“TAVITA” DE DAVID HUMBERTO TREJO, “UN LIBRO CONMOVEDOR Y HERMOSO”

ZV
/
26 de marzo de 2023
/
01:00 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
“TAVITA” DE DAVID HUMBERTO TREJO, “UN LIBRO CONMOVEDOR Y HERMOSO”

Portada del libro.

Óscar Aníbal Puerto Posas (*)

Honorable Director Emérito de la
Academia Hondureña de la Lengua,
Licenciado Juan Ramón Martínez:

Honorable Director de la Academia
Hondureña de la Lengua,
Doctor Víctor Manuel Ramos:

Excelentísimo Señor embajador
República de El Salvador,
Don Héctor Celarie:

Escritor David Humberto Trejo
y acompañantes:

Distinguidos invitados e
Invitadas especiales:

David Trejo, autor del libro.

Eran los años sesenta del siglo que se fue. La década de los “Beatles”; la década de la guerrilla de Nacahuazú, de Ernesto “Ché” Guevara; de Tania la blonda chica argentino-alemana; de Intí, Pombo, San Luis y cuarenta y nueve más. Fue, además, la época del “boom” literario latinoamericano. Fue, a mi juicio, la época más fértil del siglo veinte. En esa época, de allá de “Cuzcatlán del Sur anclado”, como dice el poeta Roberto Sosa, vino a Honduras David Trejo.

Un vetusto edificio albergaba la Facultad de Derecho. Tan vetusto que estudiantes afectos al estudio nocturno juran haber visto al padre Reyes, recorriendo pasillos con su hábito clerical. El punto es que termitas devoraban el edificio. Nadie lo reconstruía; tampoco se reconstruía la pedagogía. Mucho menos la espiritualidad. El mundo era un torbellino de novedades, y como dije, la UNAH estática, paralizada por el miedo a transitar sendas de renovación. En este panorama nada halagador llegó a Honduras, David Trejo, fundó el Teatro de la Universidad de Derecho. El padre José Trinidad Reyes, le hizo un guiño de ojos desde la eternidad. El presbítero José Trinidad Reyes, además de científico, fue hombre de teatro. Autor de las famosas “Pastorelas”, con las que se inicia la dramaturgia en Honduras (compilada por don Rómulo E. Durón) y elogiadas desde España por Marcelino Menéndez y Pelayo, gloria de la Real Academia Española de la Lengua. En el libro que comento narra David Trejo, estos episodios. Y los narra con voz calcinante de amor a Honduras. Su memoria le permite citar nombres de compañeros en el arte que auspicia la musa Talía: Marco A. Zavala, Antonio Anduray, Napoleón Pineda, Mauricio Velasco, Froylán Ochoa Alcántara, “Chita” Laínez; no olvida a nuestro pintor Gustavo Armijo (a cargo de la escenografía). El maestro en Matemáticas, Salvador Llopis, sorpresas que da la vida, a cargo de la música, Lucy Ondina, recientemente fallecida, era la coordinadora. La voz abrazadora y urgente de Lucy Ondina, no volverá a sonar en los proscenios de América Latina. También ya nos dejó Francisco Salvador, a quien los hondureños no supimos comprender ni querer. Murió en la soledad y la pobreza.

De izquierda a derecha: Víctor Ramos, director de la AHL, David Trejo, David Serna Vaquerano, Primer Secretario de la embajada de El Salvador y Juan Ramón Martínez.

David Trejo tuvo que huir de Honduras. Errores dolosos que los pícaros siembran, en la calentura de la noche, provocaron “la guerra de las 100 horas”, en 1969; David es de los pocos inocentes que escaparon a la espada de Herodes. En su libro relata cómo lo refugió en su casa, Marcos Carías Zapata, dicho sea de paso, exdirector de nuestra Academia Hondureña de la Lengua. Su delación. Su permanencia en el Estado Nacional, convertido en “campo de concentración”. Su rescate por la Cruz Roja y su salida involuntaria de este país que amaba y al que ama todavía, sin gota de rencor. Aquí está de cuerpo entero, y nos ha traído un libro bellísimo; que luego he de comentar.

