La estética fenomenológica del tiempo y la metafísica del arte en “El Reclamo de las Horas” de Nery Gaitán

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19 de marzo de 2023
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12:45 am
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La estética fenomenológica del tiempo y la metafísica del arte en “El Reclamo de las Horas” de Nery Gaitán

Óscar Sierra-Pandolfi (*)

Nery Alexis Gaitán es un narrador nato, orientado a la posmodernidad, a esas novelas que degustamos sobre Huxley, Sturgeon y Styron. De inmediato en el preludio de la novela sopesa la construcción precisa de sus andamios verbales y estructurales. Nos impresionan, llevándonos a la profundidad ontológica del tiempo. Algunos teóricos, podrían destacar que estamos ante la experiencia novedosa de un relato novelesco. Otros podrían apostar, que es una hilaridad de relatos tirados en efecto de una escalonada. Cualquiera de las dos opciones, nos impulsa, a comprender que se trata de un problema que los lectores asumimos por su complejidad en sus estratos textuales. Ya que se colma una diatriba entre la brevedad y eternidad en la construcción verbal, y entre sus edificadores que sirven de bisagra al desarrollo de la novela. Además, el manejo de los tiempos tanto reales como subjetivos, irradian fuerza estética y son coherentes. Nos referimos a la genotextualidad: a las circunstancias, emociones, temas, lecturas y contextos que dan origen al texto novelesco: El Reclamo de las Horas de Nery Alexis Gaitán, asume la asunción ontológica de objetos y sujetos, que van sucedidos por la aprehensión del cogitans. En otras palabras, la observación del personaje es fenomenológica:

La mansión de los recuerdos
“Lo más hermoso que había en esa mansión era un mueble muy antiguo, había sido elaborado por manos expertas que respondían a un refinado gusto por la belleza. La ruta de las horas databa de la época romana. El reloj era el centro de atención siempre que entraba en este aposento, era inevitable que no lo contemplara, era como si me dijera misterios de otras épocas, de otro tiempo ⎯en la noche, al dormir, sentía que en mis sueños me susurraba las más extrañas historias de amor y de crímenes, conspiradas bajo el influjo de la pasión y los celos⎯”.

Por ello, como lectores, discernimos dos dimensiones: la creación misma del texto narrativo como texto literario y su correlato que discurre existencial, metafísico. La implicatura de aspirar a lo universal, al trascendentalismo, evitando el ripio y el lugar común. Por ello, desde el estrato técnico hay un argumento, trama, y actuantes. Aparte en la segunda dimensión, entran en juego elementos extraliterarios y paralingüísticos que se desbocan con manejo técnico y estratégico. Hay teatralidad, pintura, poesía, entre otras formas artísticas. Claro, de manera implícita. Para demostrar esos enunciados de función poética según Jakobson:

“La verdad, era un reloj que me fascinaba, sentía que su destino se encontraba con el mío en un recodo común del tiempo. Ahora paso mis dedos por su cuerpo y siento como que tuviera vida, y no es por el movimiento del mecanismo, no, es una sensación de otra naturaleza, como cuando uno está en un lugar oscuro, y aunque no mira a nadie, sabe que hay alguien que lo está observando. Percibía una vida ⎯aunque parezcan deducciones de un demente⎯ que agobiada por la tristeza hallábase encerrada en el reloj. Tenía el presentimiento de que ahí permanecía cautiva una hermosa mujer, con unos eternos ojos verdes (mi color favorito, el que me hace pensar en la felicidad, porque… ¡no, no lo diré, es algo muy íntimo para dejar constancia de los anhelos de mi alma!);”.

El reloj, no solo es un objeto que se describe, sino que recobra vida. Así el narrador-focalizado, asume su voz desde adentro, personaje-reloj. Por ello, lo ficticio, resuma fuerza imaginativa: una mujer encerrada en el reloj: es una escena que supedita estética y habilidad técnica. Exponer un objeto concreto y transformarlo en vivacidad, caracterizarlo con vida, lo mistérico. El hombre es el tiempo. El humano es la sangre del tiempo. Somos un reloj atormentado. El reloj contiene una certeza humana, más allá de su mecanicismo. El componente dialéctico entre alma y cuerpo, dualidad sometida al disturbio de la entropía. La caosmosis, donde los personajes son de carne y hueso. Sus padecimientos, más allá de lo sensitivo, más allá del discurrir de sus emociones, de las riberas existenciales, donde el tiempo es muerte, ansiedad, otra vida. Especulación, sueño, espejismo, ansiedad y angustia en palabras de Kierkegaard. Por ello, tomando como punto de partida: Reclamo de las Horas de Nery A. Gaitán.

