Píldora: mitos y realidades

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30 de marzo de 2023
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12:28 am
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Píldora: mitos y realidades

Carolina Alduvín

Hace décadas se escucha el estéril debate en torno a la aprobación de la denominada “píldora del día siguiente”, promovida por los verdaderos liberales y satanizada por ultraconservadores, quienes erróneamente -por ignorancia, o por mala fe al aprovecharse de la del pueblo- argumentan la falacia de que se trata de una sustancia abortiva. Sostengo que las decisiones importantes deben tomarse en base a ciencia y no a ideología; resulta que, el único principio activo del fármaco es el levonorgestrel, una progestina sintética de segunda generación, utilizada en métodos anticonceptivos hormonales, como los implantes subcutáneos, para quienes no tienen la disciplina de tomar una píldora cada día a la misma, los de emergencia, los cíclicos y algunos dispositivos intrauterinos.

Los anticonceptivos, como el término lo indica, actúan impidiendo que un espermatozoide traspase las capas de materiales que rodean al óvulo y que su núcleo se fusione con el de esta célula receptora, y así no haya concepción. Las progestinas la impiden mediante tres mecanismos: 1) Elevan de manera artificial las hormonas que sostienen el embarazo, lo que detiene cualquier nueva ovulación, al existir un “embarazo ficticio”. 2) Espesan el moco cervical, de modo que frene el acceso de los espermatozoides a los oviductos, sitio donde se produce la concepción, y 3) Impiden que se produzcan en forma y tiempo, los cambios necesarios para que el recubrimiento uterino engrose y sea receptivo al óvulo fertilizado, así no hay donde implantar.

Es de esta tercera barrera, de donde surge la leyenda urbana sobre las propiedades abortivas, que millones han creído a ciegas y, pensando en que se condenarían al infierno, se han llenado de descendientes no deseados, con su infinita estela de consecuencias físicas, psicológicas y sociales. Lo que nos ha hecho lucir como un país de cavernarios, al ser la única nación del continente donde aun no se contaba con la aprobación oficial de sus autoridades, pero que; sin embargo, se conseguía clandestinamente, no en las farmacias y droguerías, sino en cualquier pulpería de barrio, obviamente producto del contrabando y la hipocresía.

Cuando este desgobierno de liebres y sumisas sea historia, habrá que reconocer la aprobación del anticonceptivo de emergencia, como la excepcional medida sensata que confirma la regla de concatenados desaciertos en todos los ámbitos, niveles y rubros de la administración pública. No olvidemos que las encuestas de opinión pública, cuando se hacen bien, reflejan el nivel educativo y las creencias de la población donde se levantan. Al respecto, el 56.6% dijo que decisión del ministro de Salud al aprobar la PAE no fue acertada, mientras que apenas el 30% afirma que fue un acierto y el 13.4% o reconoce su ignorancia o se quedó callada.

Esa misma muestra calificó la gestión de la Presidente como muy buena en 8.5% a los 100 días y 4.8% al año; buena en 18.7% y 13.1% en similares lapsos; regular en 49.3% y 37.1%; mala en 16.5% y 27.3% y muy mala en 7% y 17.7% respectivamente, lo que indica una paulatina decepción de los ingenuos que se creyeron que todo sería gratis al llegar la izquierda inútil, corrupta, sectaria y sin menor idea de cómo se gobierna.

La mayoría moralista, ignorante, o ambas, que considera un desacierto el anticonceptivo de emergencia, argumenta que la aprobación de la PAE va disparar el libertinaje sexual, al producirse a pocas semanas de las vacaciones de verano. Habría que presentar las cifras del año y contrastar con las de años anteriores para que dejara de ser mera especulación; el problema para obtener tal información, estaría en primer lugar definir tal comportamiento, dado que lo que para algunos es libertinaje, para otros es la norma; luego, establecer los indicadores para contabilizar los hechos, movilizar un ejército de fisgones, francamente, ¿a quién le importa?

Lo bueno, ahora se cuenta oficialmente con un recurso a la disposición de las olvidadizas, las indisciplinadas, las que unas copas de más les diluyeron las inhibiciones, las que no tenían en sus planes un evento de tal naturaleza, las víctimas de un deleznable delito y cualquiera otra causa. Lo malo, que no se aprobara antes que nacieran todos esos delincuentes que, por su condición de no deseados, buscaron una familia en las asociaciones ilícitas y lo peor: que ni siquiera existiera la PAE y no estuviera a disposición de Hortensia Rosales y de Iris Sarmiento.

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