Por años había perdido la pista de David Trejo. Volví a ver su nombre como diputado firmante de la Constitución de El Salvador, que entró en vigencia “el veinte de diciembre de mil novecientos ochenta y tres”. Trejo fue diputado constituyente por el departamento de San Miguel. Es una lástima que esa Constituyente estuvo presidida por Roberto D´Aubuisson Arrieta, de ingrata recordación. Ironía de la Historia. Entiendo que Trejo representaba al Partido Demócrata Cristiano. En la solapa de su libro está su “currículum vitae”, resumido. ¿Currículum vitae?, dije. No, la suya ha sido la “Vía Láctea”. Si no es que le gana en bríos. Trejo, no solo es hombre de arte. También le apasiona la Política. Entendida esta como “la ciencia que procura la felicidad de los pueblos”. Además de Diputado Constituyente, lo fue al Parlamento Centroamericano. Asimismo, fue embajador ad-letter del “excelentísimo presidente José Napoleón Duarte”. Duarte hizo esfuerzos denodados para evitar el aluvión de sangre que luego inundaría la patria de Claudio Lars y Roque Dalton. También recorrió en el servicio exterior lejanos meridianos; Grecia, Turquía, Austria, la comunidad Helvética. Por eso es “Hijo meritísimo de San Miguel”. Múltiples países le han dado reconocimientos. Menos nuestra “Honduras de fusil y caza”, cito al poeta Pompeyo del Valle. Hizo mucho por nuestro país. Además de teatro, montó varias exposiciones de pintura en la parte baja del Palacio Legislativo. No crean que concitaban el interés de los estudiantes de Derecho. Ahí acudían, siguiendo a Neruda: “Juan Cortapiedra”, “Juan Comefrío”, “Juan Piesdescalzos”. Trejo los atendía. Trejo los introducía a la imagen infinita del arte. Todo lo hacía sin lucro ni más ganancia que aquella que le inundaba el espíritu. Honduras no le ha dado un reconocimiento, este, tarde, se lo rinde la Academia Hondureña de la Lengua.

Juan Ramón Martínez, director Emérito de la AHL.

Ahora hablemos de su libro, es un libro enorme, contiene 538 páginas. Sin duda significó un esfuerzo arduo, duro y complejo para su autor. Valió la pena, es un libro: “conmovedor y hermoso”, como diría Rafael Heliodoro Valle, fundador -con otros- de la Academia Hondureña de la Lengua. Rafael Heliodoro Valle, murió en México en 1959. El mismo año en que falleció Alfonso Reyes. Gobernaba México, Adolfo López Mateos, gran estadista, de los mejores que alzaprimó el PRI. Cuando se le comunicó la muerte de nuestro compatriota, López Mateos, ordenó conferirle póstumamente, la “Orden Azteca”; el señor Canciller puso objeciones. López Mateos, le dijo, algo así: “Sé que la “Orden Azteca” solo se concede a mexicanos; pero Rafael Heliodoro Valle, era más mexicano que hondureño”. Doña Emilia Romero, viuda del autor de “Jazmines del Cabo”, recibió la presea bañada en llanto. Cuento la anécdota en tributo a David Trejo, quien a juzgar por “Tavita”, ahora, le fascinan, las anécdotas. Va esta para su repertorio.

En la portada posterior del libro, se describe magistralmente el contenido. Cito: “Tavita es un personaje, hija de una lavandera y un jornalero, vive en las orillas del poblado, en su niñez un día de pertinaz temporal ha quedado sola, sale bajo la lluvia en busca de su madre y se pierde; es encontrada a los tres días al borde de la poza “El Salto” entre lianas e insectos. En su soledad y hambre, se encontró con la Siguanaba, quien la amamantó dejándola trastornada para toda su vida. // Tavita es espectadora de todos los acontecimientos, participa habitualmente con todos los parroquianos; que conviven con Francisco Gavidia y Óscar Arnulfo Romero o rememoran anécdotas de Gerardo Barrios”.

