¿Está en peligro la democracia?

MA
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6 de junio de 2023
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12:29 am
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¿Está en peligro la democracia?

Juan Ramón Martínez

La incapacidad de los diputados para ponerse de acuerdo en un asunto nimio: la aprobación del acta de la sesión anterior, hace pensar que la democracia hondureña está en peligro. Dos acontecimientos, disruptivos e incomodos, parecen mostrar que la política como actividad general, en la que se asienta la democracia hondureña, experimenta un retroceso: la cuarta urna de “Mel” Zelaya y la reelección de JOH. Estos dos acontecimientos pusieran a prueba el sistema que, hay que reconocerlo, actuó en forma dispar. Castigo al primero, en lo que más afecta el honor de los políticos -no vaya a pensar usted que, no lo tienen; porque ello es injusto- y le permitió al segundo, salirse con la suya. El que los políticos tengan doble moral, no nos permite a los analistas imitarlos; y menos, pontificar y orientar a la clase política y a los electores. Porque en honor a la verdad, los dos actos, fueron irregulares. Y, debieron haber recibido el mismo tratamiento. Y a los dos, debemos haberlos sacado del Poder Ejecutivo. De repente, por esto, al primero lo juzgamos nosotros dándole su merecido. En tanto que a JOH, fueron ante nuestra pasividad, los estadounidenses los que lo pusieron en su lugar. Por ello, el primero sigue jugando en el interior de la sala principal, poniendo en peligro todo lo que tiene valor en el sistema, mientras el otro pende como amenaza su regreso que, nunca hay que excluir; porque, con los políticos gringos, nunca se sabe. Y entender que JOH no es un peligro, en tanto que Zelaya sí constituye un factor que hay que considerar porque domina el poder. Y está luchando en el Congreso Nacional por desmontar la oposición democrática, pujando por la Fiscalía General, con lo cual, si triunfa, se saldrá con la suya. Y como es su carácter, se burlará de todos -en su inseguridad personal que, ha disimulado muy bien- a mandíbula batiente.

Pero volvamos a lo nuestro. La democracia hondureña, como suma de comportamientos de los actores principales, políticos, analistas, funcionarios, formadores de opinión, electores e instituciones, parece atascada desde 2009. La crisis que creo Zelaya, con su golpe del Ejecutivo contra el Congreso, no ha tenido del sistema el cambio que había que esperar. No se hizo la reforma constitucional que habríamos imaginado, de forma que, de volver a producirse, cosa que estamos viendo, el sistema operara con facilidad resolviendo las dificultades. Ahora Zelaya, cuenta con un peón que dirige el Congreso. En 2009, en Micheletti había un carácter firme. Ahora hay un sirviente, además ilegítimo. Tampoco el Poder Judicial, ha podido reaccionar, por medio de la Sala Constitucional -que fuera severamente dañada por JOH, destituyendo a los magistrados que no le fueron obedientes como perros falderos- opinando en forma jurídica, respondiendo ante los reclamos de los juristas que le exigen sus puntuales pronunciamientos. De allí que, en términos institucionales, hay que reconocer que tres instituciones: el Poder Ejecutivo, -distorsiona y altera la operación del Congreso-; y el Poder Judicial, crea un sistema anormal de operación que indica que, la democracia hondureña ha experimentado un retroceso, evidente y peligroso.

Los partidos políticos democráticos, gozan de buena salud. La anomia la representa la irrupción al sistema electoral, de un partido político que no es democrático. Libre se declara socialista y su ideólogo principal, Patricia Rodas es público que no cree en la democracia. Y los políticos, los más nuevos, experimentan como grupo, resentimiento a la sociedad y no ven en la política, una acción para fortalecer el bien común, sino que una oportunidad para el ejercicio vengativo. Ochoa, Medina, Roque, Cálix, Cardona, y otros más, “los hijos vengativos” de Julieta Castellanos, alteran con su conducta prepotente y lujuriosa, la llamada buena política; y, provocan temor y distanciamiento con el electorado.

Los electores están justamente asustados. Como su participación es lúdica y muy ingenua en términos generales, en su comportamiento, se observan dos actitudes: miedo en una parte del mismo y por la otra, agresividad y distanciamiento de los políticos que dominan la escena. Lo evidente es, el rechazo. El problema es que, no pueda diferenciar, al votar, el trigo de la paja.

En fin, hay que concluir que la democracia hondureña está en peligro. No de muerte. Pero hay que cuidarla, medicándola. Pero con medicinas democráticas, exclusivamente.

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