LETRAS LIBERTARIAS: ¿Cuál modelo dice que dijo?

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27 de mayo de 2023
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12:03 am
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LETRAS LIBERTARIAS: ¿Cuál modelo dice que dijo?

Esperanza para los hondureños

Por: Héctor A. Martínez (Sociólogo)

No resulta fácil difícil entender los problemas sociales que atraviesan países como Chile, Colombia, Perú, México, Nicaragua, y el mismo Honduras. Aunque cada caso guarda sus propias características, hay un denominador común que subyace en todo el continente: el desprecio hacia una estrategia de desarrollo económico y social de tipo liberal. La explicación tiene sus antecedentes en la historia de cada país. Es como decía Agnes Heller en su “Sociología de lo cotidiano”: “La sustancia de una sociedad no es otra cosa que su continuidad”. Es decir, la historia es un hilo que nunca se agota; un “continuum” al que se van añadiendo los episodios de la vida nacional; una prolongación eterna que no resulta tan obvia para el común de los individuos. Pues bien: la historia de Latinoamérica es la crónica -diacrónica- de los fracasos, y el desprecio por el progreso económico y social.

Pero también, debemos decirlo, ni los economistas ni los sociólogos latinoamericanos se han puesto de acuerdo para tender un puente entre la realidad y el debe ser del continente, que les indique a los políticos el punto de arranque hacia el ordenamiento institucional. Se han dedicado más a elaborar florituras académicas cargadas de ideologías, y a describir lo que todos ya sabemos. A falta de intelligentsia, los políticos han decido establecer sus propias reglas sobre el uso del poder, que más nos recuerdan a la lógica moral que inspiró a los fascistas europeos del siglo XX.

Pues bien: a excepción de Chile que casi retrocede en su exitoso proyecto liberal, Latinoamérica es el continente de los ensayos económicos y políticos fallidos. Fingimos añorar el desarrollo, pero no lo queremos. Hay razones poderosas que nos impulsan a creer que la mitomanía del realismo mágico se impone a la lógica de la modernización, y que el patrimonialismo y el clientelismo son más importantes que la transparencia y la fiscalización del deber público. Y por eso los modelos de desarrollo nos importan un pepino.

El “experimento” del modelo agroexportador, casi nada nos dejó. Y la industrialización por Sustitución de Importaciones que, a pesar de haber impulsado la modernización del país, alrededor de la cual floreció una nueva burguesía urbana, comenzó a infectarse cuando los políticos y los empresarios vieron que una simbiosis era cosa buena para ambos, sin importarles el resto de la sociedad. Pingües ganancias en mercados protegidos, exoneraciones, etcétera. Ahora están a punto de perderlo todo.

Ambos modelos, con las diferencias del caso, guardaban la misma lógica liberal: insertar a Honduras a los mercados globales; modernizar el país a partir de un capitalismo de libre competencia, y crear una clase media social con oportunidades varias. Pero nada de eso pasó. En medio de esos fracasos, los neoliberales nos han dicho una amarga verdad que los políticos jamás aceptarán: “¡Ahorren, no despilfarren, y generen riqueza para que el Estado pueda redistribuirla!”. ¿Tienen esos tecnócratas la razón, o no? Después vienen los lamentos: el lloriquear sobre la leche derramada es parte de nuestra cultura de la pobreza. Al igual que en los dos modelos anteriores, y siguiendo el hilo histórico, las cosas siguen tan torcidas como ayer, pues ¿qué gobierno querría disminuir el gasto si no hay plata disponible para repartir a los clientes politiqueros? ¿Qué empresario quiere competir en escenarios abiertos que ponen en riesgo sus operaciones en los mercados locales?

A una funcionaria se le ocurrió la idea de que debíamos apuntar hacia el modelo cubano. Probablemente hablaba de copiar la inversión social en salud y educación, y no de la economía de la “rebusca”, de la que nos sobra hasta para exportación. Vamos para peor: ese “modelito” además de concentrar el poder, lo que cultiva es un ejército de dependientes del Estado, carentes de pensamiento, de elección, autómatas y pobres. Son los mismos productos salidos de nuestra industria política de la pauperización masiva. Los que nos gobiernan pretenden escribir sobre una tabla rasa, pero solo están añadiendo un trozo al desgastado hilo de nuestra historia, nada más.

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