Seguidores incansables, timos que aseguraban una velada inolvidable con el ídolo y hasta un incidente migratorio han jalonado la presencia de Lionel Messi en China, donde el jugador llegó el pasado 10 de junio en medio de una «Messimanía» que tiene a la ciudad teñida de blanco y celeste.
Lo que podría ser un evento festivo para los aficionados chinos, faltos de fútbol, de altos vuelos tras años de draconianas restricciones antipandémicas, se ha convertido en una muestra de lo que muchos han denominado en las redes sociales del país como «seguidores ilegítimos» de Argentina, y de Messi en particular.