Concibe el concepto diletante del tiempo, sobrepasa, contrapeso, dilata las aporías y en el entrecejo la forma ambigua atraviesa los umbrales del tiempo. No es un tiempo borgeano, gira a través de la pulsión de la fe por la eternidad, puede ser la idea de la muerte emparentada sin agravio con la existencia. Ya que el personaje se extiende. Es una cualidad de la novela contemporánea. Se diluye el contenido en la forma y viceversa. No solo el procedimiento narrativo, sino que hay elementos compositivos, por ejemplo, el capítulo VI y VII, solo para citar un ejemplo. Desde la extensión hay brevedad, aunque hay un problema: ¿nos referimos a la brevedad de la lectura?, ¿a la brevedad del tiempo que dura el lector o lo que tardan los personajes en moverse?, ¿o es un bucle que atraviesa fronteras metafísicas? En otras palabras, se leen pocas palabras, aunque se navegue en la profundidad, el recorrido del texto, traspasa la inmanencia, porque, el juego de planos acorta la linealidad en un juego ontológico:

VII
“Ella sabía que yo la amaba desde siempre. Por eso me torturaba con su indiferencia. Hoy dicen que la vieron con un acompañante, iba paseando del brazo por lugares dudosos para una dama; ¡sí, andaba con un hombre, con su amante de turno quizás! ¡Cuánto le he pedido que se redimiera, que yo estaba dispuesto a dar todo por ella! Pero a cambio solamente recibía sus burlas”.

No queremos podar o intervenir en análisis estructuralistas que mellan o anidan situaciones estáticas y mecánicas, obviando la dimensión humana. La novela es humana, es de carne y hueso, se hace en el andar, expresa Óscar Tacca. Aunque se emana esa sustancia en que está hecho el tiempo, nadie lo sabe, es un misterio. Es ahí la línea fronteriza entre lo breve y lo eterno. Simplemente se expresa: “Ella sabía que yo la amaba desde siempre”, hay trama, pero no es una trama común y corriente. Aunque notamos una mujer y un hombre, el viejo mito edénico configurado en una vida de múltiples vidas. Se abre quizás, la alternativa de que no estamos solos en la cinta de Moebius del tiempo. Hay posibilidades de venir de otro tiempo: antes de nacer, o después de morir.

En el nivel de fondo, los personajes podrían ser agónicos, degradados por la brevedad, o sea el único antagonista en la novela que deja una dimensión dialéctica es el tiempo y sus reveses, irónicamente, el reloj, dentro de la novela va funcionando como otro personaje que cobra vida, efecto en los sentimientos de los otros personajes, así sucede cuando la mujer, tira el reloj al suelo con mucha violencia, luego vendrían los efectos y consecuentes:

“Ella tomó asiento ⎯como esperando algo, según me pareció⎯ en un sillón a un lado del reloj. Las horas empezaron a suspirar: ella empezó a inquietarse, agarró el reloj con violencia y examinándolo con angustia me interpelaba desesperada:”

El efecto, dilapida, reacciona ante la dama, que pareciera que el tiempo se acelera, y que ella envejece. Podríamos confirmar dos puntos: primero que la narrativa se ofusca en la ficcionalidad, dando un revés certero. Es la belleza del tiempo, la entropía y distopia del tiempo. Converge, domina, y cae angustiada. Por ello, determinamos que es una novela, compleja, no es una juntura de relatos determinados por la unidad de enunciados. Al contrario, cada parte, podría supeditarse a la autonomía del relato. Como lo indica Ortega y Gasset: “la novela ha de ser hoy lo contrario que el cuento. En este se cuenta peripecias”. Prosigue Ortega y Gasset: “la acción o trama no es la substancia de la novela, sino, al contrario, es su armazón exterior, su mero soporte mecánico”. Incluso en los personajes, circunda la fuerza de ser redondos, como el reparador del reloj, que subyace en toda la atmósfera.

Vamos a diferenciar, que en la novela tradicional, siempre el bien triunfa sobre el mal, considerando, que Reclamo de las Horas, tiene engarce: “si la traición nos separa”, “encuentro”, “ternura que hace vivir” y “alivio”, solo para citar algunos ejemplos, podrían verse como cuentos a simple vista. Si observamos, analizamos y ahondamos. De inmediato, la presencia de un hombre y una mujer, en la misma eventualidad, en el mismo conflicto del tiempo, en la misma posición de amor, en la misma mansión. Entonces estamos hablando de estructuras que se interrelacionan en una mirada en conjunto: es una novela. Porque la novela se centra en los personajes, y el cuento en la trama.

