Por: Rodolfo Dumas Castillo
Recientemente concluyó una visita del Fondo Monetario Internacional a nuestro país. Como es habitual, se publicó un informe con las conclusiones de la misión, así como algunas sugerencias sobre aspectos puntuales. De ese comunicado nos pareció interesante como se destaca el impacto que está teniendo en diferentes aspectos de nuestra vida “la sequía”, es decir, uno de los efectos del cambio climático. Por la naturaleza misma del comunicado, este no profundiza en el tema, pero sí lo menciona en reiteradas ocasiones, especialmente con relación al déficit energético (en realidad una emergencia nacional) y el creciente riesgo de inseguridad alimentaria que enfrentan miles de compatriotas.
En su parte introductoria expone lo siguiente: “La recuperación económica de Honduras ha sido notable, pero las condiciones sociales siguen siendo frágiles, y existen importantes riesgos de deterioro de las perspectivas a corto plazo, sobre todo debido a la actual sequía, que está afectando al sector agrícola y la producción de energía”. Posteriormente declaran que “Es esencial seguir avanzando en la reforma del sector energético- y de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE)- reforzar el buen gobierno y la transparencia, y aumentar la resiliencia al cambio climático para fomentar un crecimiento más sólido e inclusivo”.
“La recuperación de Honduras tras la pandemia y dos tormentas tropicales ha sido admirable. El PIB real se encuentra ahora por encima de los niveles previos a la pandemia y las presiones inflacionarias han ido disminuyendo gradualmente”. Es interesante que se mencione la pandemia, ya que, en ese evento sin precedentes en la era moderna, el FMI y otras organizaciones similares fracasaron completamente en su apoyo a países pobres como el nuestro. Se mostraron incapaces de responder adecuadamente a eventos extraordinarios que exigían medidas proporcionales a la magnitud del daño ocasionado.
Volviendo al comunicado: “No obstante, las condiciones sociales siguen planteando desafíos, ya que los niveles de pobreza, desempleo e inseguridad alimentaria se mantienen elevados”. “La sequía actual podría ser más grave y prolongada de lo previsto, lo que tendría graves repercusiones en la producción agrícola, el suministro de energía y las condiciones sociales”. “…en torno a una cuarta parte de la población presenta alto riesgo de inseguridad alimentaria”. “Además, Honduras sigue siendo uno de los países más vulnerables del mundo a las catástrofes climáticas y tiene importantes necesidades de inversión en adaptación”.
Finalmente hace la siguiente recomendación: “Resiliencia climática. Es fundamental adoptar rápidamente medidas contundentes para mejorar la resiliencia; en Honduras, los fenómenos climáticos extremos han generado pérdidas anuales medias equivalentes al 6,3% del PIB en el período 1960-2022. La prevista modernización de la Ley de Cambio Climático y el desarrollo de una estrategia de financiamiento del cambio climático acorde con las contribuciones determinadas a nivel nacional de Honduras deberían contribuir a reforzar la resiliencia”.
Queda claro que el cambio climático representa uno de los riesgos más inminentes para el bienestar humano y la economía nacional, ya sea por sus efectos en la disponibilidad de recursos hídricos para la generación de energía como por la escasez de agua para el riego de zonas productivas, además de los efectos adversos en la salud de los ciudadanos. Se trata de un tema complejo que exige mucho más que la aprobación de una ley o los consejos sin respaldo material de entidades internacionales; requiere de un enfoque integral, multidisciplinario y de amplia participación ciudadana para tratar de frenar el ecocidio que hoy sufre el país.
Al igual que otros temas de importancia nacional, este también está estrechamente relacionado con los esfuerzos impulsados desde el sector educativo, especialmente para sensibilizar a personas de todas las edades sobre las medidas individuales que cada uno de nosotros puede tomar para contribuir a combatir el cambio climático, especialmente en términos de ahorro energético y de agua. Los beneficios humanos y económicos de preservar nuestro ambiente son evidentes y las consecuencias de no hacerlo también.
Correo: [email protected]