Reseña de libros: BAYLY, LOGRA CON “LOS GENIOS”, EXQUISITA GENIALIDAD

ZV
/
21 de mayo de 2023
/
12:18 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Reseña de libros: BAYLY, LOGRA CON “LOS GENIOS”, EXQUISITA GENIALIDAD

Juan Ramón Martínez

La meta –literatura, siempre ha sido una tentación. Avellaneda no la resistió; y, escribió una falsa segunda parte de “El Quijote de la Mancha”, que obligó a Cervantes a darle continuidad a una obra que, sin la acción del plagiario, posiblemente no habría sido completada y sellada como la cumbre de las letras castellanas. Jorge Luis Borges alteró las cosas a su gusto, enmendando el plano de todo lo escrito. James Joyce, usa en El Ulises, — a su gusto– estilos de varios escritores, en las narraciones de las 24 horas caminando en Dublín. Y, ni siquiera la Biblia, ha escapado a los manejos de teólogos y novelistas que, rechazando la voluntad de Dios, enmiendan sus planes, interpretando las historias a su gusto; y dándole oportunidades a autores dispares e incluso contradictorios que, la escribieron obedeciendo “la palabra de Dios”. Los cuatro evangelios, representan versiones individuales en que los escritores, se creen autorizados para referirnos desde un acontecimiento común, narraciones diferentes. Por motivos didácticos, dicen. En fin, los guionistas cinematográficos, son los más aprovechados y autorizados, para usar historias ajenas y hacer con ellas, obras que no niegan sus fuentes; pero que corresponde realmente a su voluntad de crear algo suyo, propio y singular. Adaptaciones las llaman. Jaime Bayly, que hasta hace algunos años, fuera el “niño terrible” de la literatura peruana, no ha resistido la tentación y manejando información conocida de las vidas de Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, ha escrito una maravillosa obra. Sobre información pública, agregando algunos condimentos de su invención, y haciendo girar todo, detrás de las causas de un puñetazo, nos ha entregado para delicia de los lectores, una novela de novelas, que al final de cuentas nos satisface porque todos somos unos fisgones que, nos gustan los chismes, una obra maestra de la crónica social, del chisme rosado y del manejo de novela policial. Bajo la promesa de develarnos las causas del rompimiento de la amistad entre los dos grandes novelistas. En un breve recipiente. Sin el obligado subtítulo que rehúye agregar, es decir, “las razones de un puñetazo”.

Con la promesa que nos contará las razones de la expresión colérica de Vargas Llosa, al momento de golpear a García Márquez, nos conduce durante un tiempo literario de 18 meses, por un territorio conocido, anunciando que, pronto llegaremos, para al final, transitando por un entramado misterioso, que todos conocemos, develarnos el misterio. Con aire equilibrista, nos lleva, hacia adelante y hacia atrás, por un laberinto de egos desmesurados, amores y envidias, compromisos literarios, juegos de intereses económicos. Para al final, devolvernos a la puerta de entrada, sin develarnos porqué Vargas Llosa le pegó en la cara a García Márquez. Propinándole el puñetazo más famoso de literatura de todos los tiempos. Recordándonos los tiempos en que los autores se retaban a duelos románticos; o morían, a manos de sus enemigos; o “amigos” disgustados. Aquí lo central no es el rompimiento de la amistad, sino que el puñetazo y la expresión que insinúa celos irracionales, historias mentirosas y versiones descomunales. Sin comprometerse, dando su versión; o escribiendo algo que no se conociera. Razón porqué Vargas Llosa se ha llamado al silencio. No ha hecho declaración alguna y tampoco los hijos de García Márquez han reaccionado. Lo que para Bayly, debe resultar incómodo que, porque él más que develar los hechos, que no tienen mayor importancia, porque muchos hombres en el mundo, terminan sus amistades de muchos años, con un par de trompadas, disgustados por celos profesionales, alcoholes desmesurados, o por problemas de faldas; lo que busca es llamar la atención. Por lo que el silencio ante “Los genios”, es muy desafortunado, porque se trata de una verdadera novela trucada, “paranovela”, bien escrita, arquitectónicamente bien ambientada; y con una historia de la historia, en que la complicidad con los lectores es fácil y natural. Para los conocedores, es una segunda visita al palacio de las celebridades, con paradas dosificadas, en los salones de las vanidades. Y para los no conocedores de ambos genios, una historia de la literatura aplicada que, además de los hechos, muestra la calidad de los oficios, la dedicación y la maestría de dos genios literarios que, al margen de sus órdenes de preminencia, representan lo mejor de lo que podemos hacer los latinoamericanos en ese terreno en donde la construcción de lo mágico y novelesco, nos exime de la reflexión seria y profunda de nuestros problemas. No gustan más los sueños y las historias para dormir tranquilos, que empeñarnos en reflexiones que nos quiten la paz interior, porque implican cuestionar nuestras responsabilidades ciudadanas. Pero, además, la “novela” de Jaime Bayly, muestra la maestría de la escritura y la habilidad para usar materiales conocidos, para intentar y crear, con éxito una obra nueva, digna de ser leída por los gozos inmensos que provoca. Porque si en otros libros, la lectura es para dejar que el autor nos embosque con la magia de su narración y su capacidad para fabular, Bayly en “Los genios” nos ofrece develarnos el porqué del puñetazo, el silencio de los protagonistas, la marcha de cada uno por sus rutas personales; y, el respetuoso y tácito acuerdo de no hablar mal del uno o del otro, confirmando que, incluso después del rompimiento, los dos siguieron siendo amigos, en el silencio.

