¿CON SALIVA?

ZV
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24 de octubre de 2023
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12:33 am
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¿CON SALIVA?

¿QUÉ sacamos de las elecciones en Argentina? Que hoy día los encuestados se tragan su opinión bien porque no quieren darse a chotear o mienten cuando contestan. El favorito queda en segundo lugar mientras el oficialismo medio se recupera del susto que tuvo en la consulta del PASO. El candidato peronista, ministro del actual gobierno, obtiene sorpresivamente un 36.7% de los votos, irónicamente, mientras el país se sumerge en una inflación espantosa el 140% anual, la economía cae 3.3% anual y el 40% de la población desesperada se encuentra por debajo de la línea de la pobreza. Quizás esos números escalofriantes hablan mucho del fenómeno Milei. Pero no del todo, ya que el economista que las encuestas daban ganador de la primera vuelta, se quedó estancado. ¿Qué sucedió? El repunte del oficialismo –no tanto como para salir airoso con mayorías absolutas en la primera tanda– ¿sería por temor de muchos argentinos a lo recalcitrante del discurso del candidato de la derecha radical (pero que se define a sí mismo como símbolo de la fuerza liberal)?

Pudiese ser. Aunque tampoco esa explicación –derechas versus izquierdas– es del todo exacta. Ya que la derecha conservadora, de Juntos por el Cambio, obtiene el 29% de los votos, ya fuera de competencia de cara al balotaje, en tercer lugar. Y para los aficionados matemáticos de las sumas y de las restas, si bien el oficialismo crece –posiblemente gracias a su base sólida y al bulto adicional que consigue para salir del agujero y trepar al primer lugar– la respetable suma de dos terceras partes de los argentinos, votaron en contra. Ello es, por un cambio de los encumbrados. Por eso, como decíamos ayer, vuélenle ojo a las segundas vueltas que son traicioneras. ¿Para dónde agarran en el repechaje esos votos de los que candidatos y formaciones políticas eliminados en la pasarela? Nada despreciable los números del tercero, 23.82% y del cuarto lugar, 7.01%, y un chingaste para el quinto (un frente de izquierda), con el 2.66%. De momento, esta primera tanda solo demuestra que el peronismo sigue vivito y coleando. No es un activo desechable, aparte que su candidato tampoco es ningún valor despreciable. Sin embargo, a la luz de los últimos resultados, hay indicios que los más –llámesele ultra derecha, derecha convencional, o sencillamente desencantados, arrechos y hastiados– se encuentran atrincherados en la otra orilla del precipicio. Esto dijo la exministra de Seguridad y candidata que quedó en tercer lugar, representante de la denominada derecha tradicional: “Quiero decirles que nuestra causa va más allá de un resultado electoral”, enfilando contra el populismo y criticando al kirchnerismo: “Tenemos una convicción profunda, transparente y republicana en la lucha contra la corrupción”. “Tenemos la convicción de que el país debe abandonar el populismo si quiere crecer y terminar con la pobreza”. “Nunca seremos cómplices de las mafias que destruyeron este país. Nuestros valores no se venden ni se compran”.

(¿Qué sacás –entra el Sisimite– de todo esto? -Decí vos –responde Winston– si sos quien tiene más años y más experiencia. -Pues ha pasado –responde el Sisimite– que los opositores se amontonan, en bloques, alianzas o bultos, en contra de los de arriba. -Sí, ha pasado que –asiente Winston– durante una campaña electoral van como pegados con saliva, ya que, si llegan al gobierno, fácilmente se despegan. -Pero –tercia el Sisimite– no necesariamente todos los que quedaron fuera de la contienda, por fuerza van a inclinarse por el que quedó de segundo. –Sí, es cierto –interviene Winston– pero recientemente ya van dos casos seguidos, el del guatemalteco hijo de un expresidente socialista y ahora el empresario ecuatoriano. En Guatemala fue un amontonamiento contra la política vernácula y el oficialismo, pero en Ecuador fue una especie de continuidad, con otra cara, de lo que ya estaba. Un apelotonamiento contra aquel que dijimos, que presumía regresar y entrar por la puerta grande, al que le salió la venada careta. Ajá, entonces –repregunta el Sisimite– ¿qué te dicen tus pálpitos? -Si ni las encuestas pegan –solloza Winston– ¿querés que adivine a pura intuición? De lo ya dicho, cada cuál deducirá lo que se sobrentiende vaya a ocurrir. Solo que para mayor certeza el oráculo sacará su bolita de cristal).

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