“NO le ponemos atención al Sol –comenta una buena amiga– sino cuando se eclipsa”. “Igualmente nos atrae más la decadencia o fracaso de algún prójimo que su éxito o elevación”. “El buen padre Ripalda definía la envidia como “tristeza por el bien ajeno”. Así es la naturaleza humana: muy poco humana y ya con pocos restos de lo natural”. “Admito que nadie debería preceder un cuento sin sustancia con una reflexión supuestamente filosófica, pero es una misma cosa el pensar con el ser, y la filosofía le es tan propia al hombre, aunque no se percate de ello, como las reumas o el dolor de muelas”. Una amiga abogada respecto a los editoriales analizando el resultado electoral de la segunda vuelta en Ecuador opina: “Justamente eso es lo que necesitamos aquí”. “La segunda vuelta para que no nos gobiernen las minorías”. “Ya América Latina está despertando, ya se está dando cuenta de que a pesar de los desaciertos de la derecha son peores y más graves los de la izquierda”. Otro buen amigo: “Magistral síntesis ecuatoriana”. Un buen amigo magistrado: “Con el resultado de Noboa como presidente interino de Ecuador, su análisis editorial alcanza niveles extraordinarios”.
Otro notario amigo: “El rencor y el odio es el arma preferida de estos personajes… es una pena”. Se refiere a este cierre: (Lo que decíamos ayer –entra el Sisimite– que se le ahumó el ayote a aquel que dijimos que amenazaba regresar dizque “por la puerta grande”. ¿Y ya viste –interrumpe Winston– lo que dijo del resultado de la elección? -Pues no había visto –responde el Sisimite– pero ahora que me lo mostrás, leo que lejos de ser humilde y aceptar la decisión del pueblo, pone que “hasta se asesinó un candidato para evitar nuestra victoria”. -¡Uy! –interviene Winston– ni siquiera dignarse mencionar el nombre del difunto, aparte de la falta de hidalguía democrática de no aceptar un limpio resultado electoral. -¿Y Villavicencio, QEPD –cuestiona el Sisimite– el periodista y candidato asesinado en la primera vuelta, no era un acérrimo crítico del correísmo? Pero seguí leyendo lo que puso: “La traición de Lenin Moreno sigue causando estragos”. -O sea –solloza Winston– que solo hay que tomar en cuenta las traiciones a la egolatría de alguien; ¿pero y las traiciones al pueblo, en que quedan?). Otra amiga abogada: “Las traiciones al pueblo, en nada quedan, porque la memoria de los pueblos se desvanece rápidamente con el paso del tiempo…”. “Y vio las colas de carros, desde tempranas horas y hasta horas de la noche, sino se necesita ser brujo, para adivinar lo que iba a pasar…”. Se refiere a lo que ella misma advirtiera en el mensaje que le incluimos en otro editorial: (“Y ¿qué opina Winston y el Sisimite de esa medida del gobierno de entrada a las 7 am para una parte de los burócratas? ¿Se habrán enterado, del caótico tráfico que nos espera, ya que las escuelas, colegios y universidades entran a las 7 am?”).
Otra abogada amiga: “Buen día mi presidente, yo creí que la frase era “la virgen no está para tafetanes”. (Esto le contesta Winston: “En realidad, la más conocida pudiese ser: “No está la Magdalena para tafetanes”. Pero, esa frase “la princesa no está para tafetanes”, dice el editorialista que de niño la aprendió leyendo los editoriales de su padre, el periodista Oscar A. Flores, que así la utilizaba, y así se le quedó). “Ay Dios mío –escribe otra buena amiga–no paro de reírme, y ese cierre es un bello poema. “Cuando el poeta me regalaba libros, me compartió un ensayo en el que hace una defensa del diletantismo, se lo voy a buscar”. “El “influencer” amplía… “en el futuro él también creará”. “Ojalá no se ofendan los “influencers”; Winston no es un chucho cualquiera”. Se refiere a este cierre. (Ya ves –entra el Sisimite– tu amiga te considera “influencer”, y quien sabe hasta dónde llegarías de no ser por las pláticas conmigo”. -¿No me digás –interrumpe Winston– que estás celoso porque no te incluyó a vos como “influencer”? ¿No ves el sentido de la relación? ¿O es que acaso vos sos chucho? Para tu tranquilidad, también sos “influencer”, y además sabio, por viejo, no por diablo. -Sos incorregible –interviene el Sisimite– ya me dijiste viejo. -En el sentido amable de la palabra –lo consuela Winston– y pese a que nunca querés decir tu edad –como doña Margarita que celebraba dos cumpleaños y nunca se supo cuántos años tenía– viejo es el roble que gime pero no se quiebra, viejos los vinos que mejor saben, viejo es el sol que calienta y que todavía alumbra, vieja la luna que influye sobre los mares, viejas las galaxias de las ciencias y de los mayas. Viejo el astro que condujo al lugar del nacimiento Divino. Viejos los confines de la historia eterna. Viejas las estrellas que orientaron a los navegantes y titilan en la oscuridad de noche para que no se apague del todo; ah, y según muchas culturas, la fuente de inspiración y del destino).