LETRAS LIBERTARIAS: De un imperio a otro

ZV
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18 de marzo de 2023
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12:03 am
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Esperanza para los hondureños

Por: Héctor A. Martínez (Sociólogo)

El tuit de la presidente Castro de Zelaya, donde gira las instrucciones al canciller Reina para comenzar un proceso de “acercamiento” con China continental, ha causado un gran revuelo en los círculos políticos y económicos del país y de los propios Estados Unidos. A partir del “post”, los allegados al Gobierno y la oposición establecieron sus posturas con respecto al tema; unos muy bien pensados y coherentes, mientras otros han dejado entrever su ignorancia e ingenuidad en sus estimaciones.

Aunque la cosa pinta sencilla en apariencia, en esencia, no lo es. Es bastante probable que el tal acercamiento sea parte de un proceso que debe haber comenzado hace algún tiempo, digamos desde antes de las elecciones del 2021. Lo que sí es cierto, es que ningún país se afilia a un “club” de amigos sin que el imperio ponga e imponga sus condiciones de incorporación; nos sucedió lo mismo con los Estados Unidos de Norteamérica en aquella época en que las inversiones bananeras vinieron al país en el siglo XIX.

Pero hagamos los fingimientos a un lado; en otras palabras, dejemos de hablar de “soberanía” en una época donde no es el Estado el que decide sobre la política comercial, sino las grandes corporaciones globales, sean chinas o gringas: las inversiones se mueven, ahí donde las facilidades son ofrecidas por un gobierno. Imaginando un hipotético escenario, si Lenovo o Huawei viniesen a instalar una maquila a Honduras, estoy seguro de que pedirían a cambio ciertas prerrogativas de explotación, incluyendo, desde luego, exoneraciones fiscales y regímenes salariales especiales.

Como es lógico, el anuncio ha generado un conflicto -verbal por los momentos- que Gramsci denominaba como “correlación de fuerzas”; es decir, en este momento existen grupos organizados en Honduras -como en toda sociedad-, que tienen intereses contrapuestos, y que tratan de imponer su hegemonía unos sobre los otros. Eso que llamamos la “realidad nacional” no es otra cosa que un escenario donde los adversarios políticos y los grupos de interés, mantienen una lucha encarnizada por controlar los escasos recursos de un país.

Gramsci también hablaba de los antagonismos entre fuerzas internacionales. Aquí es donde entran los Estados Unidos y la China continental a la palestra, porque es evidente que existe una contienda comercial que Ray Dalio detalla muy bien en “Principios para enfrentar el nuevo orden mundial”, explicando en términos de deuda e inversiones, el declive de los primeros y el auge de los segundos. Pues bien: todo imperio está interesado en obtener parte de los recursos de un país, ya sea por la vía comercial o la militar; para ello es importante controlar el entorno geopolítico, estableciendo alianzas estratégicas, o invadiendo al país más débil.

En el marco de la correlación de fuerzas, este “acercamiento” puede explicarse desde el punto de vista ideológico-político, es decir, existe una guía referencial más inclinada hacia el lado chino y un divorcio con los Estados Unidos; desde una perspectiva financiera; hay un interés por obtener dinero fresco en forma de empréstitos; y, desde un enfoque económico, es decir, no debería extrañarnos que nuevos agentes económicos pretendan desplazar a las élites tradicionales, y controlar el ruedo político, tal como se hacía en el pasado reciente.

Es evidente que esto traerá una desconfiguración en la política y en la democracia centroamericana. A ningún imperio le gusta tratar con socios que presentan una inestabilidad política en su interior. Los gringos llamaban “paz regional” cuando nada hacía peligrar los intereses y las inversiones norteamericanas, de modo que es muy probable que el monopartidismo -que buenos dividendos le ha dado a China continental-, sea el patrón para imponer en nuestra región. Eso significa que los partidos afines a la política china se mantengan por un tiempo prolongado en el poder, asfixiando las posibilidades de los grupos adversos.

Finalmente, habrá que esperar las reacciones de los Estados Unidos, que no se quedarán de brazos cruzados, y desde ya -como suponemos- deben estar preparando su estrategia de contención en la zona.

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