Víctor Ramos, director de la AHL

Es magistral la descripción del contenido del libro. Ahora, toco la hermenéutica literaria del mismo. En él encontré tres elementos axiológicos: Erudición, Estética y Euritmia. Hay un portento de Erudición en estas páginas. Salta a ojos vista que la escribió una pluma sumamente ilustre. Es un elogio a usted, Dr. David Humberto Trejo, lamento sí que haya utilizado adjetivos incorrectos para calificar su formidable libro: “Cuentos Mediocres. Diálogos Fútiles”. Bastaba titular “Tavita”. No concibo a un autor descalificando su propia obra. No son “cuentos mediocres”. Al contrario, son formidables; recogidos de la cotidianidad en San Pedro Cacahuatique, hoy día, Ciudad Barrios, departamento de San Miguel; y no hay “diálogos fútiles”; son apuntes macizos a la historia de la República de El Salvador.

Veamos ahora el libro de mérito, con otros criterios. En él hay Estética y, en demasía, cito ejemplos:

“La vida sigue montada en yegua cansada, rasca la piel de los tapiales. En el campo ante los avatares, árboles, pájaros, libélulas, se retroalimentan en consonancia con los humanos” (Perplejidad).

“Gerardo Barrios, prisionero, arrinconado miserablemente; salvaguarda el honor de la Patria, en el granítico frasco del sufrimiento” (Exordio).

“Óscar Arnulfo Romero, en su infancia conoce un maestro mágico e ingenuo, mezcla de bondad natural con hipocresía e iniquidad; su conciencia en compasión, ardiendo su corazoncito en misericordia y bondad”. (“Tavita”).

Son metáforas de buena factura que ponen en evidencia al magnífico escritor. Para no alargar el discurso prescindo de otras de parecido jaez.

En el libro abunda la erudición. En pocas obras he aprendido tanto como en la lectura de esta obra. David Trejo, nos percata o advierte de la diferencia entre “la ilustración” y “el enciclopedismo”; y lo hace con precisión y galanura. (“Bajo la luz del mediodía”), nos ilustra sobre los Bonaparte. Al punto de advertirnos que no basta conocer a Napoleón I, el que conoció su ocaso en Waterloo. Se trata de una familia -más bien una prosapia- que brilló en Europa por su exaltación democrática, su ambición, audacia y elocuencia (“Recibimiento al Presidente Pedro José Escalón”). Lo mismo sucede cuando hace la saga de la familia española Ponce de León (“Decreto de Extinción Belén y San Antonio”). Maximiliano de Hasburgo, en mala hora emperador de México, cae bajo la lente de David Trejo (“Bodas de las tres hijas de don Nicomedes”). Asimismo, Augusto C. Sandino “el general de los hombres libres”, como lo calificó Barbusse. “Tavita”, es un libro que entretiene. Pero, además, instruye. Su otra cualidad, es la euritmia.

Conforme a la “Preceptiva literaria”, del cubano Juan J. Remos y Rubio: “Euritmia es la buena disposición y correspondencia de las pautas de una obra de arte”.

Lo más sorprendente es saber que David Humberto Trejo, es un escritor autodidacta. Cual lo han sido los grandes escritores de El Salvador: don Francisco Gavidia (padre genético del Modernismo); Arturo Ambrogi (cayó a mis manos su “Libro del Trópico” y embriagó mi espíritu en plena adolescencia); Alberto Masferrer (a mi juicio, un socialista utópico al nivel de Charles Fourier, con la diferencia que este alzó la voz desde la Francia “la libre, la heroica” cual reza la letra del Himno Nacional de Honduras; y Masferrer, desde un país pequeño y olvidado. A los dos, los anima el mismo amor por los pobres del mundo.

