PASARON las fiestas patrias. Pero no se impacienten. Viene el dilatado asueto morazánico cuando lo menos que se evoca es el ejemplo, la memoria y el fecundo legado del ínclito soñador de la unión. Hoy son otras las frívolas conmemoraciones que preceden su insigne nombre. Pero como bien dice la sabiduría popular. “En gustos se rompen géneros; en amores, corazones, y en piedras, cabezas”. Así que, como muchos del colectivo han de estar cansados de tanto descansar –es decir, los que no se fueron bajo el calcinante sol caminando hasta el estadio a disfrutar del cívico espectáculo y se quedaron, en la comodidad de sus hogares, sintonizándolo por la pantalla gigante– mientras compartían tomas y videos en sus chunches con sus amigos del club, o quizás otros que para divagarse del infierno cotidiano tomaron su puente de fin de semana bronceándose en las playas o desestresándose en otros centros de entretenimiento, (nosotros agarramos al campo ya que Winston prometió presentarnos al Sisimite, pero, por más que lo buscamos, no dimos con su cueva) no vamos a abordar ninguno de los alborotos que quitan el sueño a los políticos; mejor aprovechar la columna en algo ligero y salir de mensajes que se habían quedado empapelados.
(Aunque antes aclaramos que está mal utilizado el vocablo empapelar, ya que en la era digital lo menos que se guardan son papeles –pocos leen y nada de ver escriben– y los zombis tecnológicos que aborrecen el abecedario –ya días en guerra sin cuartel contra el idioma– se han encargado que la socialización tampoco sea usando palabras, sino pichingos). Un buen amigo comenta: “Sobre la lectura vinculada a la literatura”. “Dos de los 5 movimientos literarios del mundo sus precursores fueron 2 latinoamericanos”. “El modernismo de Rubén Darío con su poeta gemelo hondureño, Juan Ramón Molina, y el vanguardismo del chileno Pablo Neruda”. “Incluso aún en el movimiento literario del romanticismo hubo hondureños que se destacaron”. “Por cierto, las fiestas patrias iniciaron con la izada de la Bandera Nacional”. “Y buscando los antecedentes encontramos que el 23 de mayo de 1995, el Congreso Nacional de Honduras, presidido por el ingeniero Carlos Roberto Flores, fue el que aprobó el Decreto Legislativo No. 84-95, instituyendo oficialmente el 1 de septiembre de cada año como Día de la Bandera Nacional de Honduras”. Otro lector escribe: “En alusión a la historia de un hombre negro que defendía más que los hombres blancos, las reglas que perpetuaron la esclavitud, surge el Síndrome de Stephen Candie”. “Hay una película sobre esta historia real en que el mayordomo negro, Stephen, no tiene apellido, está convencido de pertenecer a la familia Candie”.
“Y como al amo blanco le conviene deja que Stephen se crea un Candie”. “En tiempos cuando los esclavos no podían andar a caballo, impacta una escena de la película donde Stephen se encoleriza al ver llegar a un hombre negro montado a caballo”. “Y se enfurece más que sus amos blancos”. “Ese es el síndrome de aquellos que defienden los privilegios del patrón, más que el mismo patrón”. “Y es que aquí sobran los jefes, capataces, rompehuelgas, alcahuetes, vigilantes, policías represores, chupamedias y arrastrados con este síndrome”. “¿La sátira de moda hoy en día?”. (Ni se te ocurra –entra el Sisimite– siquiera insinuar que yo te defiendo por ese síndrome”. -Ni se me había ocurrido –interrumpe Winston– pero ya que lo mencionas, ¿cuántos monitos cilindreros se mueven al son de la tonadita del organillero? Y creen que son ellos que hacen música, ya que el amo los entrenó a darle vuelta a la manivela. -A saber, a qué te referís –interviene el Sisimite– pero aquí no es música lo que se escucha sino un infernal bullicio. -Sí, tenés razón –asiente Winston– la gritería de unos queriendo opacar la de los otros y los ataques en redes sociales a cual más calumniador y grosero).
