector: Sumaría a las preguntas capciosas ¿por qué las vacas comen pasto verde, tienen sangre roja y dan leche blanca? Otro lector: “Extraordinario editorial, nos hace recapacitar y a la vez analizar sobre nuestra vida, conducta y hábitos, en particular la lectura y su gran importancia, en nuestra salud mental”. Una buena amiga: “Hoy descubrí que no soy tan inteligente, ya que no pude sacar a nadie de dudas en mi pequeño colectivo de hijos y nietos con quienes comparto el editorial”. Otro lector manda una caricatura de un niño, empuñando un rifle de juguete, preguntando a su maestra: ¿Cuál es el arma más poderosa? Respuesta: “Leer. La cultura. La información. Por eso hay quien prefiere que tengas una pistola a un libro”. (Pues bien, comenta el Sisimite, una vez en clase me fui de espalda cuando escuché la respuesta de un compañero a la pregunta de la profesora: ¿cuál es el ave más peligrosa? “Un zopilote con ametralladora”, le respondió. Eso no es nada, interviene Winston, en una clase de zombis que socializan con pichingos no con palabras y de analfabetos de esta generación que aun sabiendo escribir y leer nada leen y nada de ver escriben, hicieron la misma pregunta sobre el “ave más peligrosa”. Uno de ellos inmediatamente levantó la mano y contestó: “El abecedario”. Winston tiene otra pregunta parecida a las del editorial de Las Consultas: ¿Por qué en mucha gente, el sentido común no es el más común de los sentidos?).

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