ABORDAMOS la reversión que las autoridades educativas suecas hacen de su plan de digitalización en las escuelas, ahora que se dieron cuenta que el informe PIRLS, que evalúa la comprensión lectora de los estudiantes de primaria, refleja un claro retroceso. La ministra de Educación ha pedido que “diferentes expertos lo estudien y analicen y en función de las conclusiones que extraigan, se apliquen los cambios que consideren oportunos”. Mientras, el gobierno destina una inversión millonaria a “que haya más libros en las aulas y fortalecer el desarrollo del lenguaje, la lectura y la escritura de su alumnado”. A continuación, opiniones que tomamos de una publicación especializada: “Catherine L´Ecuyer, doctora en educación y psicología, sostiene que, si bien a los estudiantes les gustan las tablets, no es por la motivación de aprender, sino la fascinación pasiva ante estímulos frecuentes e intermitentes”. “La mente aún inmadura del niño –argumenta– se vuelve pasiva y dependiente de la pantalla, cuyos algoritmos llevan las riendas”.
Otra experta, periodista y abogada, enfatiza: “La comprensión lectora es fundamental y se potencia y desarrolla realmente leyendo y escribiendo”. “Las pantallas no pueden sustituir a la lectoescritura porque lo que se acaba provocando es una generación con una comprensión lectora cada vez más pobre”. “La cuestión no gira en torno a la idea de desterrar del todo las pantallas ni tampoco al hecho de querer hacer el aprendizaje más ‘cómodo’ a los estudiantes, cuando la realidad es que no existe tal aprendizaje real y sí un retroceso en competencias de lectura y escritura”. Otra doctora en derecho: “Existe un deterioro de la enseñanza de los estudiantes a raíz de tantas máquinas que hasta colocan los acentos, subrayan las faltas de ortografía y el ordenador las corrige”. “El ordenador es un buen instrumento, pero el alumnado solo puede aprender equivocándose, corrigiendo y leyendo en papel”. La gerente de Transformación Digital de MacMillan Education Iberia arguye: “La tecnología y el papel pueden (y deben) convivir, para aprovechar lo mejor de ambos mundos”. “No reduzcamos el debate a digital sí o no, o libro de texto sí o no”. “A un niño de 3 o 4 años le damos una tablet o un móvil como chupete electrónico y le dejamos navegar solo por YouTube, de video en video, sin control”. “Pero luego la falta de atención que tienen nuestros hijos es culpa de que en el colegio se haya sustituido el libro de texto por uno digital…”. A propósito del espinoso tema educativo, recibimos la posición del rector de la Universidad de Costa Rica, sumándose al Consejo Nacional de Rectores, y a otras instituciones educativas, a la protesta programada en la Plaza la Democracia, tras el recorte presupuestario destinado a la educación pública en su país. Y dice: “Este pequeño gran país no fue construido ni con petróleo, litio ni plomo, sino con libros, cuadernos y pizarras”. “Este país fue hecho a fuerza de educación, lo que nos ha permitido destacar en el mundo, gracias a la excelente calidad de nuestras personas, la estabilidad política, y la base educativa que es pilar fundamental de la movilidad social”.
(Pues bien –inicia el Sisimite– ¿escuchaste que allá en Costa Rica, que se jacta de sus altos niveles educativos, les cortaron los fondos públicos para educación? -Sí, qué lástima –interviene Winston– sin embargo, lo mismo tanto aquí como allá que los mueve. La defensa presupuestaria, la exigencia de prebendas e incrementos salariales a los maestros. Pero, ¿por qué no se escucha hablar de lo esencial? ¿De la reforma educativa para revisar esos obsoletos sistemas de enseñanza y esos planes académicos desfasados? ¿No se percatan que cada vez se alejan más del objetivo de preparar los técnicos y profesionales que demanda el mercado laboral de la nueva realidad? -Tenés razón –irrumpe el Sisimite– por ejemplo, ¿qué discusión hay aquí equivalente a lo de Suecia, ahora que se han dado cuenta que la adicción a esos chunches tecnológicos y a las pantallas digitales ha trastornado el andamiaje educativo –sobre todo el daño a los niños y a su capacidad de leer, escribir, y asimilar ciencia y matemáticas– si ese –el mayor avance tecnológico del siglo que, adecuadamente aprovechado, debió ser de inmenso beneficio a la humanidad– hoy por hoy se ha convertido en ojo del círculo vicioso del atraso. -Inconcebible –suspira Winston– que a nadie importa y nada se hace por revertir la perversa involución que se sufre).