Académicos e invitados especiales

“Tavita”, es uno de los mejores libros que se han escrito en Centroamérica. Es un juicio “a se”, quiero decir con esta voz latina que significa “Por sí solo”; que mi valoración es individual y no comprometo a la Academia Hondureña de la Lengua. “Tavita”, me ha fascinado. Me he desvelado leyéndola. Agradezco al gran escritor Juan Ramón Martínez que me haya confiado su presentación. Quiero sugerirle a David Trejo, una segunda edición. Que amplíe su tiraje a mil ejemplares. Si me lo permite le haría algunas sugerencias, en tono fraterno; a saber: a) mejor revisión -busque un buen corrector de pruebas- y b) no busque un prologuista. El intelectual que buscó -omito su nombre por principios éticos- no cumplió bien su función. No toda personalidad de renombre escribe buenos prólogos. Se necesita para ello, dos condiciones: 1) empatía con el autor; 2) un corazón despejado de egolatría.

Ahondaré en estos aspectos; cuentan que Pablo Picasso, acostumbraba frecuentar -con Paloma su mujer- un restaurante en la “Riviera” francesa. Un día de tantos, se le aproximó el mesero que solía atenderles y le dijo: -Señor, mi nieto dibuja, quiero saber si tiene talento. Le entregó los dibujos infantiles. Picasso los vio. Los colocó sobre la mesa. Cuando volvió el mesero, notó que el gran Picasso -a la sazón el mejor pintor del mundo- había firmado cada dibujo cual fueran suyos. También son famosos los prólogos de Pablo Neruda. Rebosantes de epítetos hermosos a los jóvenes poetas (de ambos sexos) que deseaban que el autor de “Residencia en la Tierra”, les abriera paso en el difícil campo de las letras. Incluso, hay un libro que se titula: “Los prólogos de Neruda”. Lo tuve en mis manos. Lo ojeé. Pero mi faltriquera se opuso a mis deseos de adquirirlo. Picasso y Neruda, eran dos genios. Los genios son generosos. Son productos exquisitos de la naturaleza. En Centroamérica no hay genios. No busque David Trejo, quien le prologue la segunda edición de “Tavita”. Suprímale los subtítulos que le da a su libro.

No puedo concluir sin agradecerle el amor a Honduras que tiembla en las páginas de su libro. El amor a nuestro héroe compartido, el General Francisco Morazán. La denominación que le da al general Cabañas y algunos datos que yo no conocía -creo que tampoco este ilustre auditorio-, a El Salvador llegaron procedentes de Honduras (específicamente de La Esperanza y Camasca), grandes mentores. Los mejores profesores de San Pedro Cacahuatique, eran hondureños. Ciudad Barrios, nombre actual de San Pedro Cacahuatique, los recuerda con nostalgia. El más brillante de ellos -sin duda- Edilberto Cardona Bulnes, “nuestro mejor poeta místico”. A Guatemala, también exportamos inteligencias. El profesor Miguel Morazán, fue maestro de Juan José Arévalo Bermejo, quien al transcurrir el tiempo fue un Presidente catedrático. Arévalo, lo reconoce en su libro: “El espíritu normalista”.

Señores y señoras:

El ritual artístico del autor me sugestiona, su emotividad me encanta. “Tavita”, es un mural inmenso escrito a pluma y no con pincel. “Tavita” es América Hispana, con sus signaturas de un mundo de injusticia secular. “Tavita”, despierta simpatía y a la vez odio contra la clase opresora. “Tavita”, arranca de mi ser un aplauso, cuya sinceridad es emotiva y leal.

Muchas gracias.

(*) Miembro de Número de la Academia Hondureña de la Lengua Sillón “Luis Andrés Zúñiga”

Tegucigalpa, 17 de marzo del 2023

Más de La Tribuna Cultural
Lo Más Visto