Evaristo: “honró la amistad y el servicio al prójimo”

MA
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31 de mayo de 2023
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12:45 am
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Evaristo: “honró la amistad y el servicio al prójimo”

Óscar Lanza Rosales  

Conocí a Evaristo López, sus padres y hermanos, desde 1956, que llegué de la escuela de El Piligüin a la Escuela Morazán, en la calle de las gradas del barrio La Ronda. Lo miraba salir y llegar a su casa -que quedaba contiguo a la escuela- con su uniforme del Instituto Central, y a su hermana Chony, con su uniforme verde blanco, del Instituto Tegucigalpa.

Pero lo traté personalmente hasta que me casé con Rosa María López, que fueron muy amigos en su vida estudiantil en el Central, junto con su inseparable Gaspar Vallecillo, que disfrutaron y compartieron al máximo la alegre música, baile y los acontecimientos sociales en general de esa época. Cuando se encontraban los tres, eran un mar de risas, por los vividos y buenos recuerdos.

A partir de 1976, el gobierno me encomendó crear una de las imprentas más modernas que ha tenido Honduras. En ese tiempo comencé a tratar más de cerca a Evaristo y Antonio Torres, que eran los técnicos más calificados de esa industria. A pesar que ellos trabajaban para el sector privado, me apoyaron con sus consejos, ad honoren, a salir adelante con esa imprenta, que llegó a producir hasta un millón de textos escolares al año.

Ahí comencé a apreciar en Evaristo, su sincero deseo de servir al prójimo, a gozar de sus conversaciones, sus proyectos, de transformar el ambiente cultural de Honduras, y replicar sus vivencias en Europa, durante su estadía y formación en Alemania. Su gran pasión por la fotografía, y por hacer las cosas bien hechas, al grado que, se volvió un referente de los escritores y artistas de la capital, para editar sus obras.

Tuve la dicha de compartir su amistad hasta en sus últimos días cuando nos encontrábamos en las tertulias de San Juancito, en la casa del coronel César Elvir. Evaristo se iba a pasar los fines de semana para acompañar a César en su soledad. Ese era su compromiso como un verdadero amigo, generosidad que también cultivaba con sus demás amistades.

Ya casi para cerrar su imprenta, me pidió ayuda para ver si la podíamos rescatar, pero ya era muy tarde. Analizando su negocio, me di cuenta que él no cobraba a sus clientes los precios reales. Se conformaba con que le pagaran los costos variables. Como decimos los hondureños, él vivía por amor al arte. No le interesaba el dinero, siempre lo vi llevar una vida modesta.

En 1983, se conocieron con el doctor en estudios hispanos, William Lewis, que vivía entre Santa Lucía y Tela, cuyo seudónimo es Guillermo Yuscarán, que lo identifica como artista -en esculturas y pinturas en madera- y autor de numerosos libros, inspirados en la idiosincrasia y el acontecer de nuestra Honduras.

Yuscarán buscó a Evaristo, para contratar los servicios de su imprenta, y publicar obras como Conociendo a la Gente Garífuna, Gringos en Honduras, El Día de la Cruz, Velásquez: El Hombre y su Arte, y Evaristo López “El Hijo del Barrio La Ronda”, como un homenaje a su gran amigo.

“Generosidad, perseverancia, integridad, corazón… son palabras que resuenan cuando pienso en Evaristo López” -expresa Yuscarán en su libro dedicado a él- “un hombre querido y admirado no solo por escritores y artistas cuyos trabajos ha impreso, pero por muchas otras personas que han reconocido su compromiso con la cultura hondureña. Haberlo conocido y trabajado con él por unos treinta años en la publicación de mis libros y mi arte, fue una apreciación muy intensa y estoy tan complacido como honrado de llamarlo, amigo”.

Agrega Yuscarán que “no es una exageración, la lista de artistas y escritores nacionales asociados a Imprenta López durante décadas. Por ahí desfilaron todos y los más connotados”.

Una obra que llenó de orgullo a Evaristo fue la publicación de 40 pintores -junto con el autor Longino Becerra- con los más representativos del país. En pasta dura y a color.

En el velorio, platicando con mi amigo, el ingeniero Luis Gómez, el Picho, amigo de infancia de Evaristo y compañeros en los Boy Scouts, me dijo textualmente: “Para los que fuimos sus amigos y conocidos, las palabras y manifestaciones de solidaridad no serán suficientes, para mostrar su fiel personalidad, carácter y riqueza de cualidades que le adornaban; lo mismo que su grandeza de espíritu y como amigo… ojalá todos llegáramos a la presencia del Señor, como ahora lo hace Evaristo, repleta de buenas acciones y rebosante de amor y de fe”.
Que descanse en paz, nuestro amigo Evaristo López Rojas.

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