¿EL CENOTAFIO?

MA
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28 de agosto de 2023
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12:25 am
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¿EL CENOTAFIO?

YA que el espacio de buen humor del fin de semana, –gracias a una colaboración enviada por una amiga abogada– agradó tanto al colectivo, aquí otras anécdotas de los grandes escritores: “Una foto del papá del realismo mágico que salió a la luz pública 30 años después del incidente fue el móvil de este relato. Mario Vargas Llosa en 1976 le propinó a Gabriel García Márquez un fuerte puñetazo. Sobre el desafortunado encuentro García Márquez declaró al diario Correo de Bogotá: Cuando me vi con Mario, me pareció verlo sonreír y que trataba de abrazarme”. “A esto se debió que cuando me pegó estaba completamente indefenso y con los brazos abiertos, de lo contrario me habría protegido por lo menos la cara”. “Caí sin conocimiento”. “Además, Mario tenía un anillo con el que me rompió la nariz”. Arthur Koestler, escritor y político de origen húngaro, no entendía la necesidad de algunas personas de conocer personalmente a sus ídolos. Cierto día, tras ser saludado fervientemente por un admirador, Koestler comentó: -“Es como si te gusta el foie y ansías saludar personalmente al pato”.

Federico García Lorca escuchando a Rubén Darío recitar el siguiente verso: “… que púberes canéforas te ofrenden el acanto”, se levanta y le dice: -A ver, otra vez, por favor, que solo he entendido el “que”. Una señora se le acercó a Jorge Luis Borges en el funeral de su madre, a darle el pésame: -“Pobre Leonorcita –sollozaba– morirse tan poquito antes de cumplir los 100 años. Si hubiera esperado un poquito más…”. “Veo, señora –le replicó el escritor argentino– que es usted devota del sistema decimal”. Ramón del Valle-Inclán, citado ante un juez, en cierta ocasión, por un alboroto que había armado. Tras declarar su nombre y su oficio, este es el diálogo que mantuvieron: -“¿Sabe leer y escribir?”. -“No”, responde el imputado. -“Me extraña la respuesta”, le dice el magistrado. -“Más me extraña a mí la pregunta”, ironiza el escritor. Jacinto Benavente recibió la visita de un conocido suyo quien, por lo visto, no tenía gran éxito como dramaturgo. Durante el recorrido por la casa, el invitado quedó asombrado por la amplia biblioteca que poseía el Premio Nobel y exclamó: -“¡Vaya don Jacinto! Con tantos libros ya se pueden escribir buenas comedias”. Benavente no pudo contener el sarcasmo: -“Pues adelante, amigo mío, están a su disposición”. Rudyard Kipling se encontró un día con que el periódico que leía había publicado por error su epitafio. Escribió inmediatamente a uno de los editores pidiéndole que, “ya que estaba muerto, no se olvidaran de borrarlo de la lista de suscriptores”.

Se encontraba de viaje Víctor Hugo y como todo autor impaciente, pendiente de sus creaciones, quería saber qué tal iba la edición de su novela “Los Miserables”. Le escribió una carta a su editor poniéndole un simple signo de interrogación “?”. Y la respuesta que recibiría fue tan simple como la pregunta, ya que le contestó con un sencillo signo de exclamación “!”. Sin duda la correspondencia más breve de la historia… (Bueno –entra el Sisimite– en aquella época, sería la más breve. -Esta vez –interviene Winston– el sarcástico sos vos. Me imagino en alusión a los zombis tecnológicos. Si eso, hoy en día, es lo más normal del mundo. Ahora los analfabetos del siglo XXI –que sabiendo leer y escribir nada leen y nada de ver escriben– también le han declarado la guerra a muerte a la escritura, al texto, y al idioma. En las aplicaciones de sus chunches digitales –como desprecio al abecedario– socializan con signos, iconos y pichingos. -Ah –interrumpe el Sisimite– ¿y sobre el poema de Rubén Darío, “Responso a Verlaine”, qué opinás? -Pues lo mismo que uno de los críticos de su libro, Prosas Profanas –responde Winston– “una de las virtudes del verso –hoy ya enterrada bajo el cenotafio del “verso libre”– es la eufonía; es decir, el buen sonido”).

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