BARLOVENTO: Abundante fragilidad planetaria

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8 de junio de 2023
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12:03 am
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BARLOVENTO: Abundante fragilidad planetaria

Por: Segisfredo Infante

Debo reiterar, con fundamento y rigor, que la civilización más duradera en toda la “Historia” global fue la del Antiguo Egipto. Ello a pesar de las penetraciones e invasiones de los hicsos, los nubios, los asirios y los persas. Los egipcios saltaban desde sus propias ruinas y vencían a los extranjeros. Finalmente a Egipto le fue impuesta la dinastía de los Ptolomeos de origen griego, bajo la inspiración de Alejandro Magno, quien estaba influido por la obra poética de Homero y la filosófica de Aristóteles. Una curiosidad histórica llamativa es que los penetradores e invasores extranjeros terminaban asumiendo costumbres egipcias, como en el caso de los reyes griegos que se establecieron en Alejandría, imprimiéndole continuidad a la cultura helénica, pero respetando el pasado de la gloriosa civilización de servidumbre egipcia.

Otro ejemplo de Estado duradero fue el de Bizancio (de tradición greco-ortodoxa) con mil años de casi ininterrumpida existencia, con fuerte predicamento sobre Asia Menor y el “Cercano Oriente”, y asimismo sobre el sureste de Europa. Misioneros bizantinos, como “San Cirilo” y su hermano “San Metodio”, comenzaron a evangelizar y civilizar a los pequeños emporios eslavos localizados en Crimea y la Gran Moravia, al grado que aquellas misiones, con el paso de los tiempos, se hicieron extensivas a “Rus de Kiev”, es decir, hasta lo que hoy es Ucrania y Rusia. Es oportuno destacar que el filósofo y misionero Cirilo era disléxico, y que el alfabeto de los rusos y otras comunidades está compuesto por letras del alfabeto griego, fenicio y posiblemente cananeo, como si estuvieran dibujadas al revés. En concordancia con esto he pensado, durante mucho tiempo, que una gran parte de Rusia pertenece a la “Civilización Occidental”, amén de las disrupciones históricas y de la influencia mongólica. Conviene aclarar, de una vez por todas, que el marxismo clásico es producto de Europa occidental, por eso penetró tan fácilmente en las élites intelectuales de la Rusia zarista de finales del siglo diecinueve y comienzos del veinte.

En el texto y contexto de todo este discurso emerge una pregunta ineludible: si el experimento democrático surgió en las “polis” (o estados civiles) de la Grecia Antigua, por qué su extensión, a partir de Solón y Clístenes pasando por el luminoso Pericles, duró tan pocos siglos. Mi primera respuesta es que la democracia de Atenas comenzó a colapsarse por causa de las invasiones persas y la guerra civil con Esparta. Por último llegaron los macedonios liderados por Alejandro Magno, quienes aprovecharon las debilidades internas de los griegos y se encargaron de asestarles el último hachazo a los demócratas de las diferentes ciudades. Sin embargo, la semilla democrática quedó sembrada para la posteridad desde aquel lejanísimo momento, habida cuenta que durante el ensayo democrático comenzaron a florecer la filosofía trascendente, las academias y las ciencias particulares, como pocas veces en toda la “Historia”.

Algunos teóricos pretenden hacerles creer a los lectores que la democracia surgió con el macromodelo capitalista nórdico, que de hecho fue fraguado desde el siglo quince de nuestra era occidental en las ciudades mediterráneas del norte de Italia. Desde luego que las costumbres democráticas subyacentes de diferentes pueblos, y los experimentos democráticos abiertos, se hicieron más frecuentes con el acaecimiento de las revoluciones parlamentarias inglesa, estadounidense y francesa, cada una con sus peculiaridades y sus fechas respectivas. Luego habría que retomar un estudio de la democracia de los cantones suizos, en donde la presidencia republicana es rotatoria.

La percepción actual, en las esferas nacionales, regionales y mundiales, es que nuestro mundo es demasiado frágil, inestable o perturbador, lo que incide sensorialmente en los comportamientos republicanos y democráticos de cualquier tendencia ideopolítica, interponiéndose una visión espesa en el horizonte. En fecha reciente hemos visto, nuevamente, que la sola posibilidad de una insolvencia en los pagos momentáneos del gobierno federal de los Estados Unidos, podría generar una crisis financiera global, innecesariamente. Tan frágiles parecieran ser los modelos políticos más importantes. La guerra regional entre Rusia y Ucrania ha comenzado a desencadenar inflaciones, hambrunas e incertidumbres en diversos puntos del globo terráqueo. Es más, la inteligencia artificiosa ha comenzado a recetar, incluso, los alimentos que debemos comprar en los restaurantes y centros comerciales.

Nuestra aspiración humana más legítima es que un buen día cosechemos la estabilidad económica, financiera, política y espiritual en los cuatro puntos cardinales de este hermoso planeta, tal vez el único que todavía es propicio en lo concerniente a la reproducción de la vida, del espíritu y de la libertad. Y es que, sin guerras de ningún tipo y desastres ecológicos, podríamos caminar más o menos seguros hacia la utopía de “la paz perpetua”, sugerida por el gran filósofo alemán Immanuel Kant.

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