¿EL SÍNDROME?

ZV
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26 de octubre de 2023
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12:53 am
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¿EL SÍNDROME?

LOS excesos, pronto pasan la cuenta: –comenta el amigo notario– al que gritaba exprópiese, se lo llevó la parca y al cierra iglesias y expulsa curas, se lo comen los rayos solares… ¿entonces, por qué tan soberbios? “Monitos cilindreros”, exquisita expresión”. La jurista amiga: “Escenificar personajes, curioso modo de encantar masas, no es para todos”. “Este artículo (manda el hipervínculo) me parece que tiene llaves interesantes que bien podrían ayudar a entender ¿por qué? “Porque, como dijo su amigo: “No es la primera vez que el personaje devora a la persona”. Trasladamos retazos de un artículo del WP, enviado por un empresario: “La Argentina tiene el problema más serio del mundo. Otras naciones pueden tener inconvenientes de distinta índole, pero ninguna padece el dilema que tienen los argentinos: el país se angustia por lo que prefiere”. “La Argentina no tiene un problema económico o social o político”. “Tiene un problema médico; un problema de orden psicológico profundo”. “Pues bien, ¿y cuál es esa maldita preferencia?; ¿Qué es lo que los argentinos secretamente prefieren y contra lo que luego se enojan cuando efectivamente esa preferencia se materializa?”. “Esa preferencia no es otra que la pobreza: Los argentinos prefieren la pobreza”. “Por supuesto no van a admitirlo a viva voz”. “De hecho, viven enojados contra la pobreza. O al menos eso dicen”.

“Porque lo que en realidad les ocurre en materia de “enojos” es algo bien distinto. Si uno analiza las corrientes que imperan consciente o inconscientemente en el espíritu argentino verá que lo que mayoritariamente sobresale, lo que culturalmente predomina, es una oposición a la riqueza”. “En efecto, el argentino está en guerra contra la riqueza”. “La corriente mayoritaria que emerge desde las entrañas más profundas de la cultura nacional consiste en una resistencia impenetrable contra la riqueza, contra la idea de ser rico”. “Sin embargo, en un retorcimiento que complica aún más el problema, es un determinado tipo de riqueza y un determinado tipo de rico el que el argentino desdeña y por el que siente un profundo asco”. “La riqueza que los argentinos repugnan es la que se produce como fruto del éxito lícito”. “Paralelamente entonces al tipo de “rico” que el argentino odia es al que obtuvo su riqueza por la vía del triunfo en la vida laboral legal”. “Contrariamente, no se observan condenas firmes contra los que, incluso obscenamente, pavonean la riqueza que hicieron como consecuencia de actividades ilícitas, provengan ellas de la corrupción pública (funcionarios ladrones, sindicalistas mafiosos) o de actividades delictivas “privadas” como los narcotraficantes o los delincuentes comunes”. “El prototipo del resentimiento argentino es aquel que tuvo éxito material en la vida por la vía del trabajo lícito”. “Por lo tanto, a ese personaje hay que bajarlo de donde está y, por supuesto, no es un modelo a imitar o a emular sino un arquetipo al que envidiar, maldecir y destruir”.

“Obviamente la persecución y eventual destrucción de los que generan riqueza hace que no se genere riqueza (es una perogrullada, pero en la Argentina parecería necesario aclararlo) y al no generarse riqueza, se obtiene pobreza”. “Parecería que, siguiendo un silogismo normal, los argentinos deberían estar felices porque finalmente consiguieron lo que buscaban: derrotar la riqueza, destruir al rico y materializar la pobreza”. “Pero no. Cuando llegan a lo que debería ser su éxtasis, estallan en queja y buscan a más ricos a quienes ir a robarles lo que les queda por la vía de entronizar gobiernos que expolian con impuestos confiscatorios la riqueza lícita generada por otros”. “Parecería que lo que los argentinos buscan, finalmente, es una pobreza tolerable igualmente distribuida”. “Es decir, una pobreza “hasta ahí”, igual para todos”. (Excepto para aquellos “ricos” a los cuales los argentinos no tienen “resentimiento” contra ellos –como los funcionarios corruptos– que dicen que vienen a sacarle a unos lo que ganaron “injustamente” a costa de otros –los sindicalistas mafiosos, los que “encontraron un curro o un yeite”– el típico “vivo” argentino que “le encontró la vuelta” –u otros personajes del submundo ilegal respecto de los cuales el argentino no muestra un nivel de ofensa ostensible–)”. “El enamoramiento del pobrismo ha llevado a la Argentina a ser una sociedad completamente conflictuada, encerrada en una encrucijada de la que le será muy difícil salir”. (Pero eso –entra el Sisimite– por lo que agarraron de encargo a los argentinos en ese artículo, siendo justos, ¿no sería síndrome solo de los argentinos, sino generalidad de muchas otras sociedades latinoamericanas? -Si solo eso fuera –interviene Winston– ¿y qué decís de esa mentalidad de no aceptar responsabilidad alguna por la desgraciada suerte, sino victimizarse, buscando a qué o a quiénes echar la culpa por las carencias? -Sí tenés razón –replica el Sisimite– vos pasas quejándote que no te llevaron, echándole la culpa a la nieta, y no aceptas que sos tan inquieto que le ibas a armar un relajo en el avión. -Y vos –solloza Winston– que pasas renegando de tu soledad y cuando te quiero presentar a alguien, te escondés y cuidadito lo traigo. Y cuando vengo solo, refunfuñás ¿por qué no traje a fulano o a zutano?, que es culpa mía).

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