Hay enunciadores, marcadores verbales, y elementos relacionadores directos: como los diálogos de los personajes, y los componentes cronotópicos. Está sostenido por lo que Genette llama: fábula. La secuencia de eventos que ocurren dentro de la novela. No obstante: Reclamo de las Horas, evita que las estructuras se muevan del lado contrario del tópico del tiempo, porque no solo hace el tratamiento temático, sino que el reloj, el tiempo, los instantes son la esencia de la novela, lo humano se soslaya en una enorme esencialidad ante los paraderos del infinito, sin obviar ciertos conflictos terrenales. La simbolización del reloj, es sustituido por el cuarzo, aunque encontramos algunos relatos, donde la figura maternal, la inquietud de la niñez, aparecen accesorios, que dan fuerza y correlato, y eso le da más certeza a la novela de conjurar el instante en palabras, o la palabra en instante. Podría ser que se trate de una novela con tono surrealista, pero, que deja entremedio, un umbral, para diluir la realidad cruda. El autor recurre a una variedad de recursos literarios, que evitan la fotografía de esa realidad, los espacios físicos se remueven entre el suplicio de las descripciones y el diálogo emergente de los personajes. Mantiene el cuidado, de no caer en el pastiche, en la consigna dilatoria, o en el partidismo, en teoría política, arma una cosmovisión, una homología, bajo los cimientos de esta novela, la producción de mercancía, el talente del capitalismo subrayado con ironía y burla, y nos presenta al ser humano enajenado, encarcelado en su destino incierto y en un futuro que no vendrá jamás, la mecanización del ser humano.

El texto al llevarlo a las interpretaciones álgidas, puede sufrir cambios internos o externos. Puede ser objeto de traducción de código de la escritura a un código oral, donde incursionan factores metafóricos y morfofonémicos. Didascálicas, dialógicas, y una tramoya metafísica de figuraciones plásticas, donde surge la escenografía en salto de planos, cuyos efectos especiales gravitan en una trama de capítulos densos e intensos en el Reclamo de las Horas, en un boceto epopéyico, que réflex una coreografía de colores, música, y tramoya metonímica, son componentes logrados magistralmente. Tanto sígnica como de significado en el plano del contenido. Aunque, opuestos, ambos términos. La juntura de las profundidades significativas que recorren sus capítulos desde una estructura condensada, que despliega los conceptos profundos del tiempo y de personajes que soslayan ser completos, complejos y universales.

Cada palabra, cada capítulo es una raicilla que va produciendo interconexiones sémicas, sintácticas, con encabalgamientos narrativos precisos con intencionalidad estética. De forma holística la novela: El Reclamo de las Horas. No emplea la rigidez, vuelve a una multidimensionalidad, como si el lector transbordara varias pistas de imágenes, de significados, y de mundos en continuum en un juego lúdico, mítico, filosófico y sideral. Su punto de partida es la cotidianidad en un plano expresionista-impresionista, esa es la confirmación de una simbiosis entre estructuras retóricas de trasparente goce lectoral.

Todorov expresa: «Es historia en el sentido de que evoca una cierta realidad, acontecimientos que habrían sucedido, personajes que, desde este punto de vista, se confunden con los de la vida real. […] Pero la obra es al mismo tiempo discurso: existe un narrador que relata la historia y frente a él un lector que la recibe. A este nivel, no son los acontecimientos referidos los que cuentan, sino el modo en que el narrador nos los hace conocer«(Todorov, 1966.p. 157).

El texe o tejido en escalonada, es la tirada estilística de Nery Gaitán, al trabajar sosegadamente el experimento novelesco, incluso, de forma novedosa. El intercalamiento narrativo. Dentro de la precisión de ir de relatos alargados a relatos en minificción, en el sentido de la macroestructura hacia la microestructura. Todo determinado por una intención siléptica y analéptica, en la primera la extensionalidad del relato, y la segunda, la síntesis existencial. Por eso el asunto, de creer que se trata de cuentos brevísimos o relatos álgidos. Cuando en verdad, se trata de un trabajo de novela que nos orienta a lo extraño, a lo no escrito, donde se aleja del lugar común y del pastiche que es normal dentro de la actual novela corta en Honduras.

Determinantes filosóficos
La filosofía entre los griegos, tuvo común denominador: “La duda” en el problema del ser. En algunos casos tomaron “la nada” como la negación del ser: lo que hay es el “ser”, y solo cuando se lo niega, aparece “la nada”, por ahí la figura del reloj en la novela: El Reclamo de las Horas de Nery Alexis Gaitán, nos lleva a otros paraderos, a otras dimensiones que traspasan la fenomenología de la vida y la muerte. Nos remontamos en este sentido a los pensadores como Parménides que sostuvieron que solo: “el ser es”, y “el no ser”, “no es”. En diferente línea, se ha sostenido que de la: nada no deviene nada, de tal manera que afirmar tal cosa, sería destruir la noción de causalidad y la especulación. Podría ser que la novela aborda el tiempo en términos absolutos, en una complejidad de personajes que tienen como fuente los sueños, las vidas pasadas, el cosmos, el quantum, tópicos tocados y tratados con mucha fuerza y delicadeza en la respectiva novela. En el contexto histórico en que los Dorios invadieron en el siglo XII a. C, por lo que los Jonios emigraron a Asia Menor fundando numerosas colonias: [Mileto, Éfeso, Clazomene, Samos], las cuales tuvieron contacto con las culturas orientales. Por ello, Nery Gaitán, recorre las riberas existenciales del tiempo, en todas las civilizaciones para el armatoste de su novela. De forma inherente, implícita, oportunamente, se esbozan el entrecruzado de una infinidad de interpretaciones, donde la linealidad, y el mosaico quedan fuera del juego creativo, para dar lugar a planos simultáneos, rupturas, abrupciones desde el sentimiento, emoción, y cosmovisión de los personajes, que van evolucionando en el tejido narrativo. Esos cambios, se soslayan con profundidad, evitando la pancarta y la sublimación emotiva que es típico de los narradores hondureños del siglo XXI. Por eso en el asunto de la novela, se emerge, despliega, y sucumbe lo que Platón procuró comprender, cuál podría ser la función de una participación de la “nada” en la concepción de los entes que son. Al igual Aristóteles, sostuvo que tanto la negación como la privación se dan dentro de afirmaciones, porque incluso del “no ser “puede afirmarse que “no es”. Pero luego, la concepción cristiana instaló la idea de Dios creando el mundo a partir de la nada, lo cual transformó significativamente las bases de la especulación filosófica ejerciendo posterior influencia en la filosofía moderna. Asimismo, Reclamo de las Horas, es la caverna posplatónica del tiempo, la lucha pendenciera entre la brevedad y la eternidad. Donde “la nada y el ser” fueron los primeros problemas que enfrentó la filosofía para conceptualizarse, y es un problema que se aborda desde el clímax que se trasunta en el fondo de la novela, que es forma y contenido a la vez.

El lenguaje crea vida, se auto consustancia. Podríamos decir que la filosofía y la novela de Gaitán, en su verba, expresan que filosofar es el acto en sí del pensar. Los personajes se sobreponen a la modalidad de pensar, luego el saber, ser y estar. Por eso, la novela: El reclamo de las Horas, es sensitiva, arquetípica, potenciadora del ser, va hacia el ser, desde el ser. Donde se origina el tiempo en la novela, lo que dura su lectura, o lo que viven sus personajes o la vida del escritor. No, nada de ello, el tiempo, es difuminación del cosmos, es lo discreto del estar, de una mirada más allá del quantum, de la aridez de la muerte y de la supremacía de los sueños. Gaitán, concibe esta novela, desde un parteaguas lingüístico, el viraje denotativo y el ámbito de la metáfora cotidiana en conceptos de Lakoff, pero que nos envuelven las profundidades del estar y del no estar. La filogénesis de la humanidad tiene su punto en el filosofar cuando el hombre de la caverna, el “homo erectus” o el “homo sapiens”, descubren el fuego con el choque de dos piedras, o se le atribuye la conexión de la idea hacia la “acción”, Aristóteles le llamaría “acto en potencia”. El hombre de la caverna estuvo en una especie de interrogación silenciosa emanada por un lenguaje “el instinto”, es la primera estrategia sensitiva que abre el escollo para el razonamiento. En el caso de la novela que nos ocupa, es ontológica, metafísica y contradictoriamente dialéctica en términos de Hegel. Reclamo de las Horas, se convierte en una propuesta novelesca: novedad técnica en el juego de planos, digresiones, abrupciones, funtores, autor- fautor, enunciaciones que juegan con los diálogos, disloques del tiempo, arquitectura de microrrelatos en el relato en función de una estructura holótica-fractal, el trabajo del tema del tiempo ontológicamente, el conflicto abarcador de toda la atmósfera de la novela. Construcción de personajes problemáticos, y propicio, la participación del lenguaje como personaje al mismo tiempo. Queda el suplicio estético, la novela literaria y el salto cualitativo de la novela breve corta en la década de los 90, cuando apenas afloraban asomos narrativos.

(*) Escritor, crítico y actor.

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