José María Leiva Leiva
“Todo en todas partes al mismo tiempo”, de unos solemnes desconocidos Daniel Kwan y Daniel Scheinert, cuyo único largometraje previo es la comedia “Swiss Army Man” (2016), protagonizada por Daniel Radcliffe en la piel de un cadáver flatulento, resultó el pasado domingo 12 en la gran vencedora de los premios Oscar, al llevarse 7 de las 11 nominaciones a las que optaba: Mejor película, Mejor Actriz (Michelle Yeoh), Mejor Actor Secundario (Ke Huy Quan), Mejor Actriz secundaria (Jamie Lee Curtis), Mejor Guión original, Mejor dirección, y Mejor montaje.
Un resultado, a mi juicio, ciertamente excesivo, al ignorar la Academia otras películas y apartados nominados, y mirar hacia otro lado, después de tantos años de indiferencia de Hollywood hacia los personajes, actores, historias y narradores asiáticos. Se trata de una ficción que resulta al mismo tiempo comedia, artes marciales y surrealismo, y su tono oscila constantemente entre lo sentimental y lo sarcástico como las tomas de “un mapache que utiliza a un chef de cocina Teppanyaki a modo de títere. Los duelos protagónicos entre Yeoh y Jamie Lee que tienen salchichas en lugar de dedos”.
“Un tapón anal gigante que funciona como portal hacia dimensiones paralelas. Un “bagel” (pan redondo con un agujero en el centro, similar a una dona) giratorio que simboliza el nihilismo. Rocas inteligentes que conversan telepáticamente. Coreografías de lucha durante las que consoladores y peces espada vuelan por los aires”.
La película retrata en esencia la vida de una inmigrante china que regenta una lavandería junto a su marido -que se quiere divorciar- y no se entiende con su hija -que ha empezado una relación con otra mujer, que no es china- se ve empujada a evitar la destrucción del multiverso, que está siendo amenazado por una fuerza oscura y debe ayudar a salvarlo. “Para cumplir con su misión, la protagonista debe activar las habilidades que tienen sus diferentes versiones de otros mundos. A medida que lo hace también descubre cómo podría haber sido su vida si hubiese tomado otras decisiones en algunos momentos”.
“Cuando se trata de cine, el multiverso abre la posibilidad de conocer a un personaje de un millón de formas diferentes, cambiar historias y destinos, corregir contextos, ofrecer segundas oportunidades o simplemente jugar con nuestras mentes”, ha escrito Paloma González en https://www.gq.com.mx/. Ejemplos de ello los encontramos en El multiverso de Marvel con títulos como Spider-Man: Into the Spider-Verse, y Doctor Strange in the Multiverse of Madness. Dark, la serie alemana y Matrix.
Precisamente, es posible que parte de la fascinación generada en buena parte del público se deba a un guion versátil, que introduce la posibilidad de un multiverso a base de delirantes golpes de efecto y loquísimas referencias a otras películas, lo que hace dinámica su trama, aunque innecesariamente larga, compleja, absurda y sumamente aburrida.
https://www.youtube.com/watch?v=qhOgSLBtKIE
