¿LA TÓMBOLA?

ZV
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16 de octubre de 2023
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01:28 am
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¿LA TÓMBOLA?

LA segunda vuelta en Ecuador. Pero como son elecciones que parten de la muerte cruzada –con la cual el actual presidente puso fin a su mandato– esta vez quien obtenga más votos no gobernará los cuatro años acostumbrados, sino que finalizará lo que quedaba del período de Lasso, hasta mayo del 2025. Como decíamos ayer, esas segundas vueltas son traicioneras. La alfil del exmandatario prófugo en Bélgica –gracias a la sólida estructura del correísmo– se impuso en la primera tanda. El segundo lugar, sorpresivamente, lo ocupó el joven Noboa, hijo del empresario Álvaro Noboa que en el 2005 perdió la segunda vuelta contra Correa. Lo que pudiese ser el retrato más próximo, es lo ocurrido en Guatemala. Allá, con el apoyo de su sólida base partidaria –en un tercer intento– Sandra Torres ganó la primera vuelta. El hijo del expresidente Juan José Arévalo Fuentes, postulado por un movimiento Semilla, sin militancia estructurada, de la nada queda en segundo lugar. En el repechaje hubo un apelotonamiento de votos en contra de la señora, desechada como figura de la misma política indeseable que llevó al hastío a los indignados. Entre mayor empeño ponía el oficialismo en eliminarlo –como indefensa víctima de los atropellos– más respaldo ciudadano obtenía. Y barrió en las elecciones.

Al concluir la primera tanda ecuatoriana esto dijimos en un editorial: ¿Qué sucede ahora en el repechaje? ¿Hacia dónde fluye el caudal de votos de las formaciones ya fuera de la contienda? (Esas son las grandes incógnitas –interviene el Sisimite– ¿crees que aquí la segunda vuelta resulte en un amontonamiento parecido al apelotonamiento ocurrido en Guatemala? -Es la magia de la segunda vuelta que, en la vuelta menos pensada, la suerte les juega la vuelta, para quedarse con el vuelto del mandado). La campaña fue encarnizada. La ciudadanía –influenciada más por los padrinazgos que por los nombres o el peso de los dos aspirantes bastante des-conocidos– parecía atrincherarse en dos frentes opuestos, el correísmo y el anticorreísmo. Ecuador –azotado por la violencia y el crimen organizado– sufre una de las crisis más profundas de su historia reciente. Un periodista, acérrimo critico de Correa, candidato presidencial en la primera vuelta, fue asesinado. Mientras la correísta contaba en su haber con el apoyo de cualquier cantidad de diputados de una bancada cerril, varias alcaldías (entre ellas la de Quito y Guayaquil) y 9 prefecturas, incluyendo Guayas, Pichincha y Azuay, su contrincante empresario, políticamente moto, contó con el solo respaldo de los recursos económicos y del apellido de su papá. Se calcula que los votos del anticorreísmo favorecieron al actual gobernante Lasso.

Parecido amontonamiento se dio en esta campaña, en la vuelta de la tómbola. Si bien Noboa no pudo eludir señalamientos de representar la continuidad de la actual administración, era entre eso o lo indeseable de antes. Ahora bien, los fastidiados, los descontentos, los enojados serían los que inclinaron la balanza. Al momento de escribir estas líneas solo se conocen datos preliminares. Pero si la tendencia se mantiene como que se le ahumó el ayote a aquel que dijimos de regresar jactancioso y ufano por la puerta grande. (¿Te acordás –entra el Sisimite– que en una ocasión dijimos que cuando el desencanto de la gente llega a extremos intolerables, cualquier cosa puede pasar? -Pues mis pálpitos no son nada nuevo –interviene Winston– los indignados –bien sea porque no alcanza el ingreso, o no encuentran trabajos, o se ven desahuciados, sin esperanza– enzarzan con el discurso que toca las fibras de su apremiante necesidad).

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