“LÁSTIMA –escribe una exfuncionaria del servicio exterior hondureño desde Madrid– España se perdió un gran presidente”. “Solo 4 votos le hacen falta a Feijóo, todo por no haber cambiado la ley electoral; cuando gobernó el PP tuvieron mayoría absoluta y no lo hicieron”. Y sobre la posible investidura de Pedro Sandez, informa: “Hasta en octubre, el Rey tendrá que llamarle antes”. Fin de la votación, en el primer intento. Ocurrió lo anticipado; a quien el Rey diera el mandado no consiguió la mayoría absoluta. No obstante, el líder del PP no perdió oportunidad para afear a Pedro Sánchez. Incluso en sus últimas palabras pronunciadas por haber eludido el debate: “Ha preferido escapar para no decir la verdad, la verdad sobre sus negociaciones, sobre la amnistía”. “La investidura –prosiguió– ha merecido la pena porque ‘nos hemos retratado todos’ y se ha demostrado que ‘hay una alternativa’”.
Ahora el viernes van a repechaje. Solo ocupa simple mayoría, más síes que noes. Sin embargo, tampoco hay indicio que vaya a conseguirla. Estas fueron las palabras de Feijóo en algún momento de la polémica: “Señor Sánchez, ha venido usted a constatar la anomalía democrática que vive nuestro país desde que usted es presidente: es usted el primer presidente perdedor de unas elecciones que aspira a volver a ser presidente y el primero que no hace el debate de investidura del candidato alternativo”. “Es lamentable el deterioro de las instituciones que usted protagoniza”. Sin embargo, sospechaban sobre la no intervención del presidente español en funciones. Este delegó en su leal escudero, el ahora diputado exalcalde de Valladolid. Hace tres semanas –según murmuran– le confiaron el encargo, de manera que el líder del PSOE no tuviese que hablar sobre los espinosos temas de la amnistía y el referéndum independentista. Las dos condiciones que las formaciones minoritarias vascas y catalanas imponen a cambio de sus votos a la investidura. En las participaciones abundaron alegatos acariciando la controvertida gracia de la amnistía –como parte de la solución al conflicto–dizque no sería del todo inconstitucional. Las formaciones separatistas, decisivas a la continuidad de Sánchez en la Moncloa, lo hicieron tema central. Pero dejando claro que la amnistía y la autodeterminación son punto de partida para la negociación con los socialistas, no algo que les quieran dar después de haber facilitado al líder del PSOE sus votos para la investidura. ¿Cuál, en todo caso, sería el escenario que se vislumbra? Conquistar el voto afirmativo –y solo es ese líquido, pero crucial voto, el que tienen y que podrían aportar– de la Coalición Canaria.
Haciendo la aritmética. Si el PSOE consigue ese voto, no precisaría del sí de Junts de Puigdemont. En el segundo intento, con la sola abstención del partido catalán le bastaría. Con BNG, Bildu, PNV, Esquerra y el voto de Cristina Valido, además de los suyos y los de Sumar, sumaría 172 síes, frente a los 171 noes de PP, Vox y UPN. La abstención de Junts haría que Pedro Sánchez saliera elegido presidente en segunda vuelta. (Como diría el invisible. ¿Y de qué se asustan acá –repite el Sisimite– con una Fiscalía en funciones y varios entes colegiados motos, si allá en España llevan meses de transición con gobierno en funciones? -Ay no –interviene Winston– qué comparaciones las tuyas. ¿Y te das cuenta de todo lo que pide cada uno de esos tuquitos minoritarios –gracias a la dispersión de la sociedad en que acabó la pluralidad de los españoles– a cambio de sus votos para que haya presidente formal? -Por lo que he leído –responde Winston– son muy gorrones. Piden desde perdón a los delitos hasta presupuestos, y ni hablar del montón de sillas ministeriales del gobierno integrado que, si se descuidan, se lo atoran completito ellos solitos. Si bien pedir no cuesta nada, la ironía es que terminan dándoselo. -O sea –irrumpe el Sisimite– que ¿mientras aquí es cosa de renegar por las negociaciones políticas –qué feo, dicen, eso que hacen– allá ofician misas concelebradas? -A saber –solloza Winston– de dónde sale agua bendita para tanto diablo; y no es una hostia por confesado la que mastican sino banquete de hostias a la nube de pedigüeños).