PREVENCIÓN Y SEGURIDAD: Congreso Nacional irreverente

ZV
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18 de septiembre de 2023
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12:01 am
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La necesidad de neutralizar la infodemia

Por: Coronel ® José Antonio Pereira Ortega

“La vida no se mide por años, sino por lecciones aprendidas y tareas completadas”. Brian Weiss.

En lo que concierne al cumplimiento de sus tareas, como órgano legislativo y como uno de los tres poderes de Estado hondureño, la mayoría de la población electoral y del pueblo en general, manifiestan su descontento general, desaprueban y califican de mediocre la producción del Congreso Nacional de La República de Honduras, señalando inicialmente, que no ha cumplido ni siquiera con las tareas básicas designadas en la Constitución de La República.

Sin ir más lejos y para ampliar la información, hay que explicar que como un órgano constitucional, tiene funciones que emanan de la Constitución de la República, el Congreso Nacional tiene su existencia legal en el Capítulo I del Título V de la Constitución: del Poder Legislativo que en su Artículo 189 expresa: “El Poder Legislativo se ejerce por un Congreso de Diputados, que serán elegidos por sufragio directo. Se reunirá en sesiones ordinarias en la capital de la República el veinticinco de enero de cada ano, sin necesidad de convocatoria, y clausurará sus sesiones el treinta y uno de octubre del mismo año”. A renglón seguido en el Artículo 202, en su segundo párrafo dice claramente “Los diputados son representantes del pueblo”. Con lo cual, se consolida la opinión de que su principal deber es responder al pueblo que los eligió, el no cumplirlo se constituye en una desobediencia constitucional y una indisciplina moral con el pueblo, volviéndose irreverente ante el mismo.

Es indudable que, la aseveración de ser irreverente como órgano, es incómoda y podría ser muy grosera, pero como orientador y generador de opinión; con naturaleza bien intencionada y con sentido crítico constructivo, no se puede ocultar lo incorrecto y no podemos ignorar la conducta inadecuada y ocultar un hecho demasiado obvio; que los congresistas no cumplen eficientemente con su obligación con el pueblo que los eligió.

En otras palabras, es claro que este Congreso; ha tenido un muy pobre desempeño, de naturaleza surrealista, alejado de principios éticos y morales, ausentes del deber y del principio de ingratitud, que debe caracterizar a todo diputado, que si bien es cierto, representan al partido que los propuso como candidatos, deben tener la madurez política para saber diferenciar el estado del partido, por lo cual es necesario recordarles que se deben al pueblo, y por ello deben trabajar y procurar la mejora social y económica del mismo, enmarcados en las buenas prácticas políticas y dejar a un lado la demagogia populista, desistir del enfrentamiento verbal y físico entre los entes políticos allí representados, debiendo ponderar que su principal objetivo es la mejora gradual de su mandatario que es el pueblo.

Por lo anteriormente señalado, no cabe duda que los diputados deben ser prudentes, darse cuenta que su poder emana del pueblo, debiendo practicarse una auto evaluación y no seguir ese mal ejemplo heredado por sus antecesores políticos, que no se habían ni sentado en sus curules, cuando ya iniciaban las acciones políticas que le permitieran esgrimir los planes y acciones para obtener la reelección y obtener un poder vitalicio como diputado con beneficios personales y del grupo partidario.

Ahora bien, hay que enfatizar que como ciudadanos preocupados por la mejora, y cumpliendo un deber ciudadano constitucional, actuando como auditores sociales ad honoren de las instituciones y órganos de poder del Estado, entendemos que no basta con señalar lo que es malo, sin recomendar propuestas que ayuden a corregir lo anómalo del Congreso como órgano, sancionar la pueril actitud del diputado presidente, la junta directiva y del conglomerado de diputados, no pueden tirar a la basura su alta investidura y no cumplir su deber, hipotecando su prestigio personal y colectivo, sonsacado por el apasionamiento político y el fanatismo.

Igualmente y con sentido responsable como ciudadanos, los hondureños no podemos cruzarnos de brazos y convertirnos en cómplices de esas conductas perjudiciales para el desarrollo y la perpetuidad de la nación, y como tal debemos tomar partido ayudándoles, no podemos permitirles que fracasen por motivos exógenos y por los sentimientos magros de intereses personales o de grupos.

Debemos enfatizar que el Congreso Nacional tiene una importancia sustancial, que, por sus funciones asignadas constitucionalmente, se constituye en un balance y auditor del desarrollo del Estado, debiendo cooperar y coordinar con los demás poderes e impulsar el correcto desarrollo del Estado en función y beneficio de pueblo.

Es elemental, que los diputados entiendan que ese órgano es una asamblea, con representantes de todos los grupos políticos que lograron sus escaños por designación popular vía elección democrática. En este mismo sentido deben sesionar respetando y discutiendo con respeto, darle cabida al diálogo abierto, sin ventajismos ocultos, deben parar esa práctica y no seguir promoviendo esos pleitos de cipotes malcriados, cargados de odios, resentimientos y revanchismo, ya basta, es necesario que arranquen y hagan su trabajo, deben legislar en representación del pueblo, no pueden empantanarse en posiciones surrealistas y oníricas, intentando impulsar situaciones irracionales y absurdas.

Coronel ® [email protected]

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