Karen Zelaya, exministra de Cooperación: “En la llanura se aprende a crecer”
Para los empleados que se cruzan con ella en los pasillos cada día, Karen Zelaya es una compañera servicial en una oficina cualquiera del RNP, donde asesora a los comisionados. Lo mismo piensan sus alumnos de la UNAH, donde imparte clases, en la iglesia y varias organizaciones sin fines de lucro. Pero ella es mucho más. Doctora de la Complutense de Madrid, fue la ministra más joven del gobierno del expresidente Manuel Zelaya Rosales (2006 – 28 de junio del 2009) y lideró la cooperación internacional del país como ministra de la desaparecida SETCO. Tras el convulso quiebre democrático, se dedicó a los estudios, la academia, la investigación y a terminar de crecer a su única hija, Sthephany, fruto de su exvida marital con el propietario de HCH, el periodista Eduardo Maldonado, lejos de la política y los focos mediáticos, pero siempre liberal. Acaba de entregar, junto a un notable equipo de colaboradores, el libro “200 registros memorables de Honduras”, un proyecto encargado por la entidad registral y de cuyos hallazgos nos habla aquí. Sencilla y natural, frotándose de vez en cuando las manos, responde siempre con voz suave y esa mirada atenta de sus ojos, que, según la posición de la luz, camaleonean de azul a verde y a claro.
–¿Alguna vez la buscaron para miss o modelo?
Jamás.
–¿Muchos novios en el colegio?
Ni uno.
–Mentirosa…
En serio.
Entonces, ¿se los espantaban en la casa?
Quizás yo misma, siempre fui muy madura y aspiraba a compartir mi tiempo con alquien que profesara mi misma fe.
–¿Católica?
Evangélica desde los 11 años.
–¿Le intimidaba el cargo por ser la más joven del gabinete?
Jamás, siempre fui consciente de mi alto compromiso como joven y como mujer joven. En SETCO me dediqué a conocer el país y sus urgentes necesidades, siempre me desafié a que no se me discriminara por ser joven, porque sí era joven, pero tenía sentido de responsabilidad, escuela y experiencia en el servicio público.
–¿Una anécdota en esos recorridos por el país como ministra?
Muchos. Una vez, inaugurando un aula en una comunidad de Santa Bárbara, donde mantienen sus raíces indígenas, iban el alcalde del municipio, la alcaldesa indígena con su bastón, y un tribuno nos acompañaba gritando por el pueblo “viene LA TRIBUNA, viene Canal 10, viene el gobierno de Taiwán, viene la ministra de SETCO”, eso fue una práctica cultural que jamás había visto, pero agréguele que el alcalde nos hizo caminar como cinco kilómetros con el “son” de que la escuela quedaba en la otra esquinita…
Y, “Yo digo presente”, fue otro proyecto educativo insigne nuestro en el que también nos ayudó mucho HRN y del que guardo entrañables recuerdos.

–¿Dónde la “agarró” el golpe de Estado?
En Santa Bárbara, organizando la Cuarta Urna.
–¿Algún recuerdo particular de esos momentos?
Recuerdo la incertidumbre y la zozobra del momento, me escondieron entre montañas en Santa Bárbara, me inquietaba que andaba mi hija conmigo. Aunque también recuerdo que esos días el general Romeo Vásquez y Saavedra me llamaron para decirme que me quedara en el gobierno, que todo iba a “estar bien” en la Secretaría… ¡Cómo iba a estar todo bien!, aunque tampoco acepté por lealtad al presidente Zelaya.
–¿Siguió en resistencia?
Sí, apoyé la resistencia hasta el regreso del presidente Zelaya, pero cuando formó el partido, preferí quedarme en el Partido Liberal.
–¿Por qué liberal y no nacionalista como su madre?
Porque yo fui primero liberal, antes que ella nacionalista. (Se ríe).
–¿Parte del “familión”, digo, por su apellido?
Para nada, estoy en la llanura ya días, pero tengo una muy buena relación con él y buenos amigos dentro del Partido Libre.
–¿Cómo asimiló esta larga “llanura” política?
Bueno, crecí en el “hacer y en el pensar”, es decir, en la llanura se aprende a crecer. Me dediqué a la ganadería y a la producción de camote y plátano, a cuidar a mi hija, concluí mi doctorado en Comunicación, Cambio Social y Desarrollo en la Universidad Complutense de Madrid, además, soy profesora de la UNAH, ayudo a mi iglesia Brigadas de Amor y a mi madre en la Fundación “Levántate y se valiente”. Soy parte de la directiva de World Vision Honduras y voluntaria de la Organización “Solidaridad” y hasta practico boxeo.
–¿Ha cambiado la cooperación internacional con respecto a su tiempo como ministra?
Voy a ser bien honesta con el término de “cooperación” porque estuve en el cargo y he estudiado el tema: es preferible tener menos cooperación, porque significa que el país va creciendo económicamente y en desarrollo social, menos dependiente; no se puede seguir siendo siempre receptor de cooperación, deberíamos de aspirar como país, a ser dadores de cooperación. El otro punto es que los gobiernos tienen que tener bien clara su política exterior, hacia dónde quieren dirigir su mirada, a quiénes quieren de socios para el desarrollo y tener buenos planificadores de proyectos.

–¿Cómo nace la idea del libro “200 registros memorables de Honduras”?
Esta iniciativa surgió en el año del bicentenario de la patria, y lo que pretendíamos era mostrar la invaluable riqueza patrimonial y documental con la que cuenta el Registro Nacional de las Personas, además, el desafío era preservar el sentido de identidad, pertenencia y memoria colectiva de nuestro país al presentar información registral de manera atractiva, bien ilustrada, sin perder la rigurosidad documental e histórica.
–¿Hay rigor histórico en estos registros?
Mucho, el proceso de selección de los registros que incluyeron en el libro
fue exhaustivo y meticuloso, comenzando con la aprobación de los comisionados del Registro, luego sumamos la experiencia del historiador José Gonzales Paredes. Se seleccionaron de manera inclusiva mucho más de 200 nombres de personalidades que han marcado la historia en diferentes áreas y épocas de nuestro país.
–¿Quiénes aparecen?
El libro contiene el acta de nacimiento, escrita a puño y letra de los primeros registradores, de hombres y mujeres pioneras, defensores de derechos humanos, deportistas, benefactores, compositores, líderes sociales, políticos, culturales hasta científicos y héroes anónimos.
–¿Quiénes más colaboraron en esta edición?
Se articularon los esfuerzos con el Archivo Central del RNP, los Registros Civiles municipales a nivel nacional, y hasta contamos con la contribución en algunos casos de FamilySearch. José Gonzales fue nuestro biógrafo, el cuidado de edición lo trabajamos con Frances Siman, y Kris Vallejo y Leo Zúniga fueron responsables del diseño gráfico del libro.

–¿Algunas dificultades en la compilación?
Que fueran solo 200 nombres, que se hayan extraído personalidades por falta de datos o por no contar con su consentimiento y que el libro no guardará silencio del propio silencio histórico de nuestro país. Personalmente para mí la dificultad más grande del proceso fue que uno tiene que “autoeducarse”, y darse cuenta que uno tiene que pagar el precio de ser un amateur en ciertos campos y estar dispuesto a sorprenderse en el proceso de aprendizaje.
–¿Curiosidades y hallazgos?
Interesante, por ejemplo, se tuvo el cuidado y la responsabilidad de solicitar el consentimiento informado de los personajes vivos que aparecen en el libro. Hubo personajes que rechazaron -o no autorizaron- ser mencionados en el libro. Por otro lado, el libro generará cambios del saber histórico sobre fechas de nacimiento o fallecimiento, o nombres completos de algunas personalidades, como, por ejemplo: Medardo Mejía, Osvaldo López Arellano y muchos otros.
–¿Qué pasó con ellos dos?
Sobre Medardo Mejía, el propio Medardo afirmaba en su ensayo biográfico, “El paso de aquel milpero”, que nació en 1907, el libro muestra su partida de bautismo que nació en 1905. Sobre Osvaldo López Arellano, su nombre es con v no con w y nació en 1919, como se puede ver en el folio de inscripción de nacimiento en poder del RNP, y no en 1921, como dicen los historiadores.
–¿Qué otros desafíos tiene en mente?
Seguir, dejar lo mejor de mí donde y con quien esté. Ya pidieron un volumen II del libro -sonríe y se frota las manos-, en los próximos días haré una estancia postdoctoral en España, además quiero seguir sirviendo y aprendiendo donde Dios me lleve.

¿Casada?
Mire mis manos, (no tiene anillo), y suspira.
ELLA ES…
Karen Lizeth Zelaya Ordóñez nació en Tegucigalpa, el 6 de diciembre de 1975, soltera y con una hija, Sthephany María Maldonado Zelaya. Sus padres son José Wilfredo Zelaya y María Elena Ordóñez. Es licenciada en Relaciones Internacionales con una maestría en Finanzas y un doctorado en Comunicación, Cambio Social y Desarrollo en la Universidad Complutense de Madrid. Se autodefine como “alguien que intenta dar todo por sus sueños y que los mismos los somete a la voluntad de Dios”. Fue la ministra más joven del gobierno de Manuel Zelaya a cargo de la Secretaría Técnica y de Cooperación Internacional (SETCO). Actualmente, es profesora de la UNAH y asesora de la Comisión del Registro Nacional de las Personas (RNP).
