Vicente Mejía Colindres a Carías Andino: “DESEO QUE EN ESTE CARGO SEAS MENOS INFORTUNADO QUE YO”
Juan Ramón Martínez
I
“El 3 de noviembre de 1886, desde Cangrejal el señor Enrique Pizzati informaba: Las elecciones de la municipalidad de La Ceiba se verificaron en el último domingo de octubre, como está dispuesto por la Ley, saliendo electo alcalde el señor don Guadalupe Araque. Aunque yo lamento altamente esta elección, no por el destino de ser alcalde, porque nada tendré que ver con él, sino porque en las próximas elecciones para presidente, nos hará un obstáculo grandísimo, porque este señor es un arista consumado, y hábil para conseguir por cualquier medio que triunfe su candidatura, al extremo que, aquí es voz general, que no ha desperdiciado la compra, ni el licor, ni ningún medio para conseguirse votos para salir electo. A pesar de lo mucho que he trabajado para evitar este inconveniente, no me fue posible, y no se hoy como podemos quitarnos este mal, que nos hará mucho daño en la elección de presidente próximo” (Ramón Oquelí, óp. cit pág. 249, en Antonio Canelas, La Ceiba, sus raíces y su historia, pág. 80)

II
“El sábado 20 ( de octubre de 1956) se presentaron ante (julio) Lozano el jefe de la Fuerza Aérea, coronel Héctor Carraccioli, el comandante del Primer Batallón de Infantería coronel Armando Flores Carías y el director de la Escuela Militar (Francisco Morazán), general Roque J. Rodríguez, informándole sobre un golpe preparado por elementos adversos a su régimen, el que estallaría el viernes 26, pero que desconocían hasta aquel momento quienes lo encabezaban, que para frustrarlo, le pedían autorización para llevar a cabo el domingo 21, un desfile y algunas maniobras que impresionarían a quienes intentaban cambiar el estado de cosas, así como que se procediera al desarme de todos los civiles” (Lucas Paredes, Los Culpables, Tegucigalpa, Honduras, 1970, paginas 308, 209, citado por Mario Argueta, Julio Lozano Díaz: El Poder y la Reacción, pág. 85) Según Argueta, el domingo 21 de octubre de 1956, “aviones de la Fuerzas Armadas sobrevolaron durante las primeras horas de la mañana la capital, en tanto tropas del Primer Batallón de Infantería, tomaban posiciones estratégicas. Por medio de HRN, Gustavo Acosta Mejía, anunciaba primero el desfile y después de las diez de la mañana de ese día, “que las Fuerzas Armadas habían asumido el poder y a las 2 p.m., el jefe de Estado (Julio Lozano Díaz, leyó por radio un comunicado informando que entregaba el poder a una Junta Militar”. (Argueta, pág. 85). La Junta Militar de Gobierno, fue integrada por Roque J. Rodríguez, Héctor Carraccioli y Roberto Gálvez Barnes, hijo del expresidente Juan Manuel Gálvez, para entonces, presidente de la Corte Suprema de Justicia.

