LETRAS LIBERTARIAS: Demandas sociales, presupuesto y poder

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25 de marzo de 2023
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12:04 am
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LETRAS LIBERTARIAS: Demandas sociales, presupuesto y poder

Esperanza para los hondureños

Por: Héctor A. Martínez (Sociólogo)

Por si no lo sabían, un gobierno no debe intervenir los mercados, a menos de que se trate de un país socialista al estilo de Cuba, donde el Estado es el dueño de la producción, decidiendo qué es lo que se debe producir, y cuánto. Pero las demandas de un bien o un servicio no se crean artificialmente; surgen espontáneamente según las necesidades sociales. El cometido de satisfacer esas necesidades solo puede garantizarlo el sector privado respondiendo a las señales de la demanda. Por eso a veces se habla con cierta razón de la “tiranía del cliente” en los mercados privados, porque quien decide qué y cuánto se va a producir es el cliente, no la empresa o el gobierno.

Es decir, cuando la demanda de un producto o un servicio aumenta en el mercado, es porque posee un valor de uso, entonces los empresarios buscan la forma de satisfacer esa demanda, porque existen personas dispuestas a pagar por ellos. De modo que el presupuesto de la empresa debe reflejar los costes de producción para darle el “Kick off” al proceso. Así funciona el sistema de economía de mercado: los emprendedores meten su plata ahí donde existen necesidades por satisfacer.

Cuando el Estado interviene en la satisfacción de bienes y servicios, más allá de sus límites, no hace más que entorpecer la naturaleza del mercado. La extinta Unión Soviética se vino abajo porque el Estado planificaba el volumen de bienes que debía producirse, pero este factor no reflejaba la realidad, en principio, porque ninguna empresa estatal puede saber cuál es la demanda real, o si los productos son del gusto o preferencias del público. Hasta el mismísimo Trostsky cuestionó en “La revolución traicionada” los costos altísimos y la mala calidad de los productos soviéticos.

Ningún empresario del calzado lleva a cabo una sobreproducción de zapatos, en números y estilos, si no ha “olido” qué es lo que la gente anda buscando. Si invierte en base a su intuición, es posible que se quede con muchas existencias en bodega, y corre el peligro de perder su dinero. Ningún emprendedor mete su plata en un servicio o producto que nadie anda buscando.

Cuando un gobierno asume que su rol es el de satisfacer la demanda de servicios y bienes para la población, entorpece y pone en peligro el sistema de mercado libre; no solo porque margina a potenciales inversionistas, sino porque esa demanda nunca será el reflejo de la realidad. De hecho, la lógica esencial de un gobierno no es la satisfacción de la demanda nacional de bienes y servicios, sino el de maximizar su presupuesto porque este instrumento de provisión significa tener más poder.

Pero, para que ese presupuesto sea suficiente para un gobierno, se requiere que el sector privado produzca en grande, y que exista un mercado muy competitivo. Si ese no fuera el caso, entonces el gobierno trata de extraer más impuestos de donde pueda, ya sea aumentando el porcentaje, o pidiendo prestado a los bancos.

Las llamadas “demandas sociales” confieren a los gobiernos el marco ideológico para aumentar el presupuesto, ya sea por la vía de las exacciones, o endeudándose, lo que supone que los contribuyentes, además de pagar impuestos, también se harán cargo de esa deuda a largo plazo. Los malos servicios en salud y educación justifican el aumento del presupuesto apelando a la máxima “Falta mucho por hacer” que justifica la expansión de la deuda. La diferencia entre una empresa privada y el gobierno es que si una empresa privada hace caso omiso a la demanda, pierde ventas y hasta puede salir del mercado. En cambio, si el gobierno falla no hay problema porque siempre habrá de dónde sacar la plata; es la única corporación sin fines de lucro que siempre dispone de fondos dinerarios.

Así las cosas, ¿qué gobierno estaría interesado en que desapareciesen los problemas sociales? ¿No les parece extraño que las demandas sociales, lejos de satisfacerlas, empeoran? La respuesta es una sola: el presupuesto como poder.

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