Cuéntenos una de vaqueros y otros relatos sobre la Constituyente
Por: Carlos G. Cálix
Muchos conocemos la expresión “contáme una de vaqueros” usualmente utilizada como forma enfática y a veces sarcástica para rechazar argumentos de las personas mentirosas. Otros conocemos el cuento infantil titulado “Pedro y el lobo” que enseña a los niños que la mentira y las burlas pueden volverse contra uno mismo. Así que, tanto de este cuento como de la expresión de vaqueros, se pueden extraer dos moralejas: la mentira es sumamente peligrosa y los malos disfrazan la verdad mientras aprovechan todas las oportunidades y distracciones para conseguir sus objetivos. Distracciones determinantes que nos deben hacer pensar que, desde el Ejecutivo, hay indicios suficientes sobre la promoción de un autogolpe contra el sistema.
Al parecer, en eso estamos en Honduras: parcialmente atrapados en las redes de quien tiene rasgos megalómanos. Esas fantasías psicopatológicas delirantes de poder que hacen increíblemente que sigamos debatiendo como corderitos sobre la Ley de Justicia Tributaria, la elección del Fiscal General y la intervención al Ministerio Público, la posible disolución del Congreso Nacional y claro, el objetivo primario de este gobierno, la Constituyente.
Estamos con la expectativa de lo que ocurrirá en febrero de 2024, con la incertidumbre y el riesgo de un atentado a la democracia electoral antes de 2025. Mientras, vamos discutiendo sobre la incapacidad de los ministros y los viáticos a Rusia, sobre los viajes a China, las múltiples reuniones en Venezuela y los asesores del caos. Estamos a dos años de una deficiente gestión y nos siguen contando una de vaqueros. Entre tanta dispersión opositora, seguimos discutiendo al igual que en la versión del cuento “Pedro y el lobo”, como si lo importante fuera el tamaño y el color del lobo y no el lobo que dejaron regresar.
¿Acaso no pudieron visualizar el riesgo para la democracia electoral? ¿Acaso no pudieron prever que, en su mayoría, ellos no estarían preparados para gobernar y brindar resultados en menos de dos años? ¿Acaso no hay contrapoderes democráticos capaces de reaccionar para proteger las instituciones y el orden constitucional?
Ahora bien, a diferencia de la frase sobre vaqueros, el “comandante vaquero hondureño”, no miente. Si bien su comportamiento parece errático, no miente, astutamente disfraza la verdad por un tiempo. Como ejemplo, en septiembre de 2022, luego del rechazo del 62% mediante un plebiscito a la propuesta para la implementación de una nueva Carta Magna en Chile, dijo “no existen condiciones favorables en este momento para consultar y convocar para una Asamblea Nacional Constituyente”. Es decir que, hace más de un año se refirió a “ese momento”, pero, el “momento” ha cambiado. Partiendo de ello, la pregunta preliminar es si ya es el momento o será en junio de 2024-2025. Ante ese potencial escenario, pregunto nuevamente, ¿acaso no hay contrapoderes democráticos capaces de reaccionar para proteger las instituciones y el orden constitucional? En Perú, si los hubo, sino pregúntenle a Castillo, quien hasta ahora afronta 18 meses de prisión preventiva por el intento de golpe de Estado el pasado 7 de diciembre de 2022. Ese
Pedro se convirtió en el lobo que quiso disolver el Congreso.
Amigos empresarios, amigos políticos, amigos. No hace falta que nos cuenten otra de vaqueros, no hace falta anunciar que viene el lobo: el lobo regresó con su manada. Con un acuerdo para la Reconciliación Nacional y la Consolidación del Sistema Democrático en la República de Honduras, más conocido como “Acuerdo de Cartagena”, firmado por el otro “Lobo”, este de apellido, quien hasta hace un tiempo “no recordaba” si lo afirmado por el “comandante vaquero”, en efecto, estaba en el acuerdo, en referencia al compromiso del Estado de Honduras de celebrar una Asamblea Nacional Constituyente. Ante ello, ni cortos ni perezosos el 2 de febrero de 2022 aprobaron el Decreto No. 4-2022 cuyo artículo 7 abre la puerta para convocar a esa Asamblea Nacional Constituyente, que permitiría aullar a los lobeznos.
Lo determinante, lo que nos debe hacer reaccionar, es que, ante la apariencia de legalidad, hay indicios sobre un potencial autogolpe al sistema. El hecho de no resolver los problemas en salud, seguridad y economía, parece una táctica para crear una crisis democrática con la idea de convertirla en una crisis de Estado.
Amigos empresarios, amigos políticos, amigos. El escenario anterior no se resuelve con una charla y un café. Ni con increpar al “comandante vaquero” en reuniones privadas mientras silenciosamente los escucha y sigilosamente les recuerda que conoce a sus papás y abuelos. La defensa de la sociedad democrática requiere menos dispersión, mejor estrategia y mayor fondeo. Es necesario un liderazgo unificador. Basta de reunioncitas aquí y allá sin resultados reales. El país necesita una épica historia de desarrollo sin cuentos de vaqueros.
[email protected] Carlos G. Cálix es doctor en ciencias y director general de MacroDato.