¿CÓMO UNA VERGÜENZA?

ZV
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27 de marzo de 2023
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12:53 am
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¿CÓMO UNA VERGÜENZA?

GENTIL colaboración de un afiliado al colectivo, quien agrega una postdata –“mucha razón tenía”– referido a editoriales anteriores sobre el mismo tema: “Los Analfabetos de Hoy” –así inicia el mensaje a su vasto auditorio– de un periodista español fallecido el año pasado. El escritor que transcribe el mensaje de Jesús Quintero en su programa radial de fama mundial, comenta: “Dicha proclama, pienso, más que describir la sociedad de la época, ha sido premonitoria a lo que realmente vendría”. “En sus palabras predice la llegada de un mundo con contenido cada vez más simple y acortado”. “A 40 años de ese discurso, podemos ver el avance acelerado de esa nueva realidad con la llegada de plataformas como TikTok, el aborrecimiento a cualquier contenido largo o la simpleza de la música de moda que hacen tan precursoras y acertadas sus palabras”.

“Siempre ha habido analfabetos –decía el periodista español– pero la incultura y la ignorancia siempre se habían vivido como una vergüenza”. “Nunca como ahora la gente había presumido de no haberse leído un pinche libro en su jodida vida, de no importarle nada que pueda oler levemente a cultura o que exija una inteligencia mínimamente superior a la del primate”. “Los analfabetos de hoy son los peores porque en la mayoría de los casos han tenido acceso a la educación, saben leer y escribir, pero no ejercen”. “Cada día son más y cada día el mercado los cuida más y piensa más en ellos”. “La televisión cada vez se hace más a su medida”. “Las parrillas de los distintos canales compiten en ofrecer programas pensados para una gente que no lee, que no entiende, que pasa de la cultura, que quiere que la diviertan o que la distraigan, aunque sea con los crímenes más brutales o con los más sucios trapos de portera”. “El mundo entero se está creando a la medida de esta nueva mayoría, amigos”. “Todo es superficial, frívolo, elemental, primario… para que ellos puedan entenderlo y digerirlo”. “Esos son socialmente la nueva clase dominante, aunque siempre será la clase dominada, precisamente por su analfabetismo y su incultura, la que impone su falta de gusto y sus morbosas reglas”. “Y así nos va a los que no nos conformamos con tan poco, a los que aspiramos a un poco más de profundidad”. (Hasta aquí la reproducción). Muy similar a lo abordado infinidad de veces en esta columna de opinión –comenta el Sisimite– sobre el analfabetismo de hoy, de aquellos que sabiendo leer y escribir, nada leen y nada de ver escriben. Y eso que hace 40 años cuando el periodista radial dio ese mensaje –interviene Winston– todavía no había ocurrido el “big bang” tecnológico. Ahora, gracias al uso adictivo de los zombis a sus chunches inteligentes –más inteligentes que ellos– el texto está desapareciendo igual que le pasó al buen hábito de la lectura.

La comunicación –continúa Winston en el uso de la palabra– la forma de saludarse y despedirse, prescindiendo del abecedario, es con “Emojis”, Bitmojis, “Stickers” y demás pichingos. Así, sin lo incómodo de deletrear –lo poco que escriben con pésima ortografía, asesinando el idioma– igual platican sin recurrir a las palabras. La socialización tampoco es conviviendo, viéndose las caras, en forma fraternal, amable y amistosa, sino dando rienda suelta a sus aplicaciones de mensajería. Comunican sus estados anímicos, muestran enojo, alegría, angustia, contrariedad, estrés, arrogancia, o ansiedad, “sabiduría”, ignorancia y pendejitud, en franca regresión a la época rupestre. Pulgares hacia arriba o hacia abajo –haga lo que guste con el dedo– guiños de ojos, caritas felices, empurradas, risueñas, apagadas, sonrojadas, endiabladas, coquetas o iracundas; antebrazos musculosos o el pellejo flojo; manitas de palmas pegadas para bendecir o fingiendo movimiento para decir “que tal”; orejas como símbolo que te oigo pero no escucho; en fin, todo el surtido iconográfico para no molestarse usando el alfabeto. Un extraordinario retorno –pero no regreso al futuro de la Inteligencia Artificial– sino al pasado, al más lejano pasado, a la pintura rupestre de neandertales. Si se trata de memes y de “stickers” –vuelve a meter su cuchara el Sisimite– a la escritura jeroglífica de los egipcios, allá por 3200 a.C. De los dibujos en las paredes. Vaya ironía –comenta Winston– la era de los grandes avances tecnológicos en las comunicaciones, solo para retroceder a épocas remotas de la prehistoria. Las chatarras de los chats cuentan con una nueva herramienta sencilla y expresiva. Tan superficial e inconsecuente como la información y el conocimiento que asimilan sacándole el jugo a las redes sociales. Una aclaración –vuelve a la carga el Sisimite– el Internet es una fuente inagotable de datos y de información valiosa. Sin embargo, los insumos productivos –por lo regular– allí están en completo abandono. Pocos aprovechan los frutos. Como las antiguas bibliotecas, repletas de libros, sin lectores que quieran detenerse a hojearlos.

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