Claro, Bayly no es notario inocente; o cronista de la página rosa, que muchos suponíamos. En el libro, aún oliendo a los encantos engañosos de las notas conocidas, hay la maestría del narrador calificado, las señales que deja el diestro manejo de quien sabe del oficio; y, la pasión por el detalle, que leyéndolo se conoce que estamos frente a un escritor dedicado a su oficio. Y que detrás de su aparente desenfado, hay un gran narrador. Algunas pruebas: el juego anticipatorio, el narrador omnisciente que todo lo sabe; pero que no que no se muestra, las fracturas de los tiempos, los avances y los retrocesos del relato, la inclusión de personajes secundarios luminosos; e incluso, algunas escenas sexuales que, aunque escandalosas, le dan a la narración un tono fresco, abusivo y transgresor. Entre estos, hay que mencionar la figuración estelar de Susana Díaz Canseco, su insistencia para que Vargas Llosa se haga la circuncisión, el enojo de la amante cuando encuentra al autor de “La ciudad y Los perros”, cortándole el vello púbico a Katy Jurado, en una exhibición surrealista, solo propio de un “niño malo”, que corresponde a un Bayly transgresor. Pero también hay juicios interesantes: el compromiso de Vargas Llosa con el oficio, la queja de Patricia Llosa porque su marido pone la literatura antes que a ella; el gusto por las canciones de García Márquez y la amistad con quien fue su mujer, en los tiempos en que, en París, comía de sobras que encontraba entre la basura que abandonaban frente a los restaurantes solitarios, en las madrugadas desoladas del París entre neblinas inamistosas para con los desabrigados. Tachia Quintanar, la primera mujer de García Márquez, hermoseada por Bayly y con la cual, insinúa que tuvo una hija que será en sus pesadillas, la base de Remedios la bella de Cien Años de Soledad. Las anticipaciones de la hija que probablemente García Márquez y Mercedes quisieron tener. El recuerdo de Malva, la hija abandonada por Neruda. O, lo más tierno, de todo: la visita de Neruda a Barcelona, donde el poeta chileno, confiesa que no puede dormir solo y Mercedes Barcha, esposa de García Márquez, le hace compañía y el hombre de Aracataca, — como un inglés imperturbable– se va al sofá y deja al poeta, como ballena escorada en aguas poco profundas, durmiendo y roncando como cualquier vecino, con su mujer. O después, le hace compañía, al pie de la cama, desde la alfombra, mientras vela el sueño fatigado del poeta, dañado por la enfermedad, que tiempo después le llevara a la muerte en un Santiago, asediado por los disparos y el olor a pólvora del golpe de estado de Pinochet. Y la discreta educación de Edward, diplomático incluso con sus amigos. Lo mejor de estas recreaciones es que, parece que fueran verdad; o insinuando que son falsas, confirman lo que dice Vargas Llosa que, las mentiras literarias son verdades, porque son la invención de los creadores. Cuyas lecturas nos provocan satisfacciones.

Con “Los genios”, Jaime Bayly ha escrito una obra maestra, sobre maestros de la literatura. Sin demeritarlos; o, ofenderlos. Los ha dejado en su lugar, brillando más, gracias a la luz de sus palabras y su genio de narrador calificado. Y no podía ser menos, porque para escribir de genios –y García Márquez y Vargas Llosa lo son, sin duda– se necesitaba de una prosa genial, libre, fresca y fluida, propia de un genio como Bayly que, hay que reconocerle, tiene méritos para escribir sobre genios, incluso cuando se disgustan y se dan de trompadas como la más famosa que ocurriera en México, la noche de un día del mes agosto de 1957. Y sin faltarles al respeto a dos hombres que, –incluso en sus pequeñeces, enojos descontrolados–, honraron una amistad en que el último respeto a su existencia, es el silencio cómplice y la no explicación de las razones de un acto irracional que aunque Bayly ofreció develar, al final como corresponde en un cronista literario verdadero, nos engaña dejándonos sin la respuesta ofrecida, permitiéndonos creer lo que queramos, tanto para permitirnos divertirnos, como para que nos volvamos cómplices de sus invenciones. Porque al final, la literatura de verdad: es libertad para imaginar lo que queramos, tanto en calidad de autores como también en la cómplice situación de lectores. Por ello, anticipamos que cuando Vargas Llosa y Bayly se encuentren, Vargas Llosa no le dará un puñetazo a su compatriota, sino que le estrechara en un fuerte abrazo, para celebrar su habilidad para reescribir sobre un hecho baladí, que solo vale porque le dio fin a la amistad formal entre dos genios, una dimensión que no habíamos conocido antes: dos amigos heridos y molestos, que, después del enojo, se siguieron y se siguen respetando. Bayly ha estado en “Los genios”, a la altura de los dos hombres extraordinarios, a los que honra, manteniéndolos vivos y haciendo con ellos y sus historias, sus rencores y debilidades, una obra a la altura de su genialidad y la de sus millones de lectores. De todo el mundo.

Tegucigalpa, mayo 5 del 2023.

 

Más de La Tribuna Cultural
Lo Más Visto