HASTA AHORA QUE TE VEO…

ZV
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23 de marzo de 2023
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12:50 am
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HASTA AHORA QUE TE VEO…

ALUSIVO a editoriales anteriores, lectores le mandan unas frases a Winston y al Sisimite para su repertorio. “El valor es gracia bajo presión”. (Ernest Hemingway). “Toma menos valor criticar las decisiones de los demás que sostener las propias”. (Atila). Y ¿por qué será –como ejemplo lo de AMLO– que a punta de mentiras repetidas, pese a tener enfrente la realidad que las desmiente, se puede engañar, una y otra vez, a un montón de boca abiertas? Según Winston: Porque “a la gente le gusta que le mientan, le gusta que le digan lo que quiere oír”. Como dice el dicho –responde un lector– “Cada quien que se crea la mentira que más le guste”. (Nada de eso sucedería –apunta el Sisimite al final de otro editorial sobre la aparente complicidad de muchas izquierdas latinoamericanas a la invasión rusa– si Ucrania –que era la tercera potencia nuclear del planeta– no hubiese renunciado en el Memorándum de Budapest a entregar su arsenal nuclear heredado tras la disolución de la Unión Soviética, a cambio de seguridad y reconocimiento como país independiente. Ah, pues –interviene Winston– mejor que a Honduras no se le ocurra entregar el suyo).

Una lectora reacciona: “Ja, ja, ja; el arsenal de problemas ¿será?”. Y sobre el artículo del sistema arancelario dice: ¿Por qué no me extraña que nuestro país se haya quedado sin hacer… solo viendo? Muy cierto esto “el despropósito de permitir que entre el producto terminado libre y la materia prima pagando impuesto de introducción”. “Premiar las empresas de afuera y a sus trabajadores y castigar a las empresas domésticas, condenando a los trabajadores hondureños al desempleo”. “¿Y no se le ocurre que el desempleo se traduce en delincuencia?”. Otra opinión: “¡Qué buen editorial!”. “Lo he leído muy lentamente; porque me cautivó”. Otro lector: “Más claro imposible, ojalá lo entiendan”. Un analista: “¡Sin duda no podía estar más de acuerdo! A pesar de los beneficios potenciales que el TLC nos pudo brindar –creo– surgieron las siguientes desventajas: 1. Pérdida de soberanía: Limita la capacidad para tomar decisiones económicas y comerciales autónomas. 2. Competencia desigual: Se enfrenta una competencia desigual con empresas extranjeras que tienen mayores recursos y economías de escala. 3. Dependencia económica: Dependencia excesiva de un mercado o grupo de mercados que nos hace vulnerable a la volatilidad del comercio internacional y a los cambios en las políticas comerciales de otros países. 4. Impacto en la agricultura: Tiene un impacto negativo en la agricultura y la producción local. La importación de productos agrícolas a precios más bajos reduce los precios de los productos locales y daña la economía rural. 5. Reducción de ingresos fiscales: Redujo los ingresos del gobierno y afectó la capacidad de financiar servicios públicos y proyectos de desarrollo”.

Otro lector comenta: “Este editorial es una cátedra. Con el TLC, que vino con nombre y apellido, el Cafta, acá los famosos, pero ya no recordados, cuartos adjuntos, permitieron privilegios para los cercanos generales de la negociación que el país había designado”. “Unos sí y otros no”. “Así que los pocos productores nacionales que pudieron tener beneficios no llegan ni a cinco dedos de la mano”. “Protegió a la maquila que aún sigue prosperando –como a otros negocios– pero los demás productores se deprimieron”. “Por eso la balanza comercial a la fecha sigue siendo tan deficitaria, más que antes, y lo poco de banano, café y camarón que se puede exportar, es para países de Europa y Asia”. “La FDA rigurosa sigue sin permitir la exportación del pollo hondureño a casi 20 años del Cafta”. (Peor ahora con esa peste de los pollos, que los huevos cuestan un ojo de la cara, ni que fueran huevos de Fabergé. Y espérense –advierte el Sisimite– a ver la invasión de productos agrícolas y alimentarios ahora que entren sin cuotas y libres de impuestos de introducción, desplazando la producción nacional, porque los inútiles negociadores hondureños –a los que los expertos del imperio se los echaron a la bolsa– condenaron las actividades del campo a la ruina. “La excusa del lerdo –Winston con sus refranes– hasta ahora que te veo me acuerdo”).

 

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