Corría el año 1953, cuando a nuestra casa familiar ubicada en la Calle Real de Comayagüela, mis padres Octasiano Valerio y Adriana Hernández de Valerio, recibían la agradable visita de un caballero pulcra y elegantemente vestido, de modales afables, a quien mi madre llamaba, de cariño, Amadito. Se trataba, de su colega educador, el maestro y licenciado en Derecho AMADO H. NÚÑEZ.
Su amistad, derivada de su amor por la educación y su compromiso con el gremio magisterial, los llevó a constituir, con otros colegas de diversas partes del país, la FEDERACIÓN HONDUREÑA DE MAESTROS, de la cual mi padre era el presidente. Desde ese cargo, logró negociar con el Ministerio de Educación del gobierno de Juan Manuel Gálvez, un incremento del 50% al salario mensual de Treinta Lempiras, que los maestros recibían en ese entonces, por su abnegado trabajo.
Era inminente la huelga del gremio magisterial, cuando en 1954 se logró esa conquista salarial. Pero, la indeclinable lucha de los maestros agremiados en la FHM, hizo posible esa primera reivindicación a sus condiciones salariales.

Don Amado, viajó en 1955 a la ciudad de París, a realizar sus estudios de especialización, mediante una beca concedida por el gobierno francés. A su regreso a Honduras, inicio la que sería una larga carrera en la Administración Pública, que culminaría con su nombramiento en la titularidad de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social.
Recientemente, con la venia y apoyo de su hija, mi colega MARCIA NÚÑEZ ENNABE, visité en su casa de habitación de la colonia Reforma de esta ciudad, al ilustre colega, que ha cumplido recientemente los 105 años de edad. Una vida centenaria, dedicada a procurar el bienestar de los trabajadores y al ejercicio profesional de la Abogacía y el Notariado, con un alto desempeño en el que la ética y el compromiso con la nación, han sido sus características esenciales.
Fue un privilegio y un alto honor para mí, haber podido conversar, con quien también fue mi catedrático de la asignatura de Introducción al estudio del Derecho, en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de nuestra Universidad Nacional, en su primer año de vida autónoma (1958). Con plena lucidez, recordó todos los pasos que se dieron para lograr constituir la Federación Hondureña de Maestros, teniendo que viajar a varias partes del país, con la finalidad de lograr la unión de las diferentes Asociaciones de Maestros., en aquel glorioso año de 1954.
Don Amado, evoca con gran alegría, su ejercicio como Maestro. Me relató, que en la década de los años 40, fue el Pro parte de mis estudios primarios, entre cuyos alumnos recuerda muy bien, se encontraban los gemelos Ramón y Rubén Villeda Bermúdez, a quienes yo conocería después, en el Instituto Central.
Don Amado, vive ahora una joven vejez. Su mente y su espíritu se mantienen robustos e incólumes, habiéndose constituido en un ejemplo a seguir por todos los hondureños. Doy gracias a Dios por su vida y por el privilegio de ser su amigo.
Tegucigalpa, MDC, 14 de octubre del 2023.