El horror palestino en la Franja de Gaza

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27 de octubre de 2023
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12:05 am
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El horror palestino en la Franja de Gaza

¿Vuelven los oscuros malandrines del 80?

Por: Oscar Armando Valladares

En la mañana del 7 de octubre, el movimiento miliciano Hamás burló el cerco de Israel e inició un cruento ataque que produjo numerosas víctimas indiscriminadamente. En reacción punitiva, el ejército israelí descargó su poderío en Gaza, cercado territorio palestino -de 352 kilómetros cuadrados- en el que se apretujan dos millones de habitantes.

Las profundas diferencias y los enfrentamientos encarnizados vienen de viejos tiempos: están referidos en el Antiguo Testamento, texto del cual se deduce que los palestinos son de origen filisteo, pueblo que en dos oleadas emigró a las costas de Canaán, ubicada desde Sidón hasta Gaza, de la que asimilaron su cultura, especialmente religiosa. Su llegada a Canaán fue anterior a los israelitas, quienes manejaban mejor la tecnología del hierro, y en la rivalidad desatada los filisteos trataron de monopolizar dicha tecnología “para que los hebreos (vale decir, los israelitas) no hicieran lanzas o espadas”, según figura en Samuel 13:19-22. Samuel mismo, siguiendo “instrucciones divinas”, ungió rey a Saúl, naciendo con él el reino de Israel. David, sucesor de Saúl, capturó a Jerusalén, la “Ciudad Santa”, capital del autoproclamado “reino de Dios”. Aproximadamente, en el año 1200 antes de Cristo, fue cuando se produjo la invasión israelí al estratégico lugar de los cananeos.

Siglos y siglos después -marcados por guerras, ocupaciones, divisiones, éxodos, etc., judíos políticos como, Theodor Herzl, y adinerados banqueros de esa nacionalidad, como Lionel Nathan -de la famosa familia Rothschild- fueron partícipes en la creación del sionismo, por 1897, cuyo objetivo primordial era establecer la presencia judía en Palestina, retornar -se decía- a la bíblica Sión -o Jerusalén- por un derecho viniente de Jehová. Posteriormente, la corona inglesa, que ejercía dominio sobre Palestina -desde 1917- favoreció la inmigración judía y la compra de bienes por parte de comerciantes y banqueros con influencias en Londres y Washington.

Ante el reiterado enfrentamiento árabe-judío, la ONU decidió establecer en Palestina un Estado para cada cual y la internacionalización de Jerusalén. Israel proclamó la independencia en 1948, siendo su primer presidente Chaim Wezmann, titular asimismo de la Organización Sionista Mundial. Los Estados árabes no aceptaron lo resuelto por la ONU e invadieron a Israel. Al rechazar el ataque los judíos se apoderaron de Nazareth, Galilea occidental y Neguev. En 1967 se produjo la “guerra de los seis días”, al cabo de la cual el ejército israelí ocupó el Sinaí, Gaza, la orilla este del Canal de Suez y las alturas del Golán (en Siria). Un ataque terrorista mató -en 1972- a varios atletas israelitas en las Olimpiadas de Múnich; en represalia, el Estado judío realizó incursiones contra guerrilleros en Líbano. Al año siguiente, tuvo lugar la cuarta guerra árabe-israelí. En 1978, comandos de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) -fundada en 1964- perpetraron un grave ataque en Israel; en respuesta, tropas judías ocuparon violentamente el sur de Líbano. De nuevo, en 1982, invadieron la patria libanesa de Khalil Gibran; durante la campaña se produjeron grandes matanzas de palestinos en los campos de Chatila y Sabra, de las cuales fueron hallados culpables el ministro de Defensa, Ariel Sharon y tres generales.

Siendo primer ministro el militar y político moderado Yitzhak Rabin, se obtuvo el reconocimiento mutuo entre Israel y la OLP, la autonomía de Gaza y Jericó y el regreso del dirigente político-militar Yasser Arafat, a efecto de asumir la jefatura palestina. Un miembro de la extrema derecha israelí asesinó a su compatriota Rabin, en 1995.

En este contexto histórico -abrumado por otros atentados, ocupaciones y acciones terroristas de recíproca incidencia-, aconteció la incursión masiva de Hamás y la durísima contraofensiva de las Fuerzas Armadas de Israel en Gaza, que deja ya miles de muertos y heridos, evacuaciones y cientos de inmuebles bombardeados. En suma, un nuevo holocausto, más doloroso para el débil que para la potencia fronteriza, mejor escudada y protegida por su alianza -en términos de asistencia militar, económica y estratégica- con Estados Unidos. Votos por una paz justa y permanente y el cese al fuego indiscriminado, clama la gente en multitudinarias concentraciones, en tanto los guerreadores -incluidos los del patio- atizan a grandes voces la tragedia. Y en cuanto a Dios, invocado por ambas partes, ¿de qué lado está?

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