Muere Mario Hernán Ramírez, el “Viejo lobo del periodismo” y de “Los 13 locos del Guanacaste”

ZV
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14 de abril de 2023
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04:10 am
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Muere Mario Hernán Ramírez, el “Viejo lobo del periodismo” y de “Los 13 locos del Guanacaste”

Don Mario Hernán Ramírez con sus libros, diplomas y reconocimientos en más de 70 años en el periodismo. (Cortesía Proceso Digital)

Murió haciendo lo que más amaba: leer y escribir. Su último artículo, “Un siglo portentoso”, se publicó el pasado domingo 2 de abril, en este rotativo del cual era columnista estelar.

El domingo siguiente, sus lectores pensaron que algo andaba mal cuando notaron su ausencia en su gustada sección. Ayer, sus familiares confirmaron su deceso en el Seguro Social, donde estaba hospitalizado. Por la noche, sus restos estaban siendo velados en funeraria San Miguel Arcángel de la colonia Alameda y hoy recibirá el triste adiós. Tenía 89 años.

Don Mario Hernán Ramírez nació en el célebre barrio Sipile, de Comayagüela, en 1934 y desde que aprendió a leer y escribir se dedicó a las letras.

“Leía hasta siete horas diarias”, le contó a Proceso Digital, en 2021, en una de sus últimas entrevistas, en la cual abundó sobre sus satisfacciones y los sinsabores de la vida.

Escribió 13 libros, fue presidente de la Asociación de Prensa Hondureña (APH) y cofundador del Colegio de Periodistas de Honduras (CPH), que en el 2021 lo premió con el “Álvaro Contreras”, el máximo galardón del periodismo hondureño y uno de los pocos que le faltaba en su vitrina.

“Pensé que nunca me lo darían”, dijo en su momento.

También era miembro de la Academia Hondureña de Geografía e Historia y en su momento fue secretario general del Partido Liberal, del que se retiró en los últimos años.

Fue galardonado con el premio Álvaro Contreras del CPH en 2021.

“UN VIEJO LOBO”

Sus amigos y colegas lo consideraban todo un personaje.

A él le gustaba que lo llamaran el “Viejo lobo del periodismo”, en virtud de ser, junto a Nahúm Valladares, los comunicadores sobrevivientes de los años 50, cuando se inició como locutor comercial en una radio capitalina.

También era miembro de los “13 locos del Guanacaste”, un círculo de intelectuales que se propusieron en vida la quijotesca terea de sembrar entre las nuevas generaciones el amor a las letras, en especial, el legado del poeta Juan Ramón Molina.

La semejante locura en un país donde casi nadie lee tuvo su punto culminante con la instalación -por gestión de sus impulsores- de una estatua del poeta en el parque La Libertad de Comayagüela, donde diariamente pasan miles de transeúntes sin reparar en su identidad, menos en sus poemas, entre ellos, “Pesca de Sirena”.

En este grupo estaban Eliseo Pérez Cadalso, Antonio Osorio Orellana, Agustín Córdova Rodríguez, Dionisio Ramos Bejarano, Héctor Elvir Fortín, Raúl Lanza Valeriano, Marcial Cerrato Sandoval, Marco Rolando San Martín, Juan Domingo Torres Barnica, Elpidio Acosta Navarro, Daniel Vásquez y Magda Argentina Erazo. Se reunían todos los sábados en el barrio El Guanacaste para “componer el mundo”, decía.

Por iniciativa propia y en honor al bardo hondureño, fundó el Consejo Hondureño de la Cultura “Juan Ramón Molina”, del que se declaró presidente vitalicio.

“GARGANTAS DE ORO”

Entre sus obras destaca “Gargantas de oro de la radiodifusión hondureña”, un libro que repasa con muchos detalles los grandes personajes hondureños de este campo como Víctor Cáceres Lara, Eliseo Pérez Cadalso, José María Espinoza, Gerardo Alfredo Medrano, Hermán Allan Padgett, José Francisco Morales, Antonio Mazariegos, entre otros.

Trabajó también con los periodistas Rodrigo Wong Arévalo y Adán Elvir Flores, a quienes consideraba “cipotones”, en comparación a su edad.

Además, escribió “Calendas I”, “Calendas II”, “Calendas III”, “Calendas IV”, “Calendas V”, “Por el mundo infantil”, “Escrutando el firmamento”, “Don Pepe Barroso un inmigrante cubano con éxito en Honduras”, “El sabor de la pobreza”, “Datos biográficos de la abogada y periodista Magda Argentina Erazo Galo”, “Un poeta y 13 locos”.

Así como: “Biografía del periodista Raúl Lanza Valeriano” y “0801-Ciudad de un Arcángel”. Tenía material para escribir tres zagas más de Calendas y pensaba publicarlas en vida.

En la función pública, se desempeñó como relacionador de varias instituciones del Estado. En su vida privada procreó 11 hijos y confesó haber recibido ayuda de Alcohólicos Anónimos para dejar el trago y ser humilde.

Resaltó, asimismo, el papel de su esposa, la también periodista, Elsa Ramírez, como una especie de mecenas para publicar varias de sus libros, que no le dieron réditos, pero sí una inmensa satisfacción personal.

“Ahí los dejo para quienes quieran leerlos”, dijo al diario digital. Nunca tuvo carro propio y murió con una pensión de siete mil lempiras del Injupemp y otra de tres mil del CPH. “Muy pírrico, nadie vive con eso”, se quejó. (EG)

 

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