Con la esperanza de una justicia terrenal -por parte de las autoridades policiales y judiciales- y dejando a Dios lo sucedido a sus cuatro hijos, se encontraba ayer la pareja de campesinos formada por doña Bety del Cid y don Dionisio Aguilar Morales.

Al humilde matrimonio sobreviven tres hijos, y varios nietos procreados por algunos de sus hijos ahora muertos. Sus hijos fallecidos fueron identificados como Limber (20), Henry Ismael (22), Carlos Humberto (25) y Miguel Aguilar del Cid (29).

“Ahora solo queda dejarle todo a Dios, porque Dios es que va arreglar esto que nos ha sucedido”, se consolaba Bety del Cid, visiblemente consternada, segundos después de haber enterrado a cuatro de sus hijos, todos muertos en la emboscada de la noche del lunes pasado.

La mujer de campo afirmó que sus hijos eran trabajadores y se dedicaban a la siembra de café y maíz.

“Solo queda seguir luchando por crecer a estos nietos”, explicaba, rodeada de varios miembros de su clan familiar que fue atacado por desconocidos, supuestamente por una venganza.

ESTABA EN HOSPITAL

Por su parte, don Dionisio Aguilar Morales, sumamente consternado dijo que “ahora no creo en nada, nada pasa por mi mente, ahora no creo ni en la Policía, ni en nada”.

Segundos después dijo que “ahora solo Dios nos puede proteger”.

Al consultarle si se imaginó esa tragedia que embarga a su familia, el humilde campesino dijo que al momento de la masacre, él luchaba por su propia salud, porque padece de la próstata, por lo que estaba ingresado en el hospital Santa Teresa, de la ciudad de Comayagua.

Recordó que cuando sucedió el múltiple crimen, él estaba luchando por su vida en el centro asistencial y le habló uno de los sobrevivientes, quien le conto sobre la tragedia en que habían muerto cuatro de sus hijos.

Como pudo y con la ayuda de un conocido, don Dionisio Aguilar llegó al lugar de los hechos, pero ya sus hijos estaban muertos. “Ahora que se haga la voluntad de Dios, solo Dios sabrá qué será de mi vida y la de mi familia”, confió. (JGZ)