Gabriela, habilidad para inquietar

MA
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30 de mayo de 2023
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12:50 am
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Gabriela, habilidad para inquietar

Juan Ramón Martínez

Gabriela Castellanos tiene el mérito de haber puesto al gobierno de la refundación al borde de un ataque de nervios. También al Poder Judicial, al Legislativo. Y, a las Fuerzas Armadas. A toda la estructura pública. Las únicas excepciones, en este caso, son las otras dos mujeres fuertes: el silencio de piedra de Patricia Rodas; y, la arrogante indiferencia de Rixi Moncada, cabeza de una de las familias más agresivas y dominantes del presente régimen revolucionario.

En el gobierno anterior, en su primera fase, en una oportunidad me ocupé de un tema que el CNA -que todavía incluía en sus filas a Odir Fernández que me llamó la atención, por su edad; y, por su forma de mirar que, no es común entre las personas que se asoman al escenario político-, exigiéndole a Gabriela Castellanos, que le pusiera nombre a sus señalamientos. Juan Ferrera me llamó para decirme que, por ley, no podía hacerlo, en vista que eran temas judiciales. Aparentemente entonces, el éxito que ha logrado ahora es porque la denuncia, el nepotismo con evidentes pruebas, no es como sabemos, un problema jurídico, sino que de moral política. Manuel López Obrador, presidente de México, señalado por sus críticos de tener en el gobierno a su hijo José Ramón, dijo que este “es independiente y no tiene nada que ver con el gobierno”. Agregando que, había hecho un compromiso con la sociedad de México; y, que “no iba a permitir que la corrupción, el amiguismo, el familismo y el nepotismo, ninguna de esas lacras que afectan la política, dañara a su gobierno”. Aquí, en honor a la verdad ni Manuel Zelaya y mucho menos Xiomara Castro, han hecho compromiso alguno al respecto.

De repente sobre este tema del nepotismo, hay que hacer algunas precisiones. Especialmente cuando Bartolo Fuentes, de escasos conocimientos bíblicos y político de frágil memoria, poco respetuoso de la sensibilidad de nosotros, la mayoría cristianos, exhibe el atrevido enojo de acusar, en forma irreverente, de nepótico a Jesucristo. Según el diccionario de la RAE, que de repente el parlamentario maneja muy poco, nepotismo proviene del latín “nepos-otis, sobrino, descendiente e ismo. Desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos”. El nepotismo es entonces un problema ético que, se produce exclusivamente en el gobierno.

Hace algunos años, Luis Spota o alguno de los novelistas que trataban el tema del poder, narró que, en una recepción coincidieron el titular del Ejecutivo mexicano con uno de sus amigos, excompañero de aulas. Después de saludarse con la alegría de las clases medias universitarias de aquel país, el gobernante le dijo: ¿qué cargo quieres? No quiero ninguno. Solo pídeme que me fotografié contigo y di en alta voz, que soy tu mejor amigo. Con eso es suficiente. Yo hago lo demás. Es decir, el amiguismo, permite al influyente hacer negocios, abrir puertas e ir tras el olor del dinero público. Es decir que, en este tema de la corrupción, hay en el fondo, la facilidad para hacer negocios con el gobierno, el corazón de la tentación. Y que, para lograrlo, no es necesario ser empleado o como afirma el diputado Girón, tener sueldo o estar empleado. Tan solo aparecer al lado del gobernante. O divulgar que es hijo, sobrino, compañero; o correligionario. Eso basta.

Hasta ahora el gobierno más nepótico, ha sido el de Rafael López Gutiérrez. Su esposa Anita, era muñidora gubernamental; y, facilitaba tratativas con los inversionistas. Y sus tres hermanos, uno comandante militar, eran los que realmente gobernaban en el régimen del anciano gobernante. Le sigue el de Carlos Roberto Reina. Sus dos hermanos, fueron muy influyentes, así como su sobrino, fallecido trágicamente en un accidente de aviación en Toncontín. Suazo Córdoba solo tuvo uno de sus hijos empleado. Flores, Maduro, Zelaya y Micheletti, fueron impecables. En los de Lobo y JOH, los “cachiros”, penetraron y usaron para sus negocios irregulares, contactos familiares para cobrar por servicios prestados al gobierno.

A Gabriela Castellanos, no se le debe contestar descalificándola, vilipendiándola u ofendiéndola. Hay que suprimir las manifestaciones de nepotismo señaladas. El ministro de Defensa debe renunciar, porque la ley le impide el ejercicio del cargo. Y alejar a los parientes que salen en la foto, porque venderán influencias inevitables que, pueden hacer posibles, acciones futuras de corrupción.

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