“LA PUNTA DEL ICEBERG”

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29 de abril de 2023
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12:03 am
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“LA PUNTA DEL ICEBERG”

MUCHO del material utilizado en los últimos artículos ha sido tomado de los libros –“Lector Vuelve a Casa” y “Proust and the Squid”– de la neurocientífica Maryanne Wolf. Ella es la directora del Centro para la Dislexia, Estudiantes Diversos y Justicia Social de UCLA, la Universidad de California en Los Ángeles. Trabaja, además, con el Centro de Dislexia de la Escuela de Medicina de Universidad de California en San Francisco y en el proyecto de alfabetización “Curious Learning”, del que es cofundadora. Con anterioridad fue profesora de Ciudadanía y Servicio Público en la Universidad Tufts, y directora de su Centro de Lectura e Investigación del Lenguaje. Ha sido galardonada en múltiples ocasiones por su labor investigadora y docente, con premios como el de la Asociación Internacional de Dislexia y la Asociación Australiana de Discapacidades del Aprendizaje. Autora de libros y de más de ciento sesenta publicaciones científicas. “El ser humano no nació para leer”. “La adquisición de la alfabetización es uno de los logros epigenéticos más importantes del homo sapiens”. “Por lo que sabemos, es algo singular de nuestra especie”.

“El acto de aprender a leer –explica– añadió un circuito completamente nuevo al repertorio de nuestro cerebro homínido”. “El largo proceso de desarrollo que implica aprender a leer correctamente y en profundidad cambió la estructura misma de las conexiones de dicho circuito, y eso reconfiguró el cerebro y transformó la naturaleza del pensamiento humano”. “La combinación de la lectura en formato digital y la inmersión diaria en distintas experiencias digitales –desde redes sociales hasta juegos virtuales– impide la formación de procesos cognitivos más lentos que conforman la lectura profunda como el pensamiento crítico, la reflexión personal, la imaginación y la empatía”. “La mezcla de estímulos que distraen continuamente la atención de los niños y el acceso inmediato a múltiples fuentes de información aporta a los jóvenes lectores menos incentivos para construir sus propios almacenes de conocimiento, o para pensar por sí mismos de forma crítica”. Y su propuesta, el modelo híbrido: “No es probable que un rechazo neoludita de todas las cosas tecnológicas nos ayude”. “En cambio, deberíamos intentar desarrollar una relación más exigente con los dispositivos digitales y obtener lo mejor de ambos mundos, en línea y fuera de línea”. El inicio de los editoriales fue una plática con el amigo catedrático de la UNAH. El diálogo lo concluyeron de esta manera: (¿Qué te pareció –pregunta el Sisimite– la conversación de ayer y de hoy? Sí, interesante –responde Winston– pero, cuesta entender ¿por qué la apatía de abordar esta espinosa realidad que todo afecta? Esta es una conversación –irrumpe el Sisimite– que los padres debiesen tener en sus hogares y con sus hijos. Claro –interviene Winston– pero igual de importante, por supuesto, más que las tales gabachas, una conversación que ya días debieron haber iniciado quienes deciden la política educativa del país, en las escuelas, en colegios y en las universidades).

La opinión de un fundador del colectivo: “Después de estos dos editoriales (ayer y hoy) el colectivo ha estado bien activo en la tarea de promoción y difusión de los mismos. Ha tocado la fibra más íntima de los lectores y han encontrado un gran estímulo para la lectura profunda”. “Ahora se conoce como esteroides para el cerebro”. “El Sisimite y Winston deben de tener hijos grandes o nietos mayores porque esto debe de iniciarse desde muy temprana edad, no se habla con los hijos, se practica con los hijos o nietos desde muy pequeños y, por lo menos en mi casa, sí ha funcionado”. Una amiga lectora: “Esta entrega es “one for the ages” –presidente– no solo informativo y formativo, como suele ser, además brilla su discurso contra la adicción digital, la división y la regresión con estas pepitas de ciencia e introspección amorosa ante el desesperanzador camino de ignorancia que andamos los hondureños”. (Sin embargo –vuelve a meter su cuchara el Sisimite– esto, el daño al aprendizaje de los niños, solo es la punta del iceberg, ya que se trata de un trastorno que afecta a toda la sociedad. Sin duda –concuerda Winston– los adultos, igual, adictos de los chunches, son víctimas de la maleficencia. Y antes que contribuir a encontrar alivio al mal, son los primeros responsables. Claro –interrumpe el Sisimite– no ven cómo los que toman las decisiones nacionales, lejos de responder con acciones a la solución de problemas se han convertido en políticos twitter. Con un twitter que suben –políticos y funcionarios– creen salvar su responsabilidad y curarse en salud. Correcto –asiente Winston– en vez de una conversación sobre remedio a los males, o un debate sobre soluciones a los problemas, lo que hay es una guerra de twitters de los once mil demonios).

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