III
El 3 de octubre de 1963, desde las 4 de la madrugada, los residentes en los barrios Guadalupe, Morazán y los alrededores, empezaron a escuchar continuas ráfagas de disparos. En los primeros momentos, se creyó que eran cohetes disparados en celebración del aniversario del nacimiento de Francisco Morazán. Media hora antes, en La Granja, en el centro de la capital y en Casamata, los miembros de la Guardia Civil, que habían sido despojados una semana antes de las carabinas reglamentarias, empezaron a sufrir ante el desconcierto y el desorden, muriendo algunos en sus aposentos; en la huida. Muchos, levantando las manos. Según se rumoro entonces, la cantidad de muertos en la capital, fueron más de 267 soldados y suboficiales de la entidad militar que había sustituido a la Policía Nacional. Simultáneamente, fuerzas del Primer Batallón de Infantería, pusieron la Casa Presidencial bajo asedio. La Guardia de Honor opuso disciplinada resistencia. La fuerza militar atacante, muy superior, que mantenía la iniciaba, exigía la rendición de los caballeros cadetes. Estos combatieron ejemplarmente, distinguiéndose en la operación, su líder Roberto Micheletti Bain. Villeda Morales, resistió e hizo apuradas llamadas a los embajadores amigos suyos, pidiéndoles que informaran a sus gobernantes que era objeto de una acción irregular. Conocemos, una grabación del llamado del presidente Villeda Morales, dirigido al embajador de Costa Rica. A la 1 pm, todo había terminado. En un avión DC3 de la Fuerza Aérea, Villeda Morales, varios miembros de su gabinete, jóvenes universitarios liberales y Modesto Rodas Alvarado, fueron expulsados del país, enviados a Costa Rica. Los diarios “El Cronista” y “El Día”, que circulaban por la tarde, dieron cuenta de los hechos e informaron que Osvaldo López Arellano, jefe de las Fuerzas Armadas, asumía “todos los poderes del Estado” y que se preparaba a gobernar vía decretos. Sectores liberales, opuestos a Modesto Rodas Alvarado, aplaudieron el golpe y le dieron su cooperación ocupando altos cargos en la Corte Suprema de Justicia y en el gabinete de López Arellano. Él país, vio interrumpida la primavera democrática, torciéndose por primera vez, el esfuerzo civilizado para orientar el país hacia el progreso, el desarrollo social y económico. Y se iniciaba, un período de 17 años, bajo el control de los militares, sustituyendo a los políticos civiles y a los “militares de caite” que antes había formado parte de los ejércitos políticos enfrentados en las montoneras.
IV
Según Matías Fúnez h. en la proclama del 3 de octubre, “las Fuerzas Armadas señalaban que en el marco del gobierno villedista no podían cumplir a plenitud sus funciones constitucionales, debido a la concurrencia de varios hechos: 1. Por la existencia de una Guardia Civil, convertida en ejército político, debidamente armada y en abierta oposición al ejército, con la única finalidad de lograr la eliminación de este para proceder después al sometimiento de la ciudadanía en general a los caprichos sectarios de sus dirigentes. 2. Por la evidencia de que el gobierno de la República favorece las pretensiones del ejército político (Guardia Civil y partidarios armados) ayudándoles materialmente y moralmente al logro de sus fines, con el propósito de perpetuar en el poder al instituto político que lo llevo al ejercicio de la función ejecutiva. 3. Por la infiltración y libertad de acción de elementos de extrema izquierda, quienes, en franca y abierta connivencia con funcionarios del Estado, han emprendido campaña de descredito contra las Fuerzas Armadas como paso previo al implantamiento de un clima de intranquilidad (que) permita la instauración de un sistema totalitario. 4. Por la violación ostensible de los principios de libre sufragio, mediante la adulteración de los censos electorales y la injerencia, con fines impositivos del ejército político y de funcionarios del Estado, quienes, basados en una Ley Electoral inconstitucional, intervienen con descaro en el proceso comicial, contando con la complicidad delictiva de los organismos electorales y con el silencio punible de la Corte Suprema de Justicia. (Proclama de las Fuerzas Armadas, Gobierno Militar de la República de Honduras (Documentos). Tegucigalpa, Imprenta Nacional, 1964, págs. 9—11, citada por Matías Fúnez h, en Los Deliberantes, pag.237)

V
El 8 de octubre de 1971, el Congreso Nacional, “declaro tres días de duelo nacional, sin suspensión de labores por el fallecimiento, en esa misma fecha, del doctor Ramón Villeda Morales, expresidente de la República, quien se encontraba en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos de América, desempeñando el alto cargo de delegado permanente de nuestro país ante las Naciones Unidas. El 10 de octubre, se efectuaron las exequias del expresidente liberal en el Jardín de Paz Suyapa. La multitud le arrebato el ataúd a los cadetes de la Escuela Militar para llevarlo en hombros” (Alexis de Oliva, Gobernantes Hondureños, Tomo II, pág. 137). Y Modesto Rodas Alvarado, pronunció lo que probablemente es su mejor discurso y una de las piezas oratorias más fogosas e interesantes de la historia política de Honduras. Ramón Villeda Morales, del Partido Liberal, había nacido en Ocotepeque el 26 de noviembre de 1908. Fue presidente de la República entre 1957—1963. Tenía al momento de morir, 63 años. Dejó una viuda y cinco hijos.