La era de los influencer

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14 de octubre de 2023
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12:35 am
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La era de los influencer

Elvia Elizabeth Gómez García

Recientemente leía en las noticias internacionales, que una universidad ubicada en los países nórdicos, está considerando abrir una licenciatura en Influencer. En el observatorio de palabras de la Real Academia Española “La voz influencer es un anglicismo usado en referencia a una persona con capacidad para influir sobre otras, principalmente a través de las redes sociales”.

Estamos inundados de estos personajes que, lamentablemente y en la mayoría de los casos, no son personas que destaquen por brindar a las nuevas generaciones, conocimientos útiles o modelos de compromiso social que enriquezcan no solo su formación intelectual sino también sus valores. En lugar de ello, son personajes que presentan estilos de vida poco realistas para la mayoría y que cada vez evidencian y refuerzan que la meritocracia es solo un mito.

Para llegar a ser un influencer, los perfiles deben poseer al menos entre 10,000 y 100,000 seguidores y existe, además, una clasificación del tipo que puede ser que va desde las celebridades hasta los nano influencers.

Pongo de nuevo el dedo en la llaga porque, lamentablemente, vivimos en el país de los sueños rotos y de la carencia de oportunidades. Un país donde personajes que “destacan” en los medios de comunicación, no lo hacen por su nivel de conocimientos sino por las tres “i”; insolencia, irreverencia e irrespeto, llegando inclusive a ocupar cargos para los cuales no están preparados.

El mundo está lleno de estas historias, de profesionales que dan todo su esfuerzo, que trabajan largas jornadas haciendo todo lo posible por mejorar sus condiciones de vida pero que, irónicamente, sus ingresos no se comparan con los que un influencer puede obtener por promocionar un producto, hospedarse en un hotel, comer en un restaurante o aparecer en un anuncio.

El conocido refrán “de todo hay en la viña del señor”, calza a la perfección con este nuevo fenómeno social, pues los encontramos de todo tipo. Desde los que se arriesgan escalando un rascacielos para tener la mejor toma, hasta los que hacen bromas pesadas a las personas que se encuentran por la calle, sin medir las consecuencias de sus actos o el daño emocional que le puedan causar a quien agreden o abordan sin pedir su autorización.

Sería interesante si en lugar de este gran repertorio de personajes, las nuevas generaciones adoptaran a aquellos que sí han impactado positivamente como ejemplos a seguir. Imaginemos por un minuto a Jesucristo, más allá de su simbolismo religioso y observándolo como un ser humano. Habló del amor al prójimo y de la igualdad entre los hombres. En la actualidad su discurso sería tildado de comunista o de socialista y solo por ello estaría ya condenado. Pero si se convirtiese en el número 1 de los influencer, ¿acaso no tendríamos una sociedad menos egoísta y más humana?

Por supuesto que no pretendo denigrar el trabajo al cual se dedican, pues de igual forma nos encontramos con personas que realmente tienen un objetivo claro y buscan hacer cambios sustanciales y positivos, pero la sociedad está tan abrumada con una realidad tan cruda y cruel, que reír se convierte en una válvula de escape y por ello llega más el mensaje del que se burla y es sarcástico que él de aquel, que busca “cambiar el mundo”.

La generación que ha crecido con el internet busca a sus influencers en las redes sociales y en el mundo virtual, por ello le da tanta importancia a la cantidad de seguidores que tenga. Los likes (me gusta) dados a sus publicaciones y el número de veces en que ha sido reproducido un video, que publique son ahora las métricas que determinan el éxito. Por ello, las expectativas y las metas se han transformado y los sueños no apuntan precisamente a una formación académica sino al éxito instantáneo, sin mayores esfuerzos y con golpes de suerte.

Muchos de los que logran culminar sus estudios de educación media expresan que su proyecto de vida no se enfoca en estudios superiores, pues de nada sirve un título universitario si no se encuentra trabajo.

Desalentador para los padres, pero realista para los jóvenes, hoy las redes sociales tienen más eco que nunca.

Docente universitaria

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