De la dinámica industrial a la dinámica virtual

ZV
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9 de marzo de 2023
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12:02 am
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Por: Jorge Roberto Maradiaga

Es una realidad incuestionable, que la humanidad ha evolucionado, generándose una significativa cantidad de cambios. Cada transformación se ha producido por la capacidad del ser humano de ir ampliando sus conocimientos y, así, poder hacer frente a los problemas que nacen de dichos cambios.

Evidentemente, el desarrollo de la tecnología ha sido lo que ha permitido ofrecer soluciones a ciertos problemas, satisfaciendo algunas necesidades y dando lugar al progreso. Sin embargo, el desarrollo nos dirige inevitablemente a la adaptación a las novedosas realidades que surgen con las transformaciones sociales y económicas, frente a lo cual necesaria e inequívocamente tenemos que asumir una conducta positiva y transformadora.

Tal como lo destacan estudiosos del tema. Este es el caso del metaverso, que representa el resurgir de un espacio: el virtual, que supone sin duda alguna el cambio tecnológico del siglo XXI. La secuencia en la que se han dado las distintas transformaciones a lo largo de la historia nos demuestra que el ser humano ha sido capaz de sistematizar las distintas vicisitudes. Así, la primera revolución industrial vio nacer la patente de la máquina de vapor (1789) que significó el paso de una economía agrícola a una economía industrial.

Evidentemente, dicha revolución supuso el mayor conjunto de transformaciones económicas, tecnológicas y sociales de aquella época. La segunda revolución industrial introdujo la producción masiva basada en la electricidad. Se inventó la cadena de montaje y el sector industrial vivió una aceleración sin precedentes. Con tercera revolución industrial llega la informática y con ella a programarse las máquinas, lo que desembocó en una progresiva automatización que más tarde vio la llegada de Internet.

Es admitido que, en la segunda mitad del siglo XX, el mundo entero presenció y comenzó a disfrutar del profundo desarrollo tecnológico y empresarial del sector de las telecomunicaciones con la incorporación al mercado de nuevas herramientas, como los teléfonos móviles y la televisión (por antena, cable, satélite o fibra óptica), que revolucionaron tanto los principios históricos sobre los que se sustentaban las sociedades nacionales como a la humanidad en su conjunto. El resultado realmente innovador de esta revolución tecnológica no pasa tanto por las diversas consecuencias que el surgimiento de los ordenadores y el procesamiento de datos tuvieron sobre la toma de decisiones o la elaboración de políticas o estrategias, sino que fue la irrupción de Internet como canal fundamental, quizá con el tiempo el más importante para el comercio.

Destacamos además, que la cuarta revolución es la que se denomina revolución virtual, porque se pasa de una economía industrial a una economía digital y por ello toma el relevo con aún más fuerza que sus antecesoras. Además se destaca algo que compartimos: Los avances en robótica e inteligencia artificial, la presencia omnipresente de Big Data y la dependencia cada vez mayor del cloud computing son solo algunos atisbos de cómo la innovación tecnológica está modificando aún más la sociedad y las economías actuales, acortando así la brecha entre ámbito digital y físico. Esta transformación genera un mundo en el que los sistemas de “fabricación” virtuales y físicos cooperan entre sí.

No obstante, esta revolución se distingue de las anteriores porque no solo se trata de sistemas inteligentes y conectados. Su alcance es todavía mayor, ya que es la fusión de la tecnología y su interacción a través de los dominios físicos junto con los virtuales. Hemos presenciado ya en varias ocasiones que una pequeña innovación tecnológica basta para provocar la inutilidad de numerosas normas jurídicas y frente a ello los profesionales del Derecho debemos estar compenetrados.

Indiscutiblemente, los avances tecnológicos proporcionan nuevas oportunidades para el comercio con novedosos productos o servicios, pero también dificultan la capacidad de poder aplicar la norma jurídica tal y como ha sido concebida o transformada a consecuencia de las innovaciones que han ido surgiendo. Sin embargo, podemos decir que nos encontramos no tanto en una irrupción innovadora sino en la reaparición de un mundo: el virtual, con la Internet Web.3.0 como antesala.

Siendo las cosas así, la humanidad tiene que atender a la realidad que plantea la más reciente revolución y tomando en cuenta que la evolución trae consigo el cambio y por ende la restructuración de aquellos derechos que ya no atiendan de forma tan eficaz a la realidad del tráfico jurídico y económico, podemos decir que el nuevo desafío del derecho es ahora la realidad virtual y aumentada.

Nadie puede escapar al hecho de que, en la sociedad actual, la economía se desarrolla en un entorno desmaterializado. La naturaleza dinámica y en constante evolución de los mundos virtuales plantea numerosas cuestiones. Estos retos incluyen modelos de negocios cambiantes y tipos novedosos de “mercancías”.

En atención a lo señalado, es un imperativo categórico que en nuestro país demos un paso cualitativo y que la capacitación o formación tecnológica a todos los niveles sea una política estatal, en concordancia con los requerimientos de una sociedad en evolución significativa.

Doctor en Derecho Mercantil, catedrático universitario y especialista en Derecho Aeronáutico y Espacial.

E-mail:jorge.mara@yahoo.com
jorgermara@gmail.com

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