Por: Otto Martín Wolf
Siempre he dicho que no me gusta meterme en la política criolla, hay suficientes y bien calificados escritores haciéndolo.
Pero, a veces, es imposible dejar de reaccionar ante ciertas noticias que, definitivamente, no puedo dejar pasar.
Parece que el gobierno ha decidido pagar una enorme cantidad de dinero a una firma extranjera dedicada al negocio del lobby en los Estados Unidos.
La mayoría de esas empresas está formada por exdiplomáticos y, en general, gente con muchos contactos en Washington y otros puntos de importancia política y comercial en los USA.
Qué bien, creo que alguien en el gobierno se ha dado cuenta de lo importante de mantener buenas relaciones con la primer economía mundial, que también es el principal cliente de nuestros productos, el mayor proveedor de mano de obra por medio de las maquilas, el mayor generador de turismo y, también, principal destino de nuestros emigrantes, legales e ilegales.
¿No lo sabían?
No puedo creerlo, aunque en Honduras todo es posible.
Finalmente alguien abrió los ojos.
La verdad es que a fuerza de bravuconadas, de gestos incomprensibles y de actitudes reñidas hasta con la inteligencia, ahora se ha vuelto necesario pagar una fortuna en dólares para que alguien nos ayude a remendar la situación, afectada por nosotros mismos.
Al principio del actual gobierno nuestra presidente fue invitada a la Cumbre de las Américas, esa invitación vino personalmente por medio de la vicepresidente de los Estados Unidos.
La Presidente fue asesorada para que no asistiera, siguiendo el ejemplo de otros países también antagonistas de los USA, como México cuyo presidente -López Obrador- insiste en pelear y culpar de todos sus males a su principal cliente, socio comercial y receptor de sus expatriados.
Bien, la Presidente no asistió, en una demostración de falta de tacto; en su lugar enviaron a un funcionario de categoría inferior.
Si la invitación proviene de un presidente debe asistir un presidente, no un ministro o viceministro -lo que no solo es un acto de descortesía pero hasta puede resultar ofensivo- así son las cosas en el mundo diplomático real.
El gobierno ha decidido inclinarse hacia las dictaduras, no hacia las democracias.
Cuba, Venezuela, Nicaragua son dictaduras, la primera de las cuales tiene más de sesenta años y las otras van en camino.
Esas naciones NO son socialistas, el socialismo es otra cosa.
Cuba, Venezuela y Nicaragua, al igual que Rusia y China en realidad son estados fascistas, en el mejor estilo de lo que definieron Hitler y Mussolini.
¿Quieren socialismo? ¡Qué bien!
Vuelvan la vista hacia Noruega, Suecia o Dinamarca, ahí están más cerca de lo que jamás estuvo la fracasada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
El problema con esos verdaderos países socialistas es que ahí no hay tiranos, no hay familias o políticos heredándose el poder generación tras generación, ahí existe libertad y democracia, por eso no se puede seguir ese ejemplo, porque hay que dejar el poder cuando el pueblo lo decide -en elecciones libres- y eso, desde luego, no les gusta.
No se es socialista y mucho menos demócrata peleándose con los gringos, ellos están muy felices en sus casas disfrutando de bienestar económico y libertad.
Y luego, cuando el agua empieza a llegar al cuello, nos vemos obligados a contratar intermediarios para que arreglen lo que nosotros mismos hemos contribuido a arruinar y, como expresó el mismo gobierno, esta gente cobra caro y, para colmo de males, no garantiza resultados.
¿Por qué?
Puede ser porque, como nos conocen tanto, saben que cada vez que haya oportunidad le vamos a “lanzar otro mensaje al imperio”, para demostrarle lo machos que somos y, de paso, seguir deteriorando una relación que deberíamos de cuidar aunque fuera tan solo por interés económico; no conviene pelearse con quien nos ayuda a comer.
Se dan cuenta que no he mencionado el término clave “derechos humanos”?
Nuestro gobierno es ciego a lo que sucede con los derechos humanos en Cuba, Nicaragua y Venezuela y se alía en discurso con ellos, cerrando los ojos a los centenares de miles de exiliados que cruzan nuestro territorio huyendo de esas dictaduras.
Lo digo con todo dolor: olvidemos los malditos derechos humanos de los cubanos, nicaragüenses y venezolanos; dejemos de lado la miseria de sus patrias a las que quizá nunca regresarán, allá ellos que arreglen su problema.
Pero nosotros veamos por Honduras, por nuestros propios problemas.
¿Quieren un buen lobby en los Estados Unidos y gratis?
Hagan lo que conviene a Honduras, no se peleen con los gringos, es un pleito en el que solo llevamos las de perder.
