Fuerzas Armadas de Honduras Defensa, Seguridad, Balance de Poder
¡Liberales! La victoria se construye la derrota también
Por: Luis Alonso Maldonado Galeas*
Las Fuerzas Armadas de Honduras son el instrumento decisivo del poder militar, para la concepción, definición y ejecución de la política de defensa nacional, son el soporte estratégico y operativo de la seguridad interior, son responsables de garantizar el imperio de la Constitución y la alternabilidad en el ejercicio de la presidencia de la República; ésta última misión, una suerte de instancia decisoria de conflictos insuperables entre poderes, de crisis extremas que amenacen la democracia y que pudiesen poner en riesgo la vigencia del sistema republicano. Atribución no deseable en democracias fortalecidas, pero necesarias en aquellas donde la ciudadanía ha renunciado a su poder, la institucionalidad es extremadamente débil y disfuncional, donde el presidencialismo sustituye y somete a ambas; desafortunadamente tal condición es un retrato de nuestra inmerecida realidad.
La defensa es un bien nacional, es una política de Estado, no es un asunto exclusivo del gobierno, mucho menos una política de origen y visión partidaria, tampoco una facultad absoluta del titular de Ejecutivo, ni cuestión de soldados de tierra, mar y aire; es un deber ineludible de todos los hondureños. Se fundamente en asegurar la preservación de los valores nacionales, en contribuir al logro de las aspiraciones del pueblo, en mantener los intereses, alcanzar los objetivos nacionales y aquellos de índole geopolítico. En este marco conceptual se integra coordinadamente todo el poder nacional, correspondiéndole al factor militar la misión principal en la conducción de la defensa.
Ante amenazas que combatir, riesgos que evitar o reducir, conflictos de intereses contrapuestos, defensa de intereses comunes, mandatos para mantener la paz mundial, acuerdos para la defensa colectiva y cooperativa; las Fuerzas Armadas deben alcanzar un alto grado de preparación, que debe incluir el soporte constitucional, el cuerpo de leyes y reglamentos correspondiente, la doctrina y educación que la misión demande, la organización y la logística que garantice la movilidad y el despliegue estratégico requerido, la cantidad de efectivos necesarios que fije el Congreso Nacional, la reserva, la formación ética de sus miembros y el liderazgo a toda prueba en los niveles político, estratégico, operacional y táctico.
Para contribuir a la seguridad interior del Estado, las Fuerzas Armadas adaptan sus medios, se despliegan estratégicamente, se articulan y coordinan con las agencias nacionales e internacionales relacionadas, se actualizan en la doctrina y operaciones inter agenciales, se concentran en espacios donde la Policía Nacional tiene restringido su empleo e incrementan sus programas de contribución al desarrollo y de asuntos civiles, integrando sus sistemas de información e inteligencia; sin menoscabo de la constante preparación para el cumplimiento de la misión principal constitucional.
También corresponde a las Fuerzas Armadas, el empleo de medios disuasivos y el control territorial, en donde el crimen organizado transnacional y la narcoactividad, mantienen sus centros de operaciones, apoyo de la población, sistemas de comunicaciones y soporte logístico. Además, por su naturaleza deben ser un componente clave en la política/estrategia de prevención de la inseguridad, mediante el desarrollo de programas para la formación cívica y ciudadana, como parte de una política de Estado para el fomento de nuestra identidad, una variable del potencial nacional.
Debido a la fragilidad de la República y de sus entidades constitutivas, circunstancialmente las Fuerzas Armadas cumplen un rol de balance de poder, no obstante, también han sido un actor nefasto que ha violentado el derecho para el otorgamiento y ejercicio del poder, usurpándolo, la mayoría de las veces violentamente, excepcionalmente con justificación. La situación se agrava, cuando la política penetra las filas o cuando las botas incursionan en los recintos de los políticos, produciéndose una especie de alianza delictiva para repartir y compartir el poder, lo cual carcome los principios y valores institucionales, se vulnera la cohesión interna, se desconoce el mérito, se rompe el espíritu de cuerpo, se crean privilegios selectivos en los distintos niveles de la organización y el alto mando se torna en comparsa, donde la lealtad se oculta en el círculo cerrado de intereses mezquinos compartidos. La metástasis de la politización inicia un proceso irreversible de muerte anunciada. ¿Desde cuándo y hasta cuándo
será esa deshonrosa realidad histórica una constante?
Las expectativas de cambios positivos y efectivos en las Fuerzas Armadas son limitadas, se evidencia con algunos nombramientos, asignaciones y ascensos en los cuales no se reconoce a propósito el mérito, la antigüedad, el escalafón, el desempeño profesional, la ética, el liderazgo; desplazando promociones completas, desarticulando otras, impulsando selectivamente a oficiales sobre dos o más escalones superiores, aun sin los atributos que los avalen. Lo anterior provoca un descenso riesgoso de la moral individual y colectiva, la competencia pasa a un segundo plano, la mediocridad y la ambición sustentada por una lealtad perruna, ocupa espacios inmerecidos; la mística del soldado, de la institución, la tradición de la “prusiandad”, de honor al mérito, de excelencia, de espíritu militar, de culto al sacrificio, se van quedando en la línea de rezagados. Los desleales y con mácula en el uniforme se ubican a la vanguardia, portando el estandarte del arribismo. Esto no es nuevo, cuestión de estilo.
Nadie se rinde, es tiempo de transiciones honrosas, de reivindicaciones históricas, de limpiar la fatiga y darle brillo a las barras y las estrellas; es tiempo de permitir la entrada de la virtud de Cabañas al espíritu de cada sodado, de abrazar el legado de honor y entereza de Morazán, ha llegado la hora de la lealtad sin condiciones y el sacrificio sin tiempo, es el momento de saludar con orgullo a quien dio primero el paso al frente y juró defender a la Bandera antes que el resto. Es el tiempo para que cada soldado desde su saludo hasta sus actos heroicos, sumen para lograr por siempre, que las Fuerzas Armadas de Honduras, luzcan con la frente alzada, su blasón de gloriosas.
*General de Brigada ®