Juan Pablo II en Honduras, “a cuatro décadas de su visita”

ZV
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10 de marzo de 2023
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12:17 am
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Por: Tony Salinas Avery

A cuarenta años de la visita del hoy santo, el papa Juan Pablo II a Honduras, vienen hoy a cuantos tuvimos la dicha de disfrutar de una u otra manera, los más especiales recuerdos y sentimientos, por el entusiasmo de su llegada, el profundo contenido de sus mensajes y el especial encanto de su personalidad carismática y llena de santidad. Pocas horas permaneció en el país, pero nos parecieron que había pasado un sin número de días y horas con nosotros. Desde los más jóvenes hasta el más adulto, agitando con sus manos las banderas de Honduras y El Vaticano, gritaban llenos de emoción: “¡Juan Pablo amigo, Honduras está contigo!”. Cuánta gracia desbordó Dios para con nosotros, a través de la persona de su siervo el papa misionero y peregrino de la paz. Con su primera visita fuera del Vaticano a México en enero de 1979, manifestó su vocación peregrina para confirma en la fe a todo el mundo cristiano y creyente. Desde ese momento manifestó ser un pontífice con un magisterio, podemos decir, de “síntesis”, basado en redescubrir para la inteligencia de todos: La verdad de Cristo, la verdad de la iglesia y la verdad del hombre. Bajo estos enunciados movió el rumbo de toda la vida eclesial hacia el tercer milenio de la era cristiana, con un convencimiento tal de querer poner la bases de una nueva evangelización, tomando en primer lugar a los jóvenes protagonistas, a quienes muchas veces les dijo: “Vale la pena dedicarse a la causa de Cristo, que quiere corazones valientes y decididos; vale la pena consagrarse al hombre por Cristo para llevarle a Él, para elevarlo, para ayudarle en el camino hacia la eternidad”. Así de claras eran sus convicciones, que al llegar al aeropuerto de Toncontín y tras saludar a las autoridades civiles y religiosas, nos dijo el por qué de su visita: “En cumplimiento de su misión apostólica, el obispo de Roma y pastor de la iglesia universal está presente en medio del pueblo de Dios que avanza en suelo hondureño hacia la casa del Padre. Me habéis invitado a venir y, en el nombre del Señor, estoy entre vosotros. Quiero testimoniar también aquí, que Jesús es el Señor el que ha resucitado de la muerte para dar la vida a todos los hombres. Y a la vez deseo alabar al Señor por todas las maravillas que la gracia divina ha obrado en esta iglesia de Honduras”. En toda su vida que pudimos conocer cada vez más y mejor después de su muerte en abril del 2005, comprendimos además que su gran hilo conductor fueron las palabras de San Pablo: “Nolite conformari huic mundo” (“No os acomodéis al mundo presente”) (Ro. 12:2). En otras palabras, no seamos conformistas y no nos dejemos vencer por la alienación de los sistemas económicos y sociales de cada época, muchas veces contrarios al hombre mismo y a su sed de Dios y de amor verdadero. De allí que podemos catalogarlo como un “cruzado del humanismo cristiano”: “Me gustaría hablaros como un amigo habla a su amigo, con cada uno personalmente, mirándonos a los ojos, de corazón a corazón (…). Mirad, a vosotros os toca especialmente la tarea de construir un mundo más humano y cristiano, la misión de salvar al mundo del mal y evangelizarlo. Y os toca a vosotros en especial porque la evangelización no se hace sin entusiasmo, sin juventud en el corazón, alegría, esperanza, transparencia, audacia, creatividad e idealismo. Estas características precisamente hacen de vosotros un aliado natural de Cristo, del mismo Cristo en quien únicamente hallaréis respuestas a vuestros problemas”. ¡Gracias Juan Pablo II, ruega por Honduras ante el Señor!

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