Carlos Medrano
Recientemente estuve por la histórica Omoa, en el departamento de Cortés y fui a su principal playa, contiguo al muelle, provocándome un sentimiento de tristeza, dan ganas de llorar, es un gigantesco basurero gracias a nuestros hermanos guatemaltecos que lanzan toda su porquería al río.
Si los guatemaltecos son “chanchos”, pues no hay problema y que ellos sigan revolcándose en sus inmundicias y se muevan en medio de sus fétidas heces, pero de eso a mandar su basura a nuestro país convirtiéndolo en un gran crematorio costeño, poniendo en peligro la vida de miles de compatriotas, es inadmisible.
Fui al muelle donde pescadores artesanales tiran sus anzuelos con la esperanza de almorzar ese día, pero hasta los peces han huido de la avalancha asquerosa que representa Omoa y Puerto Cortés, con la amenaza de extenderse a otros poblados de Honduras, sin que nuestras autoridades hayan hecho algo para detener semejante violación a nuestro territorio.
El impacto medioambiental es incalculable, esa basura que corre por el río Motagua y se esparce por nuestros pueblos costeños, está destruyendo parte del arrecife que se extiende desde México hasta las Islas de la Bahía denominado Sistema Mesoamericano, que es el mayor arrecife de coral en el hemisferio y el segundo arrecife más grande del mundo.
Tarde o temprano, frente a la indiferencia de todo nuestro país, esa basura llegará a nuestro único y más grande atractivo turístico que son las Islas de la Bahía y su gran Parque Nacional Marino, destruyendo esta maravilla natural y arrebatándonos nuestro principal atractivo para el mundo.
Estos arrecifes provistos de una riqueza natural y colorido inigualable, de una biodiversidad de especies acuáticas que viven en todo este extenso ecosistema, esta muriendo poco a poco.
Tortugas y peces muerden bolsas de plástico creyendo que es comida y se ahogan pues se ven envueltas por ese material elástico que las termina sumergiendo en las aguas del Caribe, como parte de la destrucción que viven estas especies marinas.
Pero lo más grave de toda esta inmundicia guatemalteca es el peligro que viven a diario los pobladores de Omoa y alrededores, pues en sus playas se anidan basura médica como jeringas, millones de botellas de plástico, vasos de cartón y bolsas de todo tipo.
A 300 kilómetros al oeste de Guatemala, Omoa ya no es visitada por nadie, el turismo de playa ha desaparecido, ya no tiene ningún atractivo más que la famosa Fortaleza de San Fernando que fuese el más grande bastión español en América Central.
Presidente Xiomara Castro Sarmiento, si Juan Orlando no hizo nada contra esta amenaza enorme que se cierne en contra de nuestro ecosistema y que destruirá toda nuestra belleza natural en la costa norte, le ruego, le suplico, le imploro que usted eleve una protesta al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Agregado a una demanda internacional que exija una indemnización multimillonaria contra Guatemala por el daño ecológico y de salud en Honduras, ya que es evidente que a nuestro país vecino no le interesa solucionar esta crisis.
No puede ser que los hondureños no elevemos una protesta pública e internacional en contra de los guatemaltecos, pues su basura está destruyendo nuestras playas y mares, debemos censurar enérgicamente por esta chanchada de nuestro vecino, debemos ser contundentes y poner fin de una vez por todas a este fenómeno asqueroso que nos ocasiona Guatemala.
Periodista
