En ocasión del aniversario de la operación militar especial de Rusia en Ucrania

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/ 8 de marzo de 2023
/ 12:22 am
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En ocasión del aniversario de la operación militar especial de Rusia en Ucrania

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* Alexander Khokhólikov

Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la Federación de Rusia en la República de Nicaragua, concurrente en la República de Honduras y la República de El Salvador

El 24 de febrero pasado se cumplió exactamente un año desde el inicio de la operación militar especial de Rusia en Ucrania. Esta es una razón seria para volver a los orígenes del conflicto, para pensar qué trascendencia tiene para nuestro país y los destinos del mundo, incluyendo América Latina. Es especialmente importante hacerlo en las condiciones actuales, cuando los emisarios diplomáticos de los estados del “Occidente colectivo”, al mando de Washington y Bruselas, han desatado una activa campaña en la región contra Rusia, a la que acusan de una “agresión no provocada” y violaciones del derecho internacional.

Al mismo tiempo, se sabe muy bien que la operación militar especial ha sido una medida obligatoria de nuestro país para detener el genocidio de la población rusoparlante de Donbás, que se negó categóricamente a someterse al régimen ultranacionalista antirruso de Kiev que llegó al poder como resultado del golpe de Estado de 2014 realizado con el apoyo de los Estados Unidos y sus aliados europeos. Esperábamos poner fin a las represiones políticas, económicas y militares de Kiev contra su propio pueblo de las regiones del Este del país por medio de la aplicación de los Acuerdos de Paz de Minsk, según los cuales Donbás seguía siendo parte de Ucrania, pero Kiev no tenía prisa por cumplirlos. Ahora está completamente claro por qué. Según las cínicas revelaciones de la excanciller alemana Angela Merkel y el expresidente francés François Hollande, estos acuerdos solo sirvieron como tapadera para preparar una salida militar del conflicto. Durante los ocho años del genocidio en Donbás con el consentimiento tácito del Occidente y la comunidad internacional, fueron asesinadas unas 15 mil personas, entre ellos niños y ancianos. Al mismo tiempo en Kiev ya hablaban de la necesidad de obtener armas nucleares letales. Fue en aquel momento cuando nuestro país intervino de manera oportuna y lanzó una operación militar especial en vísperas de la invasión prevista para marzo de 2022 de las Fuerzas Armadas de Ucrania en las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk.

Hoy es extremadamente importante entender bien por qué Rusia está luchando en Ucrania. Los Estados del “Occidente colectivo” no nos dejaron alternativa, ignorando francamente nuestros intereses nacionales y rechazando con arrogancia en diciembre de 2021 las propuestas integrales rusas de estabilidad geopolítica y garantías de seguridad. A pesar de nuestras advertencias la OTAN continuó acercándose obstinadamente a las fronteras de Rusia, rodeándonos por todos lados con sus bases militares. Teniendo en cuenta la naturaleza agresiva de esta Alianza “defensiva” bien conocida en todo el mundo por su participación en el bombardeo de Yugoslavia en 1999, en campañas militares para derrocar gobiernos legítimos en Afganistán, Oriente Medio y Libia, no teníamos ninguna duda de que la OTAN representaba una amenaza real para nosotros y quería desatar una agresión contra Rusia utilizando el régimen neonazi títere de Kiev. Por lo tanto, la realización de la operación militar especial en Ucrania con el objetivo de su desmilitarización y desnazificación para nosotros es un derecho legítimo a la autodefensa, previsto en el Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas.

Cabe enfatizar los aspectos domésticos e internacionales del paso forzado de Rusia hacia el Estado vecino. Para decepción de nuestros enemigos, la operación militar especial ha servido para consolidar y purificar la sociedad rusa, que ha resistido las sanciones sin precedentes impuestas por el “Occidente colectivo”. Más aún, las restricciones impuestas contra nosotros han golpeado dolorosamente las economías de sus iniciadores, mientras que la producción industrial, la agricultura, la ciencia y las tecnologías rusas han comenzado a desarrollarse rápidamente. Nuevamente nos hemos convencido de que debemos confiar en primer lugar, en nuestras propias fuerzas y recursos, no depender de un proveedor extranjero y desarrollar persistentemente los territorios de Siberia y el Lejano